Los padres de la Virgen María,
los abuelos de Jesús:
San Joaquín y Santa Ana
Para conocerlos mejor
Preparáis la venida de
Cristo
_acogiendo / de Dios a María, /
oh Joaquín y Ana,
/ y nos la_ofreciendo /
cual de_él su_Arca Santa.
/ Pues la vida le disteis, os lo_agradecemos.
1. Oh cuál Dios disponía
/ todo_en
vuestra_existencia;
/ en saber y virtudes, /
cuán grande_el crecer.
/ Ordenaba
Dios todo
dignos padres que fueseis
/ de la que digna Madre
/ del
Dios-Hombre_iba_a ser.
2. Ana,_en hebreo, suena:
/
«gracia,_amor, oración». /
De María la madre
/ todo_eso_encarnó. /
Del misterio
testigo / de la Inmaculada,
/ dice, cual ella luego: /
«Dios gran obra_en
mí_obró».
3. El Reino de los Cielos,
/ cual
tesoro_y cual perla,
/ se_encontraba_escondido /
allá_en Nazaret. /
Pues María,
que_es hija / de Joaquín y de Ana, /
se prepara_al anuncio /
que_ha de darle
Gabriel.
4. María, por sus padres
educada_en el culto
/ de lo que Dios hablaba,
/ sin par lo_asumió /
leyendo_y
meditando /
la Sagrada_Escritura; /
por lo que_en su “Magníficat” /
de_ello muy
se sirvió[i].
Un vídeo
para los niños y grandes:
[i] Cf Juan Pablo II,
Ángelus 25‑7‑1999 (ge sp fr en it po):
«Mañana la liturgia celebrará la memoria de san Joaquín y santa Ana, a quienes
la tradición, que se remonta al evangelio apócrifo de Santiago, venera como
padres de la santísima Virgen María (…). En el umbral del Nuevo Testamento,
precisamente san Joaquín y santa Ana preparan la venida del Mesías, acogiendo a
María como don de Dios y ofreciéndola al mundo como inmaculada “arca de la
salvación”».
Audiencia general 26‑7‑1995 (sp it),
palabras en checo: «Ana, en hebreo, significa “gracia, amor, oración”. La madre
de María, santa Ana, es la encarnación de todo esto. Además, su “genio
femenino” es testigo del misterio de la inmaculada concepción de la Virgen
María. También santa Ana podía decir con razón: “El Poderoso ha hecho obras
grandes en mí”. Y a las mujeres de hoy dice que el Señor quiere hacer grandes
cosas en las que, como ella, sepan creer, amar y servir, sabiendo que servir a
Dios es reinar».
Ángelus 26‑7‑1981 (sp it po):
«En este día la Iglesia recuerda a los Santos Joaquín y Ana, padres de María de
Nazaret. Por eso, el primer sentimiento que aflora en nuestros corazones es un
sentimiento de gratitud hacia aquellos que dieron la vida a la Madre de Dios
(…). A semejanza de un tesoro o de una perla de gran valor (cf Mt 13, 44‑45),
el Reino de Dios –el Reino de los cielos– se encontraba escondido en aquella
casa de Nazaret, en la que María, hija de Joaquín y Ana, se preparaba al
momento de la Anunciación».
Audiencia general 13‑6‑1990 (sp it):
«Del alma de María brota un canto de júbilo, el Magníficat, en
el que también ella expresa su alegría: “Exultó mi espíritu en Dios mi
Salvador” (Lc 1, 47). Educada como estaba en el culto de la palabra de Dios,
conocida mediante la lectura y la meditación de la Sagrada Escritura, María en
aquel momento sintió que subían de lo más hondo de su alma los versos del
cántico de Ana, madre de Samuel (cf 1S 2, 1‑10), y de otros pasajes del Antiguo
Testamento, para dar expresión a los sentimientos de la “hija de Sión”, que en
ella encontraba la más alta realización. Y eso lo comprendió muy bien el
evangelista Lucas gracias a las confidencias que directa o indirectamente
recibió de María. Entre estas confidencias debió de estar la de la alegría que
unió a las dos madres en aquel encuentro, como fruto del amor que vibraba en
sus corazones. Se trataba del Espíritu-Amor trinitario, que se revelaba en los
umbrales de la “plenitud de los tiempos” (Ga 4, 4)».
Una trabajo de Fr. Gregorio Cortázar
Vinuesa
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