Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
De san Juan Crisóstomo,
De san Juan Crisóstomo,
Es bueno leer para aclarar conceptos.
De las Homilías de san Juan Crisóstomo,
obispo, sobre el
evangelio de san Mateo
(Homilía 50, 3-4: PG 58, 508-509)
AL ADORNAR EL TEMPLO,
NO DESPRECIES AL HERMANO NECESITADO
¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues,
cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo,
con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el
mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que
decía, afirmó también: Tuve hambre y no me disteis de comer, y más adelante:
Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo
dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de
alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de
ellos.
Reflexionemos, pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor
con que él desea ser honrado; pues, cuando se quiere honrar a alguien, debemos
pensar en el honor que a él le agrada, no en el que a nosotros nos place.
También Pedro pretendió honrar al Señor cuando no quería dejarse lavar los
pies, pero lo que él quería impedir no era el honor que el Señor deseaba, sino
todo lo contrario. Así tú debes tributar al Señor el honor que él mismo te
indicó, distribuyendo tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente
necesidad de vasos de oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro.
El óbolo de la viuda al templo y el comentario del Señor
No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones
preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos
dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los
pobres. Porque si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo,
mucho más las ofrendas que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha
al templo sólo saca provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca
provecho tanto quien la hace como quien la recibe. El don dado para el templo
puede ser motivo de vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y
de caridad.
Santa Isabel de Hungría dando limosnas a los pobres
¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si
el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con
lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos
de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el
altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido
necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un
hambriento falto del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo
llevas a contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias
de ello? ¿No se indignará más bien contigo? O si, viéndolo vestido de andrajos
y muerto de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos
de oro, afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres
burlarte de su indigencia con la más sarcástica de tus ironías?
Los pobres han sido atendidos siempre por la Iglesia, y ha luchado por darle solución.
Piensa, pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo
contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a
adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo. Con cadenas de
plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la
cárcel. Con esto que estoy diciendo, no pretendo prohibir el uso de tales
adornos, pero sí que quiero afirmar que es del todo necesario hacer lo uno sin
descuidar lo otro; es más: os exhorto a que sintáis mayor preocupación por el
hermano necesitado que por el adorno del templo. Nadie, en efecto, resultará
condenado por omitir esto segundo, en cambio, los castigos del infierno, el
fuego inextinguible y la compañía de los demonios están destinados para quienes
descuiden lo primero. Por tanto, al adornar el templo, procurad no despreciar
al hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.
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