Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Virtudes
y Valores
¿Malos
o buenos?
Ni
sospecha patológica, ni buenísmo ingenuo
Autor:
P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
Ciertos
pensadores, maestros de la sospecha, se caracterizan por encontrar en todo lo
humano intenciones torcidas, maldades camufladas, perversiones revestidas de
terciopelo.
Piensan
que todos (o casi todos) los actos que realizamos encierran una gran dosis de
egoísmo, de sensualidad, de ambición, de odio, y que nadie (o casi nadie)
escapa a una ley universal de maldad que atrapa en lo profundo a cada ser
humano.
Otros,
maestros del "buenísmo", llegan a defender lo opuesto: el ser humano
es siempre (o casi siempre) bueno, abierto a lo noble, a lo grande, a lo
hermoso. Incluso cuando comete errores, cuando daña a sus semejantes, está
simplemente manifestando deseos profundos de autorrealización, que nacen de su
sana tendencia a conquistar sus propias metas. Los "errores" serían,
simplemente, el resultado de una mala información, de un influjo negativo de la
sociedad, o del choque entre dos intereses legítimos y buenos que no pueden ser
satisfechos simultáneamente.
Esto no es una broma o un juego. Es la señal clara del por qué aumentaron en un 30% los cánceres de pulmón en las mujeres y otros como consecuencia. ¿Es bueno o es malo?
Entre
estas dos visiones antitéticas existe una teoría que reconoce en cada ser
humano la mezcla y la lucha interior entre dos fuerzas. Una nos lleva hacia lo
bueno, hacia lo verdadero, hacia lo justo, hacia el altruismo. Otra nos
arrastra hacia lo malo, hacia lo falso, hacia lo injusto, hacia el egoísmo.
entre el mal y el bien
Existen,
como piensan los maestros de la sospecha, palabras y acciones que parecen
buenas y que esconden un poso de mentira y de traición que engañan al incauto y
que llevan al perverso a victorias aparentes. Al revés, como dicen los
"buenistas", también ocurre que tras un acto equivocado, una
injusticia manifiesta, hay latente una buena intención, un deseo sincero por
avanzar hacia lo bueno, distorsionado por errores estructurales o coyunturales
que llevan a realizar lo malo cuando se buscaba lo bueno.
Ante
la complejidad propia del mundo humano, vale la pena recordar un viejo adagio:
de lo que ocurre en el interior de cada uno, ni siquiera la Iglesia, ni el
Estado, ni ninguna institución o persona concreta, pueden emitir un juicio:
"de internis, neque Ecclesia". Porque los que pensamos malos a veces
no son tan malos, o los que pensamos buenos a veces no son tan buenos.
Frente
a los que sospechan de todo y acusan a todos de intenciones torcidas, y frente
a los que lo disculpan todo y convierten a los demás en seres casi angélicos y
siempre inocentes, hemos de reconocer que existen fuerzas opuestas que luchan
continuamente dentro de nosotros.
La
victoria del bien inicia allí donde miramos al propio corazón y, con la ayuda
de Dios y de buenos amigos, denunciamos tantas intenciones torcidas, tantas
tendencias desordenadas que nos acercan al abismo del mal, del pecado, de la
injusticia. Y esa victoria sigue allí donde reconocemos que también hay
propósitos buenos, sentimientos nobles, impulsos e inspiraciones de Dios que
nos llevan a la humildad, al servicio, a la acogida, a la entrega sincera a
quienes viven a nuestro lado y esperan un poco de amor y de esperanza.
Más
allá de las sospechas patológicas y de buenísmos baratos, la religión cristiana
abre los ojos ante el mal que hiere nuestras almas (la herencia del pecado
original nos toca a todos) y hacia la presencia continua de un Dios que ama
eternamente a cada uno de sus hijos, hasta el punto de ofrecernos todo su Amor
en Jesucristo.
Con
la ayuda de Dios podremos mirar a los demás con ojos de misericordia, sin
ignorar los defectos objetivos y sin sospechar torcidas intenciones en los miles
de gestos buenos que nos llegan continuamente de quienes viven a nuestro lado.
http://www.es.catholic.net/catequistasyevangelizadores/802/3262/articulo.php?id=44878
Ojalá os haya servido de meditación.
Franja
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