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sábado, 28 de enero de 2017

DE UN PADRE SOCIALISTA A SU HIJO SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

CARTA DE UN PADRE SOCIALISTA 
A SU HIJO 
SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN

CARTA DE UN PADRE SOCIALISTA A SU HIJO SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN

Amigos/as:


Aunque esta carta parece anticuada, los argumentos que este padre da a su hijo que no quiere ir a clase de Religión Católica, son muy importantes para los padres, que pudiendo pedir la clase de Religión para sus hijos no lo hacen y claudican de su responsabilidad de ser los primeros responsables de la educación de sus hijos.
Franja.

Esta es la reseña:

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El socialista Jean Jaurés 
nació en 1859 en Castres, Francia.

Fue diputado por el Partido Obrero Francés en 1889, manteniéndose como parlamentario hasta 1898. Posteriormente fue elegido también en las elecciones de 1902, 1906, 1910 Y 1914. Murió en 1914.

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En 1904 fundó el periódico L'Humanité.

En 1905 consigue unir bajo su liderazgo a los socialistas franceses, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera.
Fue precisamente el diario L'Humanité el que publicó esta carta dirigida a su hijo que reproducimos.

Este texto fue citado por Pildain en la Cortes Constituyentes de la II República española (Diario de Sesiones, 1 de marzo de 1933.

La carta fue entregada a los taquígrafos de las Cortes para que en las actas después de la intervención de Pildain.
y ha llegado hasta nosotros a través de Carlos Garda Andoín, coordinador nacional de «Cristianos en el PSOE», a quien se la hizo llegar Michel Santamarina, antiguo militante de la HOAC de Sestao (Bilbao, España).

La carta es la siguiente:

     PRIMERA PARTE.

«Querido hijo, me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te la enviaré jamás.

No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor.
Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, no lo serían sin un estudio serio de la RELIGIÓN .

Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido.
¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute?

¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?

Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición.

Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ...

¿ qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?

En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?

En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones?

Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal?

-éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-.

                      ☆♡♡☆♡♡☆

SEGUNDA PARTE DE LA CARTA DE UN SOCIALISTA A SU HIJO POR LA CLASE DE RELIGIÓN.

Continúa la carta:

""Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión:

Pascal y Newton eran cristianos fervientes;

Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón;

Flammarion se entrega a fantasías teológicas.

¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios?

Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana;

Es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras.

Ya que hablo de educación:

¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia?

Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta.

No fijándome sino en la cortesía, en el simple "savoir vivre", hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas.

Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas.

Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable, sin nociones religiosas.

Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla.

En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de consuno los hechos y el sentido común.

Muchos anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad.

Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión.

La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido contrario.

Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo.

Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación».

      ☆♡♡☆♡♡☆

De un padre a su hijo al que que no quiere ver ignorante en su formación.

Y ahora te pregunto:
Estás  dispuesto a difundirla?

Por lo menos, para sacar a los padres y jóvenes de hoy de la ignorancia supina en su formación.
Franja.

   ☆♡♡☆♡♡☆

Noticias Obreras, núm. 1.371 (1-11-2004/15-11-2004), pg. 40.
                           ☆♡♡☆





lunes, 23 de enero de 2017

Motivos comúnmente aducidos para no ir a Misa

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

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Motivos comúnmente aducidos para no ir a Misa

1. Pereza.
"Prefiero quedarme durmiendo". En realidad los motivos que siguen son sólo excusas para cubrir este primero. No parece que sea un motivo muy racional, meritorio o valioso.

2. No tengo ganas/No lo siento.
¿Desde cuándo tus ganas son ley que hay que obedecer? ¿Es que tus ganas son más importantes que la voluntad de Dios? Además a Misa no vas porque a ti te guste, sino para agradar a Dios. Se va a Misa a honrar a Dios y no a honrarte a ti. Y si te cuesta… ¿acaso Dios no merece ese sacrificio que incluso hace más valioso y meritorio el acto?

3. Me aburro.
La acusación más frecuente contra la Misa es que es aburrida. Refleja bastante superficialidad, en cuanto que a Misa no vamos a divertirnos. Y es un problema personal, en cuanto que no parece que Dios sea aburrido -es la perfección absoluta-. Además si tanta gente va a Misa con gusto, algunos incluso todos los días, será que algo le ven que a ti se te escapa. La solución será descubrir qué tiene la Misa para que los cristianos la consideren tan importante.

4. Es siempre lo mismo.
Si se tratara de una obra de teatro o de una película, estaría absolutamente de acuerdo contigo. Pero no es una representación teatral. Es algo vivo, que pasa ahora. No eres (al menos no deberías ser) un espectador. Eres partícipe. Imagináte que alguien dejara de asistir a un asado porque en los asados siempre pasa lo mismo… (perdón a la Santa Misa por la comparación).

5. Desinterés.
Las cosas de Dios no me interesan. Si Dios te da igual, tienes un grave problema. Habrá que ver como solucionar la falta de apetencia de lo divino que te hace no apto para el cielo.

6. No tengo tiempo.
No parece que lo que te pide Dios -1 de las 168 horas de la semana- sea una pretensión excesiva. En concreto, quien te creó, te mantiene en el ser y te da lo que te queda de vida -y sólo El sabe de cuánto se trata- se merece el 0,59% del tiempo que Él te da. Si no tienes tiempo para Dios, ¿para quién lo vas a tener?

7. Otros planes mejores.
No parece que a Dios le interese competir con el fútbol, hockey, cine… No te olvides que el primer mandamiento es "amar a Dios sobre todas las cosas". Si tienes otros planes que te importan más que Dios, quizá el problema más que en el tercer mandamiento está antes en el primero.

8. Tengo dudas de fe.
La fe es un don de Dios, con lo cual hay que pedirla. Alejarte de Dios dejando de ir a Misa, no parece el mejor método para resolver dudas de la fe e incrementarla. La frecuencia de sacramentos -confesión y comunión- es la más efectiva manera de aumentar la fe.

9. Estoy enfadado con Dios.
"Hubo algo que pasó en mi vida (la muerte de un ser muy querido, un fracaso muy doloroso, una enfermedad o cualquier otra tragedia) que me hizo enfadarme con Dios: si Él me hace esto… ¿por qué yo voy a ir a Misa? Es la manera de mostrarle a Dios mi disconformidad con la forma de tratarme". Hay quienes dejan de ir a Misa como una manera de vengarse de Dios. Pero, en los momentos de dolor ¿no será mejor refugiarnos en Dios y buscar su fortaleza más que reaccionar como un chiquito caprichoso de tres años? Él sabe mas… Además, acusar de maltratarnos a quien más nos quiere y murió por nosotros … ¿no será demasiado? ¿No seré yo el que pierdo… alejándome de Dios?

10. "Hay gente que va y después se porta mal".
"Yo no quiero ser como ellos", decís seguro de ti mismo. "Además, hay otros que no van, y son buenos". Es evidente que ir a Misa sólo no basta. Pero, no se puede mezclar la física nuclear con el dulce de leche, ya que las dos cosas no tienen nada que ver. En aquellos que van y después no son honestos, lo que es malo es ser deshonestos, no el hecho de ir a Misa, que sigue siendo algo bueno aunque ellos después se porten mal. Además, la causa de su supuesta deshonestidad no es el ir a Misa. Lo mismo se puede decir de los "buenos" que no van a Misa: su "bondad" no procede de su falta de Misa y tan "buenos" no serán si les falta una dimensión tan importante de bondad como la bondad misma, es decir Dios. Por otro lado, yo creo que nadie en el mundo se atrevería a decir que los que no van a Misa son mejores que los que van. Finalmente, esto no es un concurso de bondad, ni comparaciones, sino tratar de determinar cuán bueno es ir a Misa. Y claramente, el dejar la Misa no mejora a nadie, en todo caso lo empeora.

11. No me he confesado y entonces no puedo comulgar.
No es necesario comulgar, ni hay ninguna obligación de hacerlo. No comulgar no es pecado; no ir a Misa, sí. Además el problema se solucionaría bastante fácilmente con una breve confesión…

12. Llevarle la contraria a mis padres.
Ofender a Dios para hacer sufrir a tus padres no parece una actitud muy inteligente.

13. El cura me cae mal.
Por mal que te caiga el cura, no vas a Misa para darle el gusto, ni para hacerle un favor. Él no gana ni pierde nada con tu asistencia o ausencia. El que gana o pierde, eres tú: tu amor a Dios. Además… estoy seguro de que la ciudad en que vives es lo suficientemente grande como para que puedas encontrar alguno que te caiga más simpático…

sábado, 14 de enero de 2017

LA IMPORTANCIA DE ASISTIR A LA SANTA MISA

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

En primer lugar tengo que decir que este artículo ha hecho mucho bien y por eso vuelvo a ponerlo en primera línea. 
Mas de 15.000 visitas. 

Puedes recomendarlo. Y hacer tu comentario si te parece. 
Franja

Te lo aseguro: Si lees con calma esta entrada del blog de este cura jubilado, te aseguro que comprenderás un poco mejor lo que es la SANTA MISA Además te ayudará a explicar a tus hijos, que se preparan para la Primera Comunión el valor de la Santa Misa, que renueva-actualiza- el Sacrificio de la Cruz. Franja


Dibujos e imágenes interesantes

COMPRENDER LA IMPORTANCIA 
DE ASISTIR A LA SANTA MISA

¿Para quien son estas líneas?



Posiblemente pertenezcas a una 

de estas tres categorías de personas:

a) Católico que ibas a Misa con tus padres cuando eras pequeño y un día, durante la adolescencia, dejaste de ir. Fue porque entraste en una crisis: era tiempo de dejar de ir sólo porque tus padres iban y no llegaste a entender por qué debías ir. Estas líneas son para ti.

b) Católico que nunca fuiste a Misa de modo constante. Quizá ni siquiera sabías de la obligación de asistir todos los domingos. Te parece hasta curioso o exagerado que la Iglesia pretenda esa práctica para todos. Estas líneas también son para ti.

c) Católico que va a Misa y, siguiendo el llamado del Papa, quiere ayudar a muchos a volver a sentir la necesidad de esta práctica tan esencial de la vida cristiana. Eres consciente que si cada católico consiguiera por año que un católico no practicante volviera a la práctica de los Sacramentos, conseguiríamos una verdadera revolución en la Iglesia. Estas líneas quieren aportarte algunas ideas que te ayuden en esta tarea.

Lee por favor el siguiente texto despacio, meditándolo. 
Los motivos básicos para ir a Misa

Sentando la base de que casi siempre el comenzar a faltar a Misa el domingo responde a una actitud caprichosa, a la que es muy difícil refutar -precisamente por su falta de racionalidad- aquí tienes unas consideraciones sobre el precepto dominical y la importancia de la Misa en tu vida

El Papa Benedicto XVI celebrando la Santa Misa


Está escrito para personas con fe.
1. Porque Dios es tu Creador y debes dedicarle un tiempo semanal a Él. 
Es la manifestación de vivir centrado en Dios y en la salvación: vivir el año centrado en la Pascua; la semana, en el domingo; el domingo, en la Misa. No importa cuánto te aburras, tu Creador ha dispuesto que un día de la semana sea para Él: "Acuérdate da santificar el día sábado. Los seis días de la semana trabajarás y harás todas tus labores. Mas el séptimo es sábado, consagrado al Señor tu Dios" (Exodo 20,8-10). Y parece que tiene derecho a tu obediencia. Faltar sería una desobediencia evidente y frontal (decirle a Dios "no te quiero dar mi tiempo"). Y más allá de la obediencia… Dios se lo merece.

2. Porque como miembro de la familia de Dios, debes rendir culto a Dios de acuerdo a tu naturaleza, junto a tus hermanos. 

Esto exige que el culto a Dios no sólo sea interior (en tu corazón) sino también exterior (que los demás vean tu fe) y comunitario (dar culto unido a tus hermanos). Es decir, que te reúnas con otros para adorar juntos a Dios. Más allá de tus gustos personales, asistes a Misa no por ti mismo (porque te guste) sino para mostrar tu reverencia al Omnipotente en comunión con los demás. Nuestra relación con Dios tiene una dimensión comunitaria. No basta rezar solo, tampoco en familia, hace falta hacerlo unidos a nuestros hermanos en la fe. En este sentido es un acto de comunión con nuestros hermanos en la fe: compartir lo más importante que tenemos: la Eucaristía, es decir, Cristo mismo. En este sentido, faltar a la Misa sería un desprecio a tus hermanos y una falta de unidad.

3. Porque tienes que obedecer a la Iglesia. 

No es cuestión de un capricho del Papa, sino de una necesidad. En el siglo IV, la Iglesia se vio obligada a imponer este precepto para garantizar a sus fieles el mínimo de vida eucarística que necesitan. Tú eres consciente de la importancia que la Sagrada Escritura da a la obediencia… (cfr. Adán y Eva, diluvio, Abraham, Saúl…). Desde esta perspectiva, faltar a Misa es una acto de rebeldía.

4. Porque si no fueras, cometerías un pecado mortal 

Y no creo que te quieras ir al infierno por esto. Como sabes, hay un precepto que obliga a los bautizados a asistir a Misa los domingos y fiestas de precepto. Es una obligación grave, de manera que su incumplimiento es una falta grave. No te olvides que un día te morirás y te encontrarás a ese Dios a quien ahora estás tentado de ignorar, para darle cuenta de tu vida.

5. Porque necesitas de la Eucaristía para vivir una vida realmente cristiana. 

Es una necesidad vital, de manera que sin la Eucaristía semanal, no te darían las fuerzas espirituales para vivir como un hijo de Dios. 

6. Porque sin la Eucaristía no tendrías acceso a la vida eterna. 

Jesús no dejó lugar a dudas: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre"; "en verdad os digo, si no coméis la carne del Hijo de Dios y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros"; "el que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna" (cfr. Juan 6,30-58)

7. Porque Jesús te invita a su mesa y sacrificio. 

Él lo mandó explícitamente a sus discípulos al instituir la Eucaristía: "Haced esto en memoria mía". Asistir a Misa no es más que cumplir este mandato del Señor. Y no es sólo una memoria histórica, es una memoria que lo hace presente. Jesús te invita y se te entrega. No responder, ser indiferente a su llamado, sería un desprecio bastante considerable.

8. Porque viviendo en una sociedad que, en muchos aspectos no es cristiana, la Misa es la primera manera de defender, robustecer y manifestar nuestra fe. 

Es necesaria para "proteger" tu espíritu del materialismo sofocante que nos rodea: que tu espíritu pueda al menos una vez a la semana "respirar" un aire espiritual. Además, es el primer testimonio cristiano: los demás necesitan tu ejemplo. ¿Te das cuenta qué testimonio de fe da a los que no creen, quien dice creer y muestra no valorar lo que cree?

9. Porque es mucho mejor ir que no ir. 

Puede parecer tonto, pero para quien aspira a lo mejor, bastaría sólo este motivo. Yo no creo que haya un plan más santo y santificante para el domingo.

Cuando Juan Pablo II era muy joven


La contradicción del católico no practicante. Y cómo se llega a serlo

Pocas cosas hay más inconsistentes que el llamado "católico no practicante". Es prácticamente una contradicción de términos. A veces, uno escucha a alguien decirlo de sí mismo, incluso hasta con cierto acento de orgullo, como si definiese su modo de ser católico con un calificativo normal, como si dijese un "católico hispanoparlante". Es decir, como si fuese una variedad normal de católico, una opción más, como si se pudiera ser un "buen católico" no practicante. 



El Papa Francisco celebrando la Santa Misa

Pero si lo piensas, en realidad es un término bastante negativo, que tiene poco de honroso para quien se lo auto-atribuye, ya que significa "un católico que no vive como católico", "un católico que no es un buen católico", "un católico que no parece católico", "un católico que no vive lo que cree" o "que piensa que no vale la pena vivir lo que cree", "cuya fe no es lo suficientemente grande como para vencer su pereza", "un católico que piensa que su fe no es tan importante como para vivirla"; "que piensa que da igual vivir que no vivir su fe", etc.
Un católico que vive como si no lo fuera, que permanece siendo católico sólo en el campo teórico, va perdiendo también la fe, su adhesión a la doctrina católica. Y estos es así, en primer lugar, porque la va olvidando. Es cada vez menos católico. Se cumple lo de San Agustín: "el que no vive como piensa, termina pensando como vive". Su relación con Dios llegará a reducirse a compromisos sociales (bautismos, bodas, primeras comuniones, confirmaciones, funerales…) y necesidades (salud, dinero, trabajo) que sean tan imperiosas como para hacerle acordar que Dios existe y que uno debe dirigirse a Él.

Un problema serio de dejar de ir a Misa, es que significa el comienzo de una religiosidad centrada en uno mismo, en la que lo que Dios manda deja de ser la regla, para ser reemplazado por lo que yo siento, pienso, me cae bien, etc. Una religiosidad frente al espejo. Uno ha dejado de ponerse frente a Dios para ponerse frente a sí mismo. Como consecuencia de abandonar esta cita semanal con lo sagrado, comienza un proceso de insensibilización espiritual: la espiritualidad se va secando, el terreno del alma se va volviendo cada vez más árido para las cosas de Dios, que cada día mueven menos, aburren más, etc. Pecados que antes preocupaban, dejan de preocupar, cada vez son más los días que no reza nada. El alma se va volviendo indiferente, pierde sensibilidad espiritual. Y esto sucede poco a poco. Quien deja de ir a Misa, al principio puede tener la impresión de que no ha pasado nada, de que todo sigue igual, pero no es así. Ha dejado de ser teocéntrico, de vivir centrado en la Eucaristía semanal. Ha desplazado a Dios del centro y esto se paga. Es como el pecador a quien puede parecer que su pecado no tiene consecuencias, pero tarde o temprano descubre que de Dios nadie se burla. 

Que sí tiene serias consecuencias dejar a Dios. 




La palabra Domingo viene de Dies Domini
Dia del Señor
Domingo sin Misa no es domingo.
Es día civil, o fin de semana.

En el camino para ser un católico no practicante, el punto central es el abandono de la Misa dominical. Nunca encontrarás un motivo positivo para dejar de ir a Misa, que sea virtuoso, es decir que provenga de algo valioso, que dé valor al acto de no ir, que demuestre que es mejor no ir que ir.

Lamentablemente, casi nadie ha dejado de ir a Misa por una decisión serenamente meditada, después de haber pensado y estudiado el asunto, racionalmente decidido que era mejor no ir. Es decir, casi nadie decide dejar de ir a Misa. Lo que pasa es que de hecho se deja de ir, sin saber bien porqué.

El error es bastante común: se deja de ir un domingo por dejadez y pereza, o porque le daba vergüenza confesarse; y como no se confesaba, no podía comulgar; y como no comulgaba se sentía mal en Misa; y como se sentía mal y le daba no sé qué no comulgar, dejó de ir. Y después otro domingo, y uno se acostumbra a no ir, casi sin darse cuenta, y al final algunos tratan de justificar el incumplimiento de este deber básico del cristiano. El argumento final y definitivo para tapar la boca de la madre que insiste para que vayas a Misa es "¡Déjame en paz, vieja!", lo que no parece un argumento muy convincente. No se quiere por nada del mundo que a uno le recuerden el tema… Es normal que muchos quieran no cumplir y olvidarse de que deberían…

Seriamente, ¿te has puesto a pensar qué es lo que Dios quiere que hagas? Si el domingo se te apareciera un ángel y le preguntaras ¿que hago, voy a Misa o me quedo viendo una película? ¿Qué piensas que te contestaría?
Está claro que el más interesado en que no vayas a Misa 
es el Demonio… De esto no cabe duda.

Motivos comúnmente aducidos para no ir a Misa

1. Pereza. 
"Prefiero quedarme durmiendo". En realidad los motivos que siguen son sólo excusas para cubrir este primero. No parece que sea un motivo muy racional, meritorio o valioso.

2. No tengo ganas/No lo siento. 
¿Desde cuándo tus ganas son ley que hay que obedecer? ¿Es que tus ganas son más importantes que la voluntad de Dios? Además a Misa no vas porque a ti te guste, sino para agradar a Dios. Se va a Misa a honrar a Dios y no a honrarte a ti. Y si te cuesta… ¿acaso Dios no merece ese sacrificio que incluso hace más valioso y meritorio el acto?

3. Me aburro. 
La acusación más frecuente contra la Misa es que es aburrida. Refleja bastante superficialidad, en cuanto que a Misa no vamos a divertirnos. Y es un problema personal, en cuanto que no parece que Dios sea aburrido -es la perfección absoluta-. Además si tanta gente va a Misa con gusto, algunos incluso todos los días, será que algo le ven que a ti se te escapa. La solución será descubrir qué tiene la Misa para que los cristianos la consideren tan importante.

4. Es siempre lo mismo. 
Si se tratara de una obra de teatro o de una película, estaría absolutamente de acuerdo contigo. Pero no es una representación teatral. Es algo vivo, que pasa ahora. No eres (al menos no deberías ser) un espectador. Eres partícipe. Imagináte que alguien dejara de asistir a un asado porque en los asados siempre pasa lo mismo… (perdón a la Santa Misa por la comparación).

5. Desinterés. 
Las cosas de Dios no me interesan. Si Dios te da igual, tienes un grave problema. Habrá que ver como solucionar la falta de apetencia de lo divino que te hace no apto para el cielo.

6. No tengo tiempo. 
No parece que lo que te pide Dios -1 de las 168 horas de la semana- sea una pretensión excesiva. En concreto, quien te creó, te mantiene en el ser y te da lo que te queda de vida -y sólo El sabe de cuánto se trata- se merece el 0,59% del tiempo que Él te da. Si no tienes tiempo para Dios, ¿para quién lo vas a tener?

7. Otros planes mejores. 
No parece que a Dios le interese competir con el fútbol, hockey, cine… No te olvides que el primer mandamiento es "amar a Dios sobre todas las cosas". Si tienes otros planes que te importan más que Dios, quizá el problema más que en el tercer mandamiento está antes en el primero.

8. Tengo dudas de fe. 
La fe es un don de Dios, con lo cual hay que pedirla. Alejarte de Dios dejando de ir a Misa, no parece el mejor método para resolver dudas de la fe e incrementarla. La frecuencia de sacramentos -confesión y comunión- es la más efectiva manera de aumentar la fe.

9. Estoy enfadado con Dios. 
"Hubo algo que pasó en mi vida (la muerte de un ser muy querido, un fracaso muy doloroso, una enfermedad o cualquier otra tragedia) que me hizo enfadarme con Dios: si Él me hace esto… ¿por qué yo voy a ir a Misa? Es la manera de mostrarle a Dios mi disconformidad con la forma de tratarme". Hay quienes dejan de ir a Misa como una manera de vengarse de Dios. Pero, en los momentos de dolor ¿no será mejor refugiarnos en Dios y buscar su fortaleza más que reaccionar como un chiquito caprichoso de tres años? Él sabe mas… Además, acusar de maltratarnos a quien más nos quiere y murió por nosotros … ¿no será demasiado? ¿No seré yo el que pierdo… alejándome de Dios?

10. "Hay gente que va y después se porta mal". 
"Yo no quiero ser como ellos", decís seguro de ti mismo. "Además, hay otros que no van, y son buenos". Es evidente que ir a Misa sólo no basta. Pero, no se puede mezclar la física nuclear con el dulce de leche, ya que las dos cosas no tienen nada que ver. En aquellos que van y después no son honestos, lo que es malo es ser deshonestos, no el hecho de ir a Misa, que sigue siendo algo bueno aunque ellos después se porten mal. Además, la causa de su supuesta deshonestidad no es el ir a Misa. Lo mismo se puede decir de los "buenos" que no van a Misa: su "bondad" no procede de su falta de Misa y tan "buenos" no serán si les falta una dimensión tan importante de bondad como la bondad misma, es decir Dios. Por otro lado, yo creo que nadie en el mundo se atrevería a decir que los que no van a Misa son mejores que los que van. Finalmente, esto no es un concurso de bondad, ni comparaciones, sino tratar de determinar cuán bueno es ir a Misa. Y claramente, el dejar la Misa no mejora a nadie, en todo caso lo empeora.

11. No me he confesado y entonces no puedo comulgar. 
No es necesario comulgar, ni hay ninguna obligación de hacerlo. No comulgar no es pecado; no ir a Misa, sí. Además el problema se solucionaría bastante fácilmente con una breve confesión…

12. Llevarle la contraria a mis padres. 
Ofender a Dios para hacer sufrir a tus padres no parece una actitud muy inteligente.

13. El cura me cae mal. 
Por mal que te caiga el cura, no vas a Misa para darle el gusto, ni para hacerle un favor. Él no gana ni pierde nada con tu asistencia o ausencia. El que gana o pierde, eres tú: tu amor a Dios. Además… estoy seguro de que la ciudad en que vives es lo suficientemente grande como para que puedas encontrar alguno que te caiga más simpático…



Un gráfico que lo explica precioso...
lo que es una iglesia

¿Cómo conseguir pasarlo bien en Misa?


1. El sistema básico consiste, primero, en ir a Misa: nunca nadie ha conseguido valorar la Misa a base de no ir.


2. El segundo punto consiste en tratar de vivir la Misa. Es decir, dejar de estar como una estatua y comenzar a estar atento, responder, rezar, cantar, evitar las distracciones, etc. Es decir, que "gozar" la Misa depende más de ti que de la Misa.


3. Estudiar. No se ha inventado otro sistema para aprender lo que uno no sabe. Para gozar la Misa hay que entenderla, para entenderla hay que saber qué es. Hay muchísimos libros y folletos que los encontrarás en cualquier librería. Y además, tienes los webs católicos como éste en Internet para informarte sin salir de casa.

4. Leer y meditar los textos de la Liturgia. Tiene una riqueza inagotable, de manera que nadie que medite las partes y oraciones de la Misa puede aburrirse. Es absolutamente imposible. No se encuentra un límite, de manera que siempre se les puede sacar nuevos sentidos, matices, dimensiones, etc. 

5. Prepararse. Hay oraciones lindísimas para preparar el corazón para tan importante encuentro con Dios.

Texto modificado y acortado del original escrito por el Pbro. Dr. Eduardo Volpacchio



PIDAMOS A LA SANTÍSIMA VIRGEN 

QUE POR INTERCESIÓN SUYA NOS CONCEDA

 LA GRACIA DEL AMOR Y PERSEVERANCIA 

A LA SANTA MISA.


Y no te olvides del Sacramento de la 
Confesión o Penitencia.

Buena explicación para los niños



Los fines del Sacrificio y por lo tanto también de la Misa. Franja

Milán - Coronación de la Virgen María - detalle de la antigua bandera del museo de Cappella Portinari Foto de archivo - 16348470

A través de María Mediadora,
 recibimos todas las gracias de Dios.
 Lo dicen los Santos. Franja.

Confeccionado por Franja

II Domingo (A) del Tiempo Ordinario 15 de enero de 2017

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

Comentario del Evangelio

II Domingo del Tiempo Ordinario 

 15 de enero de 2017


Día litúrgico: Domingo II (A) del tiempo ordinario

Resultado de imagen de «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Comentario

PARA SER CONOCIDO 

 Por Javier Leoz

No ha nacido Jesús para permanecer indefinidamente en el frío pesebre. Mucho menos para quedarse entre los aromas del incienso, en la debilidad simbolizada en la mirra o la realeza que resplandece en el oro. No ha descendido, Dios en nuestra carne, para contentarse con los agasajos de los humildes pastores, la visita regia de los Magos o el destello de la estrella que guía a los que buscan.

1.- El Dios desconocido, en las lecturas de hoy, comienza a revelarse y a dejarse conocer. ¿Realizamos algún esfuerzo por llegarnos hasta el corazón de Dios? ¿Podemos decir que “hemos conocido al Señor en Navidad” o, por el contrario, “ha pasado desapercibido en medio de tantas luces”? ¿Dónde ha quedado Dios en estos días santos que hemos celebrado? ¿Dónde hemos dejado a Dios?

Ha venido el Señor para acampanar junto a nosotros. Para recordarnos que, en el camino del amor, es donde mejor le podemos encontrar, conocer y servir.

Y es que, a veces, nos puede ocurrir como aquel funcionario que –aun teniendo datos de las personas a las que atiende- no conoce nada de lo que acontece en el interior de esas personas. ¿Y nosotros? Sí; tal vez de lejos o de cerca poseamos algunas reseñas o antecedentes sobre el Señor (se hizo hombre por salvarnos, nació en Belén, padeció, murió, resucitó….) ¿Pero sabemos de verdad quién es Jesús?

2.- Conocer a Dios es sumergirnos en sus entrañas. Tener experiencia de su presencia y, por lo tanto, fecundar toda nuestra vida con su Palabra y su soplo divino. ¿Qué ocurre entonces? Pues que, tal vez, tenemos conceptos de Dios y, tal vez, no poseemos a Dios.

En cuántas ocasiones, ante un amigo, hemos exclamado: ¡Cuánto me alegra el haberte conocido! ¡Qué fortuna tengo al tenerte como amigo! Esa es, entre otras por supuesto, la asignatura pendiente de todos los cristianos: conocer, sentir y amar a Dios con todas nuestras fuerzas y sin medida. Y, a continuación, tenerlo como el mayor capital en nuestro vivir.

Cuando nos avergonzamos de ciertas actitudes personales o amorales que se dan en nuestra vida, en el fondo, es porque no hemos conocido totalmente al Señor. Porque, Dios, no es el centro de nuestro vivir y de nuestro pensar. Dios, que se nos ha revelado humildemente en Belén, está al alcance de todos aquellos que intentan (que intentamos) buscarlo con toda sinceridad desde el corazón y con el corazón.

3.- Es en la intimidad y en la oración donde el Señor se nos muestra tal y como es: con amor. Es en la búsqueda, como lo hicieron los Magos, donde encontramos un sendero marcado por la luz de la estrella para dar con Jesús. Es, en el desprendimiento –como lo hicieron los pastores- donde damos muestras de que, el Señor, ha tocado lo más hondo de nuestras entrañas y lo ponemos en el lugar que le corresponde: en el todo de nuestro existir. Es en la tiniebla y en el poder, como aconteció en el pensamiento de Herodes, donde se encuentran los mayores escollos para no arrodillarnos ante el Señor.

Para ello ha venido: para amar y ser amado. Para conducirnos y seducirnos con palabras de ternura y de comprensión. Acompañemos ahora a Aquel que, más que hablar, nos mostrará con su ofrecimiento personal y radical lo que vale el amor de Dios. Para eso….ha venido y para eso ha nacido. ¡Conozcámoslo!



4.- HAS VENIDO POR MI, SEÑOR

Para que,  conociéndote,
sepa que no  existe alguien mayor que Tú
cimientos  más sólidos que los tuyos
(la fe y la  esperanza, el amor y la vida)

Has venido por mí, Señor
Para que,  viéndote, te amé y me fíe de Ti
Para que,  amándote,
ame y me  confíe a los que me necesiten

Has venido por mí, Señor;
y te doy las  gracias y te bendigo
y te  glorifico y te busco
y,  buscándote, pido que reines en mí
Para que,  siendo Tú el Rey de mi vida
no me rinda  en las batallas de cada día
ni me eche  atrás a la hora de defenderte
ni oculte mi  rostro
cuando, a mi  puerta, llamen los dramas humanos

Has venido por mí, Señor
Para que,  mis dolores, siguiéndote
se sientan  aliviados por tu presencia
Para que,  mis pecados, llorando ante Ti
sean  perdonados por tu mano misericordiosa
¡Has venido,  por mí, Señor!
¡Gracias Señor!