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Católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Jesucristo, Rey del hogar
Hoy que
celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, que sea para nosotros la gran fiesta
que nos ayude a que Cristo sea nuestro Rey.
Autor:
Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.ne
Jesucristo
es el Rey del hogar.
Y
comenzamos con una anécdota de hace ya muchos años, pues se remonta a
Septiembre de 1907, cuando un sacerdote peruano, el santo misionero Padre
Mateo, se presentaba ante el Papa San Pío X, que estaba ante la mesa de su
escritorio, entretenido en cortar las hojas de un libro nuevo que acababa de
llegarle.
- ¿Qué te
ha pasado, hijo mío? Me han dicho que vienes de Francia...
- Sí,
Santo Padre. Vengo de la capilla de las apariciones del Sagrado Corazón a Santa
Margarita María. Contraje la tuberculosis, y, desahuciado de los médicos, fui a
la Capilla a pedir al Sagrado Corazón la gracia de una santa muerte. Nada más
me arrodillé, sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Me sentí curado de
repente. Vi que el Sagrado Corazón quería algo de mí. Y he trazado mi plan.
El Papa
San Pío X aparentaba escuchar distraído, sin prestar mucha atención a lo que le
decía el joven sacerdote, que parecía un poco soñador.
- Santo
Padre, vengo a pedir su autorización y su bendición para la empresa que quiero
iniciar.
- ¿De qué
se trata, pues?
- Quiero
lanzarme por todo el mundo predicando una cruzada de amor. Quiero conquistar
hogar por hogar para el Sagrado Corazón de Jesús.
Entronizar
su imagen en todos los hogares, para que delante de ella se consagren a Él,
para que ante ella le recen y le desagravien, para que Jesucristo sea el Rey de
la familia. ¿Me lo permite, Santo Padre?
San Pío X
era bastante bromista, y seguía cortando las hojas del libro, en aparente
distracción. Ahora, sin decir palabra, mueve la cabeza con signo negativo. El
Padre Mateo se extraña, y empieza a acongojarse:
- Santo
Padre, pero si se trata de... ¿No me lo permite?
- ¡No,
hijo mío, no!, sigue ahora el Papa, dirigiéndole una mirada escrutadora y
cariñosa, y pronunciando lentamente cada palabra: ¡No te lo permito! Te lo
mando, ¿entiendes?... Tienes mandato del Papa, no permiso. ¡Vete, con mi
bendición!
A partir
de este momento, empezaba la campaña de la Entronización del Corazón de Jesús
en los hogares. Fue una llamarada que prendió en todo el mundo. Desde entonces,
la imagen o el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús ha presidido la vida de
innumerables hogares cristianos. Jesucristo, el Rey de Amor, desde su imagen
bendita ha acogido súplicas innumerables, ha enjugado torrentes de lágrimas y
ha estimulado heroísmos sin cuento.
¿Habrá
pasado a la historia esta práctica tan bella? Sobre todo, y aunque prescindamos
de la imagen del Sagrado Corazón, ¿dejará de ser Jesucristo el Rey de cada
familia?...
Hoy la
familia constituye la preocupación mayor de la Iglesia y de toda la sociedad en
general.
Porque
vemos cómo el matrimonio se tambalea, muchas veces apenas contraído.
El
divorcio está a las puertas de muchas parejas todavía jóvenes.
Los hijos
no encuentran en la casa el ambiente en que desarrollarse sanamente, lo mismo
en el orden físico que en el intelectual y el moral.
Partimos
siempre del presupuesto de que la familia es la célula primera de la sociedad.
Si esa célula se deteriora viene el temido cáncer, del que de dicen que no es
otra cosa sino una célula del cuerpo mal desarrollada.
Esto que
pasa en el orden físico, y de ahí tantas muertes producidas por el cáncer, pasa
igual en el orden social. El día en que hayamos encontrado el remedio contra
esa célula que ya nace mal o ha empezado a deformarse, ese día habremos acabado
con la mayor plaga moral que está asolando al mundo.
Todos
queremos poner remedio a las situaciones dolorosas de la familia.
Y todos
nos empeñamos cada uno con nuestro esfuerzo y con nuestra mucha voluntad en
hacer que cada casa llegue a ser un pedacito de cielo.
¿Podemos
soñar, desde un principio, en algún medio para evitar los males que se han echado encima de las familias?
¿Podemos
soñar en un medio para atraer sobre los hogares todos los bienes?..
¡Pues,
claro que sí! Nosotros no nos cansaremos de repetirlo en nuestros mensajes
sobre la familia. Este medio es Jesucristo.
Empecemos
por meter a Jesucristo en el hogar.
Que
Cristo se sienta invitado a él como en la boda de Caná.
Que se
meta en la casa con la libertad con que entraba en la de los amigos de Betania.
Que viva
en ella como en propia casa, igual que en la suya de Nazaret... Pronto en ese
hogar se notará la presencia del divino Huésped y Rey de sus moradores. En el
seno de esa familia habrá paz, habrá amor, habrá alegría, habrá honestidad,
habrá trabajo, habrá ahorro, habrá esperanza, habrá resignación en la prueba,
habrá prosperidad de toda clase.
Jesucristo,
Rey universal, ¿no es Rey especialmente de la Familia?... Acogido amorosamente
en el hogar, con Él entrarán en la casa todos los bienes....Hoy que celebramos
la Solemnidad de Cristo Rey, que sea para nosotros la gran fiesta que nos ayude
a que Cristo sea nuestro Rey.
Entronizar
el Corazón de Jesús: enlace:
http://www.fatima.org/span/essentials/whatucando/otherdevotions/home.asp
Las
imágenes de Jesús y de María
han
desaparecido de los hogares llamados cristianos.
¿¿Qué
podemos hacer para que sean restituidas a su lugar?.
Mientras no se haga,
los hogares cristianos estarán sin protección.
Franja
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