Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Había una vez un rey que tenía
cuatro esposas.
Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba
con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Solo le daba
lo mejor.
También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en
los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.
También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y
siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el
rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.
La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había
hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del
monarca.
Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le
amaba profundamente, apenas si él se fijaba en ella.
Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco
tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
"Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera,
estaré solo".
Así que le preguntó a su cuarta esposa: "Te he amado más
que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con
esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi
compañía?" "¡Ni pensarlo!", Contestó la cuarta esposa y se alejó
sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo
filoso.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: Te he
amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y
ser mi compañía?" "¡No!", Contestó su tercera esposa. "¡La
vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volver a casarme!" Su
corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.
Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a
ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías
dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡Lo siento, no puedo
ayudarte esta vez!", contestó la segunda esposa. "Lo más que puedo
hacer por ti es enterrarte". Su respuesta vino como un relámpago
estruendoso que devastó al rey.
Entonces escuchó una voz: "Me iré contigo y te seguiré
doquiera tu vayas".
El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su
primera esposa. Sé veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente
afectado, el monarca dijo: "¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la
oportunidad de hacerlo!"
En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.
Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuánto
tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.
Nuestra tercera esposa es nuestras posesiones, condición social
y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.
Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa
cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es
acompañarnos hasta el sepulcro.
Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente
ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin
embargo, nuestra alma es la única que nos acompañó desde el primer momento de
nuestra existencia y acompañará siempre a donde quiera que vayamos, porque es
más que esposa.
¡Así que, cultívala, fortalécela, cuídala ahora y tenla siempre
limpia y preparada!
Es el más grande regalo que te ha hecho Dios y que puedes ofrecérsela
al final, cuidada y brillante. ¡Déjala brillar! Y serás tú quien brilles con ella por una eternidad
feliz. ¡No lo olvides!!!
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