Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Creo que vale la pena meditarlo
Franja
El amor de María llena nuestro
corazón.
Si uno de veras cree en este amor
que le tiene María Santísima como madre
¿podrá sentirse desgraciado?
¿Podrá
sentirse desesperado?
Autor: P Mariano de Blas LC
Fuente: Catholic.net
Dios es amor.
María Santísima es también amor.
Podríamos decir que María es el
lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
"Tú sola, Virgen María, le
curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió
la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han
tomado en serio la redención".
Este amor tuyo que, por un lado,
sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda
la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se
dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.
Cómo me impresionó -y aparte al
principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio:
"Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las
madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y
los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María
tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era
demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras
de San Alfonso se quedaron cortas.
Yo me pregunto: si uno de veras
cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse
desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría,
sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir
"no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al
sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida,
¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada,
espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por
nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo:
"He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios?
Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo:
"vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.
El amor de María llena nuestro
corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar
el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más
fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El
amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una
sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas
la mujeres de la tierra juntas.
¿Cuál debe ser mi respuesta a tan
grande y tierno amor?
Como Juan Pablo II debemos decir
cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para
siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y
muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".
¿Por qué no llevarme a todas
partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en
una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y
en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro,
con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su
amor a través de esa imagen.
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P. Mariano de Blas LC
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