Este cuento os lo pongo a consideración
porque os puede dar una idea
de lo que está pasando en la vieja Europa.
Aquello de las raíces cristianas no importan,
nos han traído estas consecuencias.
Franja.
Charles Swindoll.
Al difunto Peter Marshall, elocuente
orador y durante muchos años el capellán del Senado de Estados Unidos, le encantaba
contar el cuento de
"El cuidador del manantial",
Un tranquilo
habitante de la foresta que vivía en las alturas de una aldea austríaca situada
en la ladera oriental de los Alpes. El viejo caballero había sido contratado
muchos años antes por un joven concejo municipal para limpiar los desechos que
cayeran en las pozas que el agua formaba en las grietas de la montaña, que alimentaban
la hermosa corriente de agua que fluía a través del pueblo. Con fiel y
silenciosa regularidad, patrullaba las colinas, sacaba las hojas y ramas, y
quitaba el sedimento de lodo que de otra forma hubiera atascado y contaminado
la fresca corriente de agua.
Poco a poco el pueblo se volvió una atracción
popular para vacacionistas. Elegantes cisnes flotaban a lo largo del cristalino
manantial, las ruedas de los molinos de varios negocios establecidos cerca del
agua daban vueltas día y noche, las tierras de labranzas se irrigaban
naturalmente, y la vista de los restaurantes era más pintoresca de lo que
pudiera describirse.
Por voto unánime, prescindieron de los servicios del viejo.
Durante muchas semanas nada cambió. Para principios del otoño, los árboles
empezaron a dejar caer sus hojas. Pequeñas ramitas se quebraron y cayeron
dentro de las pozas, obstaculizando el fluir del agua.
Un mediodía alguien notó
un ligero color amarillo oscuro en el manantial. Un par de días más tarde el
agua estaba mucho más oscura. En menos de una semana, las orillas del río
estaban cubiertas de una película pegajosa y pronto se sentía un olor
nauseabundo.
Las ruedas de los molinos se movían más lentas, hasta que algunas
se detuvieron. Los cisnes se fueron, al igual que los turistas. Las garras de
la enfermedad y la epidemia se clavaron hondo en la aldea.
A toda prisa, el turbado concejo convocó a una reunión especial. Dándose cuenta de su craso error de juicio, contrataron de nuevo al viejo cuidador del manantial... y en pocas semanas un verdadero río de vida comenzó a despejarse. La ruedas empezaron a dar vueltas, y una nueva vida regresó de nuevo a la aldehuela de los Alpes.
Aunque sea una fantasía, el cuento es más que un relato vano. Proporciona una
analogía vívida e importante relacionada directamente a los tiempos en que
vivimos. Lo que el cuidador del manantial significaba para la aldea, significan
los siervos cristianos para nuestro mundo. El sabor y el poder de preservar de
un puñado de sal, mezclado con el esperanzador rayo de luz que ilumina puede
parecer débil e inútil... Pero
A toda prisa, el turbado concejo convocó a una reunión especial. Dándose cuenta de su craso error de juicio, contrataron de nuevo al viejo cuidador del manantial... y en pocas semanas un verdadero río de vida comenzó a despejarse. La ruedas empezaron a dar vueltas, y una nueva vida regresó de nuevo a la aldehuela de los Alpes.
¡Dios salve a cualquier
sociedad que intente existir sin ellos!
Como ves, la aldea sin el cuidador del manantial es una perfecta representación
del sistema mundial sin la sal y la luz.
Las preciosas flores de Edelweiss
Una canción suiza, que una película
"Sonrisas y lágrimas"
hizo más famosa aún.
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