Blog católico de Santa María de
Baiona la Real, nº. 795
S. Juan Bautista en el Adviento y
Baiona la Real, nº. 795
S. Juan Bautista en el Adviento y
a lo que Dios me está pidiendo?
Adviento. Que el
camino de la paz sea para nosotros la fidelidad y el seguimiento del camino de
Cristo.
La misión de ser
precursor Juan Bautista aparece en el Evangelio como la figura del hombre que
precede a Cristo. Y no cabe duda que la misión de Juan Bautista, la misión de
preparar el camino del Redentor, la misión de precursor se encaja en su vida
como algo que él tiene que vivir, que tiene que aceptar.
S. Juan B. niño. Cerámica Santa Ana. Sevilla.
Precursor
La vocación de Juan
Bautista no se da simplemente por el hecho de que Dios llama a su vida; también
se da, se cuaja, se fecunda, se madura porque, con su libertad, Juan Bautista
acepta esta misión. Ya su padre Zacarías había hablado de su misión cuando Juan
es llevado a circuncidar.
Zacarías dice que ese niño “será llamado Profeta del Altísimo porque irá delante del Señor a preparar sus caminos, para anunciar a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados”.
Zacarías dice que ese niño “será llamado Profeta del Altísimo porque irá delante del Señor a preparar sus caminos, para anunciar a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados”.
El Precursor
Esta es la misión
del precursor, ser el hombre que va delante del Señor, que prepara sus caminos
y que anuncia el gran don que es el perdón de los pecados. Lo que hace grande a
Juan es que la misión que Dios le propone, él la lleva a cabo. Y el hecho de
que sea el precursor, de alguna manera, se convierte para Juan Bautista no sólo
en un motivo de gloria para él, sino que también se convierte en el modo en el que
él llega a nuestras vidas.
El Precursor
También en cada uno
de nosotros se realiza una misión semejante. En cierto sentido, cada uno de
nosotros es un precursor, es un hombre o una mujer que va delante en el camino
de la Redención. Todos estamos llamados, al igual que Juan Bautista, a realizar,
a llevar a cabo nuestra misión.
¿Hasta qué punto
valoramos la misión que se nos encomienda? ¿Sabemos apreciar el don que hemos
recibido? Un don que, como dirá Zacarías, no es otra cosa sino “el Sol que nace
de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte y para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. Ese es el don que recibimos, el
don que Cristo viene a traer…
Y sin embargo,….¿Cuántos
corazones no podrán encontrarse con Cristo en esta Navidad?
Imagen de Adviento con María, que dijo SÍ al plan de Dios
y la transformo en Adviento
En estos días en que
nos estamos preparando de una forma más intensa para el Nacimiento de Nuestro
Señor, tendríamos que preguntarnos ¿cuántos corazones, por mi omisión, por mi
falta de delicadeza, por mi falta de preocupación, quedarán sin encontrarse con
Dios? ¿Cuántos corazones en las familias, cuántos corazones en el ambiente,
cuántos corazones en el ámbito laboral y social no van a saber que Cristo nace
para ellos y por ellos? ¿No va a haber nadie que se los enseñe, no va a haber
nadie que les predique el camino de la Salvación?
¿Podremos ser tan
egoístas como para cerrar el conocimiento de la salvación a los demás?.... Es
una tarea que tenemos que hacer; pero no la podemos hacer si no valoramos
primero el don que podemos tener en nuestras manos, si no somos nosotros los
que acogemos, los que recibimos el don de Dios. Un don que tiene que vivirse,
que tiene que manifestarse, de una manera muy especial, a través de nuestro
testimonio de vida; un don que no es tanto la teoría y consejos que podemos
decir a los demás, sino sobre todo, lo que nosotros estamos haciendo con
nuestra vida.
¡De qué poco nos
serviría decir que valoramos mucho el don de Cristo que viene en esta Navidad
si no lo transmitiéramos, si no lo diéramos a los demás!
El Precursor
Dice Zacarías:
“[Dios], desde antiguo, había anunciado, por boca de sus santos profetas: que
nos salvaría de nuestros enemigos, de las manos de todos los que nos aborrecen
[...]”. ¿Cómo se podrá hacer eso? ¿Se podrá hacer sin un cambio en mi corazón?
¿Se podrá hacer sin un trabajo sistemático en las virtudes cristianas? ¿Se
podrá hacer sin el testimonio de caridad, justicia y fortaleza? ¡Es imposible!
Cristo necesita de nosotros para poder llegar a los demás. ¿Estaremos
dispuestos a ser nosotros ese precursor de Cristo entre los hombres?.....
¿Por qué seguirme
escondiendo del plan de Dios? ¿Por qué he de seguir dándole vueltas a lo que Dios me
está pidiendo? ¿Acaso no lo he oído? ¿Acaso no se me ha proclamado, con mucha
frecuencia, este plan de Dios?
Jesús en el Evangelio
dice: “El que tenga oídos para oír, que oiga”, que es una forma hebrea de decir
que quien esté dispuesto, quien quiera, que escuche mi palabra. Pero hay una
cosa muy clara, ninguno de nosotros entrará en el camino de la paz que Zacarías
profetiza cuando ve a su hijo, si no somos capaces de oír lo que Dios nos pide,
el cambio concreto que Dios pide a cada uno.
Que la Navidad nos
conceda ver surgir en nuestras vidas el Sol que nace de lo alto. Ese Sol que
ilumina nuestras sombras particulares: nuestras sombras en la familia, nuestras
sombras en nuestro ambiente, nuestras sombras en nuestra vida espiritual. Que
Dios nos otorgue en esta Navidad que ese Sol que nace de lo alto pueda —como
dice Zacarías—, guiar nuestros pasos por el camino de la paz auténtica, que no
es otra cosa que nuestro Redentor. Que el camino de la paz sea para nosotros la
fidelidad y el seguimiento del camino de Cristo. P. Cipriano Sánchez LC. Fuente: Catholic.net. Leer completo: http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/335/articulo.php?id=2578
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