Blog Católico de Santa María de Baiona
nº715
nº715
La Roca
Se apareció Dios a un hombre, le dijo
que tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a la cabaña. El
Señor le pidió que empujara la roca.
Un
hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y
apareció Dios.
El
Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a
la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas.
El
hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que
salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus
fuerzas... y esta no se movía.
Todas
las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos
sus esfuerzos eran en vano. Como el hombre empezó a sentirse frustrado Satanás
decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente: has estado
empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido.
Le
dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era
imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron
su sentimiento de frustración y desilusión.
Satanás
le dijo:
- Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible. Solo
haz un mínimo esfuerzo y será suficiente.
El
hombre pensó en poner en práctica esto pero antes decidió elevar una oración al
Señor y confesarle sus sentimientos:
- "Señor, he trabajado duro por mucho
tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me
pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro.
¿Qué pasa?
¿Por qué he fracasado? ".
El
Señor le respondió con compasión:
- Querido amigo, cuando te pedí que me
sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con
todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu
tarea era empujar.
Ahora
vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad
fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda
fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se
han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades
ahora son mayores que las que tuviste alguna vez.
Cierto,
no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para
ejercitar tu fe en mi. Eso lo has conseguido.
Ahora, querido amigo,
yo moveré
la roca.
Algunas
veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro
intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios solo nos pide
obediencia y fe en él. Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero
conscientes que es Dios quien al final logra moverlas.
Cuando
todo parezca ir mal... solo ¡EMPUJA!
Cuando estés agotado por el trabajo... solo ¡EMPUJA!
Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... solo ¡EMPUJA!
Cuando no tienes más dinero para pagar tus cuentas... solo ¡EMPUJA!
Cuando la gente simplemente no te comprende... solo ¡EMPUJA!
Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... solo ¡EMPUJA!
Cuando estés agotado por el trabajo... solo ¡EMPUJA!
Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... solo ¡EMPUJA!
Cuando no tienes más dinero para pagar tus cuentas... solo ¡EMPUJA!
Cuando la gente simplemente no te comprende... solo ¡EMPUJA!
Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... solo ¡EMPUJA!
Hay rocas imposibles de mover o de cambiar.
Tal vez ESA no es nuestra misión.
Anónimo.
Bienaventurados...
Un fuerte abrazo y mi oración,
para que nunca dejes de "empujar"
Te lo recomienda, Franja
Desconocido
¡Me ha encantado!
ResponderEliminarComo usted siempre dice: "Dios sabe más" Tenemos que aprender a perseverar en la fe y a confiar sin límites en Dios.
Tenemos que aprender con el ejemplo de Nuestra Madre María a decir: "Hágase en mí tu voluntad"
¡Enhorabuena por esta maravilla de blog!