Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Del Padre Javier Leoz
para el Domingo XXVIII
EL
MONO Y EL COCO
Cuenta el
Padre Weichs, que :
Un hombre
estaba debajo de una palmera. En eso, un mono enfurecido, le tiró desde arriba
un coco sobre la cabeza. Primero, el hombre se quedó sorprendido, sin moverse. Entonces,
se agarra la cabeza porque le duele. Después cae su mirada sobre el coco,
delante de él. El hombre sonríe, mira hacia arriba y le dice al mono: Gracias!.
Parte el coco, bebe su contenido, come su carne y de la cáscara fabrica dos
pequeños platos.
Lo mismo
se puede aplicar al leproso del evangelio.
Todo el
mundo habría dicho: ¨Qué desgracia sufre ese pobre leproso¨.
Pero sin
embargo, mirando hacia atrás, este samaritano, tal vez agradeció a Dios su
lepra. Porque eso que le parecía quizás la más horrible desgracias, se le
convirtió en ¨Gracia¨.
En este
día aprendamos del samaritano a ser agradecidos con Dios, a darle gracias.
En la
Eucaristía, en especial es donde damos gracias a Dios. Pidámosle al Señor, ir a
celebrar la Eucaristía dispuestos a glorificar a Dios, y tener el corazón repleto de alegría por las maravillas que
Dios obra en nosotros. Javier
Leoz
Si esto nos hace pensar...
sigue el P. Leoz:
¿DE QUÉ
TENGO LEPRA?
Domingo 28 ciclo c Javier Leoz
La vida es dura, y lo hemos podido
comprobar en primera persona muchas veces, cuando nos toca avanzar en
solitario. Cuando –por diversas circunstancias- nos dejan al margen de decisiones, de alegrías o de los sentimientos
de las personas que más queremos.
Los
leprosos, en tiempos de Jesús, gritaban desde lejos. Vivían en lugares
apartados; no hacían vida social con los demás. No les dolía tanto, la
enfermedad que marcaba su piel, cuanto el rechazo social y el hecho, por
ejemplo, de que fuera considerada como
una maldición divina. Eran, en definitiva, unos muertos en vida. Porque ¿para
qué vivir si no puedes vivir con los que más quieres?
1. También nosotros, en situaciones
diversas, rezamos al Señor: “ten compasión de nosotros”. Cuando el mundo nos
rechaza porque no reunimos unas características determinadas. Cuando nuestra
voz no cuenta para nada. Cuando las cosas nos salen una vez y otra también mal
hechas para los demás. Cuando vemos que Dios perdona pero, los que están a
nuestro alrededor, no olvidan.
¿Lepra
hoy? Recientemente el Papa nos recordaba que, no toda la organización de la
Iglesia es buena y que, a veces, se puede convertir en una dificultad, en una
lepra para la Evangelización. Puestos a señalar, entre otras, hoy campan a sus
anchas estas tipologías que afectan a nuestra vida espiritual y social:
-La lepra
de la apatía. Los que viven alejados de todo optimismo. Han arrojado la toalla
porque el mundo les resulta duro de asumir y áspero para vivir en él.
-La lepra
de la desilusión. Vuelvo a repetir lo de tantas veces, y recordando los
evangelios de estas semanas precedentes, ¿por qué teniendo tanto, el hombre
vive en permanente ansiedad?
-La lepra
de la incredulidad. Es, con mucho, la más grave y la más severa de nuestros
días. Hombres y mujeres, amigos o conocidos ( dentro de nuestras propias
familias) que viven al margen de la fe, de la iglesia y que tan sólo se
acuerdan de que Jesús existe en momentos ocasionales.
2.Gritemos
en este domingo. ¡Ten piedad de nosotros! Pero que lo digamos con
convencimiento. Sabedores de la afección que debilita y arruga la espiritual;
aquella que nos deja el alma y el corazón congelados.
Y, sobre
todo, seamos agradecidos. No todo lo que somos, se debe a nosotros. No todo lo
que tenemos, es producto de nuestro esfuerzo. No todo lo que conquistamos, es
golpe de la simple suerte. ¡Dios tiene mucho que ver en todo ello!
Hoy, y
permitámonos un poco de santo orgullo, los que estamos en la eucaristía somos
como aquel samaritano agradecido (nos hemos sacudido la lepra de la semana; esfuerzos, sudores, complicaciones,
trabajos, zancadillas, sinsabores) y venimos al encuentro del Señor para darle
gracias. Para que nos recomponga de nuevo. Para que nos integre de nuevo en su
pueblo. Para que nos fortalezca con su eucaristía. Para que nos tonifique con
su Palabra. Y, no lo olvidemos, para que nos dé su salvación.
Javier Leoz.
Como me ha gustado, lo pongo a vuestra consideración.
No se puede echar en saco roto.
Franja
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