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viernes, 14 de abril de 2017

SANTOS DEL 17 AL 23 ABRIL 2017

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

SANTOS DEL 17 AL 23 ABRIL 2017

EMPIEZA EL TIEMPO PASCUAL

 OCTAVA DE PASCUA 

SANTOS DE LA SEMANA



MARTES, 18



San Francisco Solano
San Francisco Solano, fue un fraile y sacerdote franciscano, que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.
Francisco nació en Montilla (Diócesis de Córdoba) en marzo de 1549, fue el hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Tuvo dos hermanos Diego e Inés. Creció en un hogar cristiano y comenzó su educación con los padres de la Compañía de Jesús, los jesuitas de su ciudad, entrando luego en la Orden de San Francisco a los 20 años. Cursó Filosofía y Teología en el convento de Loreto de Sevilla, ordenándose sacerdote en 1576. Solicitó sin éxito ser destinado como misionero al norte de África.
Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII y es llamado “el Taumaturgo del Nuevo Mundo”, por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen.

ORACIÓN
Señor, que diste a tu iglesia un fervoroso evangelizador en san Francisco Solano, te pedimos por su intercesión un ardiente deseo de predicar la Palabra de tu Hijo Jesucristo, con ocasión o sin ella, en cada momento de nuestra vida diaria. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

MIÉRCOLES, 19



San León IX
 Papa de 1049 a 1054  
Nació en Alsacia el año 1002, y estaba emparentado con los emperadores alemanes Conrado II y Enrique III. Era canónigo y diácono cuando fue nombrado obispo de Toul, oficio en el que se mostró reformador de la Iglesia y defensor de su libertad; fue consejero de sucesivos emperadores. Muerto el papa Dámaso II, el emperador Enrique III lo designó papa, pero él se negó a asumir funciones papales hasta que el clero y el pueblo de Roma lo eligieron. Con él se puso en marcha la reforma de la Iglesia. Celebró un sínodo en Roma, viajó por Europa visitando diócesis y celebrando sínodos, impulsando el espíritu de reforma y revitalizando los estamentos eclesiales, luchando contra la simonía y la vida irregular de sacerdotes. Estuvo un tiempo preso de los normandos. Surgida la polémica con el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario, tras hacer cuanto estaba de su parte para salvar la unidad de la fe y de la disciplina de la Iglesia, le envió una embajada que acabó excomulgándolo el 16 de julio de 1054, fecha de la ruptura entre Oriente y Occidente. El papa murió antes, el 19 de abril de aquel mismo año.

ORACIÓN
Dios nuestro, que pusiste a san León IX como sucesor de Pedro y le confiaste el cuidado de toda la Iglesia, con su intercesión, protege al rebaño que amas, para que se encamine, por la caridad y la integridad de la fe, a la patria celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

JUEVES, 20



Poco se sabe de la primera parte de la vida de este disciplinado clérigo, nacido probablemente en Agen, en la actual Francia.
Es motivo de confusión el hecho de que dos siglos antes haya vivido un escritor que llevó precisamente el nombre de Sulpicio Severo. A San Sulpicio se le apoda “Severo” para distinguirlo de otro obispo de Bourges, San Sulpicio Pío.
Una tradición cuenta que nuestro Sulpicio contrajo matrimonio y estuvo casado muchos años, sin embargo siempre abrigó la inquietud de dedicar su vida al servicio de Dios.
A la edad de 35 años se decidió a comunicar a su esposa su decisión definitiva, y a partir de ahí pasa su vida rezando, en penitencias, escribiendo y estudiando a San Paulino de Nola, a San Jerónimo y a muchos autores de la Iglesia.
En 584 es nombrado Obispo de Tours, y de ahí traslada su sede a Bourges, en Aquitania (Francia). Convocó a un concilio provincial en Auvernia. También participó en el Concilio de Macon de 585. Murió en santa paz, posiblemente a la edad de 80 años.
San Sulpicio Severo nos enseña la importancia de seguir la vocación personal y de actuar con disciplina.

ORACIÓN
Dios de todas las criaturas, que te has dignado agregar a san Policarpo, tu obispo, al número de los mártires, concédenos, por su intercesión, participar con él en la pasión de Cristo, y resucitar a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

VIERNES, 21



San Anselmo de Canterbury (o de Aosta)
  Obispo y doctor de la Iglesia 
Nació el año 1033 en Aosta (Piamonte, Italia) de familia noble y rica. En su juventud quiso abrazar la vida monástica, pero no se lo permitió su padre. Estuvo viajando por varios países, hasta que llegó al monasterio benedictino de Bec, en Normandía (Francia), donde le cautivó la figura de Lanfranco de Pavía y en el que ingresó. Estudió, se ordenó de sacerdote y enseñó teología. En 1078 fue elegido abad y se consagró a la formación de los monjes en el camino de la Regla y en el servicio de Dios. Visitó Canterbury (Inglaterra), donde estaba de arzobispo Lanfranco de Pavía, y fue tal la impresión que dejó, que lo eligieron para sucederle en 1093. Al frente de su diócesis tuvo que padecer mucho por defender la libertad de la Iglesia en sus tirantes relaciones con los monarcas ingleses, sufriendo dos veces el destierro. Fue un teólogo eminente y su amplia producción literaria es importante para el desarrollo del pensamiento cristiano en siglos posteriores. Es el prototipo del creyente que busca entender su fe para dar razón de ella. Murió en su sede episcopal el 21 de abril de 1109.

ORACIÓN
Señor Dios, que has concedido a tu obispo san Anselmo el don de investigar y enseñar las profundidades de tu sabiduría, haz que nuestra fe ayude de tal modo a nuestro entendimiento, que lleguen a ser dulces a nuestro corazón las cosas que nos mandas creer. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SÁBADO, 25

Resultado de imagen de San Sotero ► Papa del año 166 al año 175

San Sotero
 Papa del año 166 al año 175
Nos han llegado pocas noticias de su vida y de su actividad al frente de la Iglesia. Era originario de Fondi (Campania, Italia). Sabemos, porque lo refiere Eusebio de Cesarea en su Historia eclesiástica (libro IV, 23), que el obispo san Dionisio de Corinto le escribió una carta dándole las gracias por la considerable ayuda que la Iglesia de Roma había enviado a la de Corinto, que atravesaba graves dificultades económicas, para atender al ministerio de la caridad, en especial a las viudas, los huérfanos y los que cumplían condena con trabajos forzados en las minas. Es posible pero no seguro que muriera mártir.

ORACIÓN
Dios nuestro, que pusiste a san Sotero como pastor de toda la Iglesia y lo hiciste brillar por su sabiduría y santidad, concédenos, a quienes veneramos sus méritos, poder dar testimonio ante los hombres con las buenas obras y glorificarte siempre por el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

DOMINGO 26
II de Pascua



O de la Divina Misericordia

El origen de esta devoción es muy reciente y se debe a Sor María Faustina Kowalska. Elena Kowalska, nació en Glogowice en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entro a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia con el nombre María Faustina. A partir de 1931 y hasta 1938, año de su muerte, sor Faustina, tuvo una serie de revelaciones de Jesús la cuales dejó por escrito en un diario compuesto por más de 600 páginas. Durante casi veinte años esta devoción estuvo prohibida, pero desde el 15 de abril de 1978 la Santa Sede dio su autorización a la práctica de la devoción. Fue beatificada el 18 de abril de 1993 por S. S. Juan Pablo II y proclamada santa el 30 de abril de 2000. La fiesta de la misericordia se celebra el domingo siguiente al de Pascua de Resurección.
La encíclica sobre la misericordia divina ("Dives in misericorida", 30 de septiembre de 1980) subraya como función principal de la Iglesia proclamarla, practicarla y pedirla. El 22 de septiembre de 1981 el Papa Juan Pablo II dijo en el Santuario del Amor Misericordioso, sito en Collevalenza (Italia): "Desde el principio de mi Pontificado he considerado este mensaje como mi cometido especial. La Providencia me lo ha asignado".
ORACIÓN
Oh Dios, cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límites, míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre, con gran confianza, nos conformemos con Tu Santa Voluntad, la cual es idéntica con Tu Misericordia, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey de Misericordia, quien con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre. Amén.
El mismo día..



SAN JORGE

La figura de este mártir nos llega desde la remota antigüedad cristiana envuelta en leyenda. Nacido en Capadocia y educado en la fe cristiana por su madre, dejó su cargo en el ejército imperial, cambiándolo por la profesión de la milicia cristiana; repartió sus bienes entre los pobres, se enfrentó a los cultos paganos y sufrió cruel martirio durante la persecución de Diocleciano a comienzos del siglo IV. Ya en ese siglo fue objeto de veneración en Dióspolis o Lidda (Palestina), donde había una iglesia construida en su honor, en la que se veneraba su sepulcro. Su culto se difundió ampliamente desde muy antiguo por Oriente y Occidente. La tradición popular y el arte lo representan como el caballero que hace frente al dragón, símbolo de la fe intrépida que triunfa sobre la fuerza del maligno.

ORACION
Señor, alabamos tu poder y te rogamos que san Jorge, fiel imitador de la pasión de tu Hijo, sea para nosotros protector generoso en nuestra debilidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Confeccionado por Franja y Allen-Perkins


domingo, 9 de abril de 2017

Consejos practicos sobre el Sacramento de la Confesion por Mons. Munilla

Homilías del Papa y Temas sacerdotales






VIDEO: Consejos para una buena confesión en Semana Santa
Por Blanca Ruiz
         
MADRID, 08 Abr. 17 / 04:41 pm (ACI).- Hace un año en una charla sobre el sacramento de la penitencia el Obispo de San Sebastián (España), Mons. José Ignacio Munilla, ofreció algunos consejos prácticos para acercarse a la Confesión.

Mons. Munilla destacó la iniciativa "24 horas para el Señor” en donde muchas personas se acercan a la confesión: “he podido tener experiencias concretas que redescubrir el tesoro del sacramento de la misericordia”, aseguró el Prelado en marzo de 2016.

Aquí los 5 pasos para una buena confesión.

1. Examen de conciencia
“Prepararse para la confesión no tiene que ser distinto de hacer un rato de oración, poniéndose en presencia de Dios y eso es hacer oración”, aseguró el Prelado quien animó a “pedir luz al Espíritu Santo, para vernos con los ojos de Dios”.
En ese sentido explicó que puede ser útil repasar los mandamientos de la ley de Dios o los de la Santa Madre Iglesia para ver en qué se ha pecado. “O a través de las bienaventuranzas, el repaso de los pecados capitales, o con las virtudes teologales y morales”, afirmó.


2. Dolor de corazón
“El segundo consejo es que la confesión vaya precedida por una acto de amor de Dios, que es el acto de contrición. El amor y el dolor son la cara y cruz de una misma moneda, una gran alegría porque Dios me perdona y una gran pena porque no he sabido amarle como se merecía”.

El Obispo de San Sebastián destaca que es “esencial el acto de contrición” que va unido al “deseo de confesar nuestros pecados”.

3. Propósito de enmienda
“Está muy ligado a la contrición y se trata de ver qué pasos tengo que dar para que mi arrepentimiento sea proactivo y sincero”, explica.

Además habla también de hacer un “ejercicio de discernimiento” para ver qué se podría hacer para vencer cuando seamos tentados.

“Es un juicio de prudencia para ver cómo situarnos ante la tentación. A la tentación hay que vencerla respondiéndole desde el primer segundo, que no crezca, que no se haga más fuerte”, insiste. 

Además destaca que “con el demonio no se dialoga, porque siempre se sale perdiendo”.

4. Confesar los pecados al sacerdote
El Obispo de San Sebastián recordó la importancia de confesarse ante un sacerdote porque durante el sacramento éste actúa ‘in persona Christi’, “pero también representa a la Iglesia y a mis hermanos a los que has ofendido y que también te perdonan”.

En ese sentido ha subrayado que “la aplicación comunitaria de la absolución nos ha hecho un mal tremendo” ya que se trataba de algo para casos extremos y cuyo uso se generalizó.

5. Cumplir la penitencia
Mons. Munilla recordando a San Francisco Javier y otros santos, subrayó la importancia de que las penitencias sean pedagógicas y “sirvan para que el pecador sea consciente del proceso de santificación que debe llevar su vida”.
También animó a vivir la penitencia “desde su sentido medicinal, de curación”.

Animó a que la confesión “sea un encuentro transformador, de gracia que nos hace hombres nuevos” y recordó que “para un sacerdote este sacramento es exigente, pero comparte con el corazón de cristo una alegría inmensa cuando es testigo de un nuevo nacimiento”.

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viernes, 7 de abril de 2017

VÍA CRUCIS DE LA VIRGEN DOLOROSA

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona 

 Durante la Santa Cuaresma. Es bueno recordar el ejercicio piadoso del Vía Crucis. Se ganan muchas indulgencias y hace mucho bien a las almas. La consideración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor nos enseña a lo vivo,  cuánto le hemos costado. ¡Toda la Sangre de Cristo! Y si lo hacemos acompañando a la Virgen Dolorosa, tendremos la máxima ayuda que puede tener un cristiano, hijo de Dios, hijo de Santa María. Un abrazo de amigo.  Franja

¿Conoces las indulgencias otorgadas 
al Ejercicio piadoso del Vía-Crucis?
****************

Las Indulgencias del Vía-Crucis 
Regulaciones actuales sobre las indulgencias
 Publicadas en el Enchiridion Indulgentiarum 
Normae et Concessiones,
Mayo de 1986, Librería Editrice Vaticana
(Traducción no oficial del inglés
 por el Padre Jordi Rivero)

Se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que devotamente hacen las Estaciones de la Cruz.
El ejercicio devoto de las Estaciones de la Cruz ayuda a renovar nuestro recuerdo de los sufrimientos de Cristo en su camino desde el praetorium de Pilato, donde fue condenado a muerte, hasta el Monte Calvario, donde por nuestra salvación murió en la cruz.
Las normas para obtener estas indulgencias plenarias son: 
1. Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley.
2. Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.
3. Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales. Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor. No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.
4. El movimiento de una Estación a la otra.  Si no es posible a todos los presente hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente,  es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.
5. Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
6. Otros ejercicios de devoción son equivalentes a las Estaciones de la Cruz, aun en cuanto a indulgencias, si éstos nos recuerdan la Pasión y muerte del Señor y están aprobados por una autoridad competente. .
7. Para otros ritos. Los patriarcas pueden establecer otros ejercicios devotos en memoria de la Pasión y muerte de nuestro Señor, en manera similar a las Estaciones de la Cruz.


¿Conoces las Estaciones del Vía-Crucis?
¿Conoces la Vía Dolorosa,  la Calle de la Amargura?




VÍA CRUCIS DE LA VIRGEN DOLOROSA

EL 
VÍA CRUCIS DE LA VIRGEN DOLOROSA

Escrito por Madre Adela Galindo, 
Fundadora SCTJM
(Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María), SCTJM

Cristo Redentor, María corredentora

En la Pasión y Crucifixión hay dos personajes que pagaron con sus propias vidas el precio de nuestra redención: Cristo, nuestro Salvador y redentor, que con su sangre preciosa, lavó nuestros pecados y nos abrió la puerta del Cielo. Y María, la Madre dolorosa, la corredentora, que por su amor inmenso hacia Jesús, padece la agonía de su hijo, y así consumida de dolor, inmersa en el cáliz de la sangre redentora de su Hijo, comparte plenamente el sacrificio salvífico de Jesús.  ...y todo por amor a nosotros!
El Camino del Calvario, no solo fue recorrido por Cristo. La Vía dolorosa es también el camino que María recorre, acompañando y consolando a su Hijo. Su campana y su consuelo son silentes y escondidos, desde un rincón de la calle, Ella camina presenciando todo el dolor de su hijo. María desde su lugar, vive la pasión de su amado Hijo dándole la fuerza y la gracia de su amor.

"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.
(Al final de cada estación se repite esta jaculatoria) 

Primera Estación:
 "Jesús condenado a Muerte" 

Oh Madre Dolorosa... ¿qué sintió tu corazón cuando escuchaste la sentencia de muerte que imponían a tu adorado hijo? Tu que le diste vida, que lo llevaste en tus entrañas, que le amamantaste, que lo viste crecer, caminar, hablar ... y ahora serias testigo de su muerte. !Qué dolor Madre para ti verlo recorrer el camino pedregoso y estrecho que lo llevaría hacia su crucifixión!  María, Madre del injustamente condenado, se que tu hubieras querido tomar el lugar de Jesús, pero sabias que era el momento de su martirio. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Segunda Estación:
 "Jesús carga con su Cruz"

 Oh Madre Dolorosa...tu que has sentido el gran dolor de ver a tu hijo con una corona de espinas enterrada en su tierna cabeza; tu que le has visto su cuerpo todo latigado, sangrando,  y su carne toda llagada... Ahora tienes que ver como, sin ninguna consideración, en esa piel tan herida y adolorida, le colocan una cruz. Tu, Madre, sientes en tu corazón, el peso apremiante de ese madero que colocan sobre los hombros de tu amado Hijo. Y tu María, sin poder tomar su Cruz aunque eso era lo que tu corazón deseaba hacer. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Tercera Estación:
 "Jesús cae por primera vez"

 Oh Madre Dolorosa... tu que viviste para cuidar a tu hijo, ¡qué duro fue para ti verlo ahí indefenso! María, todo tu ser reaccionó y quisiste ir a recoger a Jesús, acariciarle, mitigarle su dolor, igual que cuando niño se caía y tu le limpiabas, le curabas. Pero, no podías hacerlo, debías solo orar y pedirle al Padre Celestial, que le diera las fuerzas necesarias para continuar...Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Cuarta Estación: 
"Jesús se encuentra con su Madre"

 Oh Madre Dolorosa... tu corazón no aguanta más el deseo de darle un poco de cariño a tu hijo. Entonces, te adentras entre la multitud gritando el nombre que tantas veces llamabas para que fuera a comer, a estudiar: "¡Jesús, Jesús, Mi hijo...!" y por fin logras llegar a donde está tu hijo Jesús. Tus ojos llenos de lágrimas y angustia ...sus ojos llenos de dolor, soledad, mendigando de los hombres un poco de amor... En ese momento tomaste fuerzas del amor que le tienes y con tu mirada silenciosa pero mucho más elocuentes que las palabras, le dices: "Adelante hijo, hay un propósito para todo este dolor... la salvación de los hombres, de aquellos a quienes quieres devolverles el poder ser hijos de Tu Padre Celestial. Y regresas, Madre, silenciosa a tu lugar, escondida entre la muchedumbre, guardando todo esto en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Quinta Estación:
 "Simón Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz"

Oh Madre Dolorosa... qué alivio sentiste cuando viste que un hombre va ayudar a tu pobre y destrozado hijo, a cargar con esa cruz tan pesada. No sabes quien es ese hombre, sabes que no lo hace por amor o por compasión pues le están obligando a llevar la cruz de tu hijo. Pero lo único que sabes es que jamás olvidarás el rostro de aquel hombre que alivió el dolor de tu hijo... oras y pides a Dios que mientras carga la cruz, la sangre de Jesús, que corre por el madero, toque su corazón y le haga comprender cuánto amor se revela en esa cruz, cuánta misericordia se manifiesta en ese evento del cual el está siendo participe. Y tu, Madre recordarás por siempre el rostro de aquel extraño que desde ese momento se convirtió para ti en un hijo. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Sexta Estación: 
"La Verónica limpia el rostro de Jesús"
Oh Madre Dolorosa, has estado orando y suplicando al Padre que mueva el corazón de alguien para que generosamente corra al auxilio de tu hijo. Deseabas que fuera una mujer, para que con su delicadeza maternal, aliviara tanta aspereza y brusquedad que ha recibido Jesús. Y cuando ves a la Verónica acercarse a limpiar el rostro todo desfigurado de tu hijo, sientes que tu corazón va a estallar. Ves como su velo blanco y limpio se posa sobre el rostro sangriento y sudado de tu amado Jesús... Y tu sabes Madre, que ante una acción tan amorosa, tu hijo va a dejar una huella de su presencia... El rostro de tu hijo, grabado en un velo blanco... así como está grabado en tu Inmaculado Corazón. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Séptima Estación:
"Jesús cae por segunda vez" 

Oh Madre Dolorosa... sientes que con Jesús tu también vas a caer... Tratas de ir a socorrerlo, pero un soldado te detuvo. Tu corazón parece que va a desfallecer, puedes imaginarte el dolor que debe sentir tu hijo Jesús al caer y volver a caer sobre las piedras, rasgándose las rodillas y abriéndosele más las llagas de los azotes. Madre, ¿qué sentías, qué deseabas...? Solo si pudieras llegar hacia donde estaba tu amado hijo, y le dieras un poco de agua, un poco de ternura... Madre tu querías darle todo con tal de aliviar su sufrimiento y su fatiga... Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Octava Estación: 
"Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús"
Oh Madre Dolorosa... tus lagrimas han ido humedeciendo el camino tan seco y árido que recorre tu hijo; tus lágrimas de amor y sacrificio van mezclándose con la sangre de tu hijo que cae sobre la tierra. Sufres al ver la frialdad de los hombres ante espectáculo tan doloroso... pero de pronto encuentras que unas mujeres lloran de compasión al ver a tu hijo tan destrozado... y descubres que Jesús se detiene ante ellas... Les dice que no lloren por El, sino que lloren mas bien por ellas y sus hijos... Quizás ellas no entendieron Madre, pero tu si comprendiste la profundidad de aquellas palabras de tu hijo. Sabias en tu corazón, que El las llamaba a un arrepentimiento verdadero, a que lloraran mas bien por sus propios pecados. Tu amado hijo, en medio de su gran sufrimiento seguía siendo el gran maestro de los hombres...Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Novena Estación:
 "Jesús cae por tercera vez" 

Oh Madre Dolorosa... ves como los soldados obligan a tu hijo a apresurar el paso para así ya acabar con tan incomoda misión. Lo hacen caminar tan rápido, que Jesús en su debilidad y agotamiento, tropieza y cae de nuevo. Los soldados le gritan y le golpean para que se levante... y tu Madre sufriente, lo único que deseas es susurrar en el oído de tu hijo aquellos cánticos de amor, aquellos versos tiernos y dulces que le cantabas por las noches. Deseabas abrazarlo y ayudarle a levantarse para que llegara a su meta final, la cruz. Ya le queda muy poco, y tu corazón está tan desgarrado de compasión por tu hijo que lo único que deseas es que ya llegue a su descanso...Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Décima Estación: 
"Jesús es despojado de sus vestiduras" 

Oh, querida Madre Dolorosa... en este momento recuerdas ese glorioso momento cuando tuviste a Jesús por primera vez en tus brazos en medio de la pobreza del portal de Belén. Lo envolviste en pañales y lo colocaste en un pesebre. Querías que no pasara frío, que no estuviera desnudo, sino que esa ropita que le habías hecho con tanto amor cubriera su inmaculado cuerpo. Qué dolor para ti, María, ver a tu hijo despojado de su ropa... tu que viviste para cubrirlo, protegerlo y cuidarlo, hoy lo ves indefenso, desnudo... muriendo en la misma pobreza en que nació. Y de pronto ves, Madre, en el rostro de Jesús un gesto de profundo dolor, y es que al quitarle la túnica, también arrancaron pedazos de su cuerpo que se habían pegado a la tela...Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón... ¡Todo lo hiciste por que confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Undécima Estación:
 "Jesús es clavado en la cruz" 

Oh, Madre Dolorosa... te preguntas si no es suficiente todo lo que le han hecho, todavía falta más... Ves como colocan a tu hijo en la cruz, ni siquiera podrá pasar sus últimos momentos con algún descanso. No, ahora ves como amarran a la cruz su cuerpo todo herido. Pero, Virgen Mártir, tu corazón se detuvo al oír los martillazos que atravesaban sus huesos. Sus manos y sus pies completamente taladrados por esos clavos. Tu, María, recibes esos clavos, como si verdaderamente te clavaran a ti. Quisieras decirles a los soldados que todo eso no era necesario...no necesitaban clavos para mantener a tu hijo Jesús en la cruz, su amor por los hombres lo hubiera sostenido allí, en la cruz hasta la muerte...Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Duodécima Estación: 
"Jesús muere en la Cruz" 

Madre Dolorosa, ahí estás tu, al pie de la Cruz de tu hijo... firme, de pie como toda una Reina. Al lado de tu hijo, ofreciéndote tu como sacrificio de consolación. Y ves como un soldado traspasa con una lanza el corazón de tu hijo... y tu corazón Maria es en ese momento traspasado espiritualmente por la misma lanza... La unión indisoluble de tu corazón con el corazón de Jesús, queda revelada para toda la eternidad. Tu corazón recibe místicamente los efectos del traspaso físico del corazón de tu Hijo. Oh Madre, tu hijo ha muerto, y sientes el dolor, el vacío, la soledad, pero también el descanso de saber que ya el mundo con toda su hostilidad no le pueden hacer mas daño... Qué grande eres María; tu, igual que tu hijo Jesús, llegaste hasta el final. Es en la cima del Monte Calvario, en esa cruz donde tu hijo es elevado en su trono de Rey, que tu te conviertes en Reina. Tu reinado María, lo alcanza tu gran amor y tu fidelidad en el dolor. Todo parece acabado... y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Décima tercera Estación:
 "Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su Madre" 

Oh Madre Dolorosa, ahora si puedes tener a tu hijo en tus brazos. Te parece mentira, que aquel niño que tantas veces acunaste, arrullaste y estrechaste contra tu pecho, luce hoy como un despojo humano. Pero lo único que importa en ese momento es tenerlo a El de nuevo en tus brazos maternales. Sabes que el no puede sentir tus caricias, ni tus besos, pero aun así lo besas y lo acaricias... quieres como borrarle el horror de lo que los hombres le hicieron a través de tu ternura y de tu amor. Madre, cómo lo estrechabas, cómo abrazabas ese cuerpo tan desfigurado... sabias que El había llevado sobre si toda nuestra culpa, que con su dolor El había sanado las llagas de nuestros pecados, que con su ser todo destrozado El había devuelto la belleza a nuestras almas... Y al mirarlo ahí posando inmóvil en tus brazos solo pensabas que El vivió para amar y ahí estaba la prueba más grande de su amor. Y por eso... todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón...  ¡Todo lo hiciste por que confiabas en el amor del Padre!
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

Décima cuarta Estación:
 "Jesús es colocado en el sepulcro" 

Madre Dolorosa, tu nunca dejas a tu hijo, vas con los que lo llevan a enterrar, pues quieres acompañarle hasta su tumba. Tu quisieras arreglar su cuerpo, vestirlo, ponerle un manto blanco, suave y perfumado, pero nada de eso se te permite hacer. Recuerdas en ese momento, los nueve meses que lo tuviste en tu vientre. Donde lo guardabas con tanto amor, refugiándolo y cuidándolo del maltrato del mundo. Y es así como lo depositas en esta tumba. Es hora de dejarlo y de cerrar la puerta del sepulcro. Qué dolor Madre, saber que El se queda ahí, y que tu debes continuar aquí en la tierra, enfrentándote a la oscuridad, a la burla, a la indiferencia, al desprecio que aun después de muerto sigan haciéndole los hombres. María, tu caminas despacio como no queriendo separarte de tu hijo... pero... una gran paz envuelve tu corazón traspasado de dolor... La paz y el gozo de saber que tu hijo muy pronto...
"Señor,  pequé...Tened piedad de mi y de todos los pecadores. Bendita sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Santísima Madre". Amén.

RESUCITARÁ
Autora:
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM

Décima  quinta estación. 
"Jesucristo resucitó al tercer día de entre los muertos"

Resucitados con Cristo.
Del Catecismo de la Iglesia católica:
1002 Si es verdad que Cristo nos resucitará en "el último día", también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte y en la Resurrección de Cristo:
«Sepultados con él en el Bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos [...] Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» (Col 2, 12; 3, 1).
1003 Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Flp 3, 20), pero esta vida permanece "escondida [...] con Cristo en Dios" (Col 3, 3) "Con él nos ha resucitado y hecho sentar en los cielos con Cristo Jesús" (Ef 2, 6). Alimentados en la Eucaristía con su Cuerpo, nosotros pertenecemos ya al Cuerpo de Cristo. Cuando resucitemos en el último día también nos "manifestaremos con él llenos de gloria" (Col 3, 4).


Demos gracias al Señor y a la intercesión amorosa de nuestra Madre la Virgen María por tantos beneficios recibidos. No estamos solos. De la misma manera que Santa María acompañó a su Hijo hasta el Calvario y fue la primera en el anuncio de la Resurrección, también a través de nuestra vida terrena, Maria Santísima camina a nuestro lado para ayudarnos a levantar de nuestras numerosas caídas y nos acompañará siempre hasta el final. 
Santa María, Madre de Dios,  ruega por nosotros ahora 
y en la hora de nuestra muerte. 

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 Vía Crucis de la Virgen Dolorosa,
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Seguro que os lo agradecerán.
 Franja
Imagenes 
Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, SCTJM




Recemos para que tengan muchas vocaciones. 
Amén.