Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Nacimiento. De Bartolomé Esteban Murillo
NAVIDAD EN BELÉN
Acercarse a Belén ,
es acercarse al mundo de los
sueños más hermosos.
Porque Belén no es una
ciudad de nuestro mundo,
sino un rincón del corazón
humano.
En Belén hemos nacido todos,
en Belén se apacienta
nuestra infancia.
Aquí giró la historia.
Aquí nació la vida.
Hasta Belén, ser hombre
era nacer para vivir rodando
por la cuesta del tiempo.
Desde Belén , ser hombre
es aprender la enorme
aventura de escalar las
alturas.
Aquí, ser hombre se
convirtió en ser Hijo de Dios.
Aquí, el Dios de los cielos
inició la locura de volverse
pequeño.
Por eso las campanas de
Belén están locas,
replican y replican para
explicarle al mundo
la alegría del cielo,
para que todos sepan que el
hombre está a salvado
ahora que Dios se ha hecho
hombre como nosotros.
Mirar, mirar las casas de
Belén, apiñadas,
apretadas las unas a las
otras,
lo mismo que un rebaño
aterido,
como un coro de monjas
asustadas.
Mirar su letanía de agudos
campanarios
que señalan al cielo con sus
dedos alzados
para decir a todos: Por aquí
vino Dios.
Contemplar el mercado, sus
hombres y mujeres,
sus pobres baratijas, sus
comidas caseras.
El Dios de las alturas nunca
fue un exquisito,
ni una ciudad fría de
gélidos burócratas,
sino en pobreza de los
pobres más pobres ,
en calles malolientes donde
el hombre agita,
en un triste pueblo
despreciado de todos.
No busquemos en Belén
hermosas catedrales,
iglesias esplendentes,
basílicas radiantes,
la flecha luminosa de las
agujas góticas,
las vidrieras de fuego donde
ardió el Medioevo.
Todo en Belén es pobre
como el Dios que lo habita.
Y ahora...,pasar conmigo por
la pequeña puerta
que conduce a la gruta.
Una puerta que tiene la
estatura de un niño
y en la que hay que
agacharse para poder entrar.
Porque para llegar hasta el
Dios de los cielos
sólo hay dos caminos:
la puerta de la infancia
y la humildad.
Para ver a Jesús, es
necesario
doblar el espinazo del
orgullo,
agachar la cabeza de
nuestras importancias,
hacerse niños como Él se
hizo.
Y ahora...,arrodillémonos:
Aquí ocurrió el prodigio,
aquí una virgen-Madre
iluminó la tierra,
aquí por primera vez se oyó
el llanto de Dios,
aquí la sangre humana se vio
multiplicada,
aquí un diminuto corazón de
chiquillo
fue, por primera vez, el
corazón de Dios.
Aquí, entre estas paredes de
humedad y de piedra,
entre dos animales asustados
y atónitos,
nació aquel cuerpo y sangre
que el hombre comería por
los siglos de los siglos.
Alejar nuestros ojos de los
falsos adornos
que camuflan la gruta,
no contemplemos ;
las lámparas ni las raídas
de sedas
que quieren ocultar
el oro santo de la
sencillez.
Cerrar más bien los ojos y
asombrémonos.
Dejar que sea el corazón
quien mire.
Y , después , alegrémonos
igual que los pastores
que en esta misma gruta
escucharon su anuncio:
gloria a Dios en el cielo.
paz a los hombres de buena
voluntad.
Levantar nuestras manos para
dar también gloria
y dejad que la paz penetre
en nuestra alma
como la gran nevada de la
misericordia.
Dejar que, dos mil años
después,
el Niño vuelva a nacer en
nosotros,
convertir nuestras almas en
el portal viviente.
Y sea nuestra casa como un
nuevo Belén.
Navidad se escribe con N
de niño nacido
Navidad se escribe con A
de amor inmenso
Navidad se escribe con V
de vida plena
Navidad se escribe con I
de ilusión cumplida
Navidad se escribe con D
de don gratuito
Navidad se escribe con A
de alegría auténtica
Navidad se escribe con D
de Dios.
P. Javier Leoz, de la Diócesis de Pamplona
Sirve para meditar. Franja.