Blog Católico de Santa María de Baiona nº. 730
Una mañana de
domingo en vez de...
Por Carmen Pérez Rodríguez
Dos
chicas de 16 años murieron en Brasil. Después de 13 días, desaparecidas, las
madres de las chicas manifestaron desconocer a los propietarios de la casa
donde sus hijas habían ido a pasar el fin de semana. La tragedia y el crimen
siguen sin respuesta. Tras la muerte, el texto que sigue fue entregado por un profesor de Ética a todos los alumnos de su clase, para que se lo entregasen a sus padres. La única condición solicitada por el profesor fue que cada alumno permaneciese al lado de sus padres hasta que terminasen la lectura.
“Padres malos”
Se llama
los “Padres malos” Un día, cuando mis hijos estén
crecidos lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y
madres, yo habré de decirles:
Os amamos lo suficiente como para haberos
preguntado a dónde ibais, con quién estaríais y a qué hora regresarías.
Un día, cuando nuestros
hijos estén crecidos lo suficiente para entender la lógica que nos motiva a los
padres, les diremos: os amamos lo suficiente para no habernos quedado callados
y haceros saber, aunque no os gustara, que aquel nuevo amigo no era buena
compañía.
Os amamos lo suficiente para haceros pagar las golosinas que cogisteis
del supermercado o las revistas del quiosquero, y haceros pedir disculpa al
dueño: Nosotros cogimos esto ayer y queremos pagarlo.
Os amamos lo suficiente
como para haber permanecido en pie, uno de los dos, junto a vosotros, dos
horas, mientras limpiabais vuestro cuarto, lo que nosotros habríamos hecho en
15 minutos.
Os amamos lo suficiente para dejaros ver además del amor que
sentíamos por vosotros, la decepción y hasta las lágrimas.
Os amamos lo
suficiente para dejaros asumir la responsabilidad de vuestras acciones, aún
cuando las penalidades que parecíais sufrir nos partían el corazón.
Y ante
todo, os amamos lo suficiente para deciros NO, cuando sabíamos que podríais
odiarnos por eso (en algunos momentos sabemos que nos odiasteis). Esas eran las
batallas más difíciles de todas. Estamos contentos porque al final ganasteis
vosotros.
Y cualquiera de estos días, cuando nuestros nietos hayan crecido lo
suficiente para entender la lógica que nos motivó; cuando ellos os pregunten si
vuestros padres eran malos, vosotros les diréis: “Si, los más malos del mundo"!.
Los chicos comían golosinas en el desayuno y nosotros teníamos que comer
cereales, y tostadas con aceite.
Los otros chicos bebían cocacola y comían
patatas fritas y helados en el almuerzo, y nosotros teníamos que comer arroz,
carne, verduras y frutas.
Nuestros padres tenían que saber quiénes eran
nuestros amigos y qué hacíamos con ellos. Insistían en que le dijéramos con
quién íbamos a salir, aunque tardásemos solo una hora.
Nos repetían que les
dijéramos siempre la verdad, y no se cómo conseguían leernos el pensamiento.
Nuestra vida sí que era pesada. No permitían que nuestros amigos nos tocaran
desde abajo el timbre para que saliéramos; tenían que llamar a la puerta, y
entrar para que ellos los conocieran.
Por culpa de nuestros padres, nos
perdimos inmensas experiencias en la adolescencia: ninguno de nosotros estuvo
envuelto en problema de drogas, robos, actos de vandalismo, violación de
propiedad, ni fuimos presos por ningún crimen. Ahora que somos adultos honestos
y educados, estamos haciendo lo mejor para ser “padres malos”, “anticuados”
retrógrados” como lo fueron ellos.
Creemos que este es uno de los males del
mundo de hoy: no hay suficientes padres “malos. Realmente sería bueno leerlo
con los hijos. Los que reciben algo sin esfuerzo, lo conservan sin amor.
Gilbert Cesbrón en un libro que se llama Soltad a Barrabás, grito que es el
grito de la multitud desde hace veinte siglos, desde siempre, tiene un consejo
para los jóvenes, que me ha parecido muy en esta línea:
Y vosotros, muchachos,
id a buscar a otra parte (no es difícil pensar a donde no hay que ir a buscar)
las jóvenes a las que os gustaría que se pareciesen vuestros hijos: la novia
que a través de las ramas florecidas, hará de vuestra vida una mañana de
domingo en vez de una noche del sábado.
Buscad las personas a las que os
gustaría que se pareciesen vuestros hijos.
Propuesta: hacer de la vida, a
través de las ramas florecidas de las buenas semillas que germinarán en las
mejores relaciones, de la semana de esfuerzo, trabajo y entrega generosa, una
mañana luminosa de domingo en vez de pobres noches, que sólo dejan secuelas
tristes, o recuerdos que más vale olvidar, y en el mejor de los casos,
arrepentirse y limpiarlos
.
Todos tendríamos que ser personas a las que en algún
aspecto nos pudiéramos parecer, personas que hicieran que la vida de la semana
floreciera en una mañana luminosa de domingo ¡Que mayor felicidad que ser en la
vida esas personas que aportan su esfuerzo, su alegría, para que sea mejor el
ambiente en el que estamos¡ No solo es que no podemos dejar que se arruine y
emponzoñe el ambiente en el que vivimos, es que tenemos que transmitir lo que
hace que nosotros seamos mejores y por eso también lo sean los demás. Buscad a
las personas a las que os gustaría que se pareciesen vuestros hijos, la
adolescencia, la juventud, el noviazgo y el matrimonio que hará de vuestra vida
una luminosa mañana de domingo.
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Ojalá los "padres malos" y los hijos de hoy, pensasen en lo que vale la pena, para mejorar las familias y la sociedad.
Franja.
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