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jueves, 14 de agosto de 2014

PREPARA, MARIA. La ASUNCIÓN A LOS CIELOS

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona



LA ASCENSIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS

 PREPARA, MARIA
Un camino por el que pueda  llegar al cielo
Un lugar donde, yo, pueda  descansar en el cielo
Un rincón, desde el que yo  pueda contemplar a Dios
Un oasis, donde pueda vivir  en paz
Un asiento, donde pueda  escuchar la voz del Señor


PREPARA,  MARIA
Una goma, para que Dios  borre mis pecados
Un traje de fiesta, para que  me pueda presentar ante Dios
Un corazón grande, para que  Dios pueda habitar en él
Un calzado nuevo, para que  no ensucie las calles del cielo


PREPARA,  MARIA
Con tu asunción, la hora en  la que yo sea llamado
Con tu asunción, el momento  en el que yo
 sea partícipe de la gloria de Dios
Con tu asunción, una  escalera por la que acceda al Paraíso
Con tu asunción, un anuncio  de lo que estamos llamados a vivir


PREPARA,  MARIA
Con tus manos, mi alma  dispuesta para Dios
Con tus ojos, miradas  limpias para ver a Dios
Con tus pies, caminos por  los que encuentre al Señor
Con tu humildad, actitudes  de acogida y de perdón


PREPARA,  MARIA
Con tu Asunción, el día en  el que, pueda presentarme ante Dios
Sin más tesoro que la fe
Sin más inversiones que la  caridad
Sin más pretensiones, que la  esperanza
Tu Asunción, María, es un  destello de luz
Que nos enseña el futuro que  nos espera.
Gracias, María.

Javier Leoz. 
de las homilías de Betania.

Icono de la Dormición y Asunción


En la Asunción de María se renueva la esperanza

La Iglesia celebra hoy la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
Lo hace proponiendo en la liturgia la lectura del pasaje evangélico de la Visitación de María a su prima Isabel tal como lo describe Lucas. Esta fiesta es una ocasión para renovar nuestra esperanza, pues “en la Asunción de María contemplamos lo que estamos llamados a alcanzar en el seguimiento de Cristo Señor y en la obediencia a su Palabra, al final de nuestro camino en la tierra” (Benedicto XVI, 15-8-09).


Conformación con Jesús: toda la vida de María se puede leer bajo el prisma de su conformación con Jesús, de su identificación con el Señor en la total disponibilidad de la fe a la voluntad del Padre. Esta identificación con Jesús se cumple plenamente en la Asunción, como enseña el Concilio Vaticano II: “Terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte” (Lumen gentium, 59).


Sagrada prisa: Comentando que Lucas destaca que María partió “sin demoras” a visitar a su prima luego de la Anunciación, el Papa explica que “toda la vida es una ascensión, toda la vida es meditación, obediencia, confianza y esperanza, incluso en medio de la oscuridad; y toda la vida es esa “sagrada prisa”, que sabe que Dios es siempre la prioridad y ninguna otra cosa debe crear prisa en nuestra existencia” (Benedicto XVI, 15-8-09).


La esperanza que necesitamos: junto con esta prisa por seguir el plan de Dios, en medio de las tensiones de la vida, “camino que se recorre constantemente en la tensión de la lucha entre el dragón y la mujer, entre el bien y el mal”, nos dice Benedicto XVI que “María es la estrella que nos guía hacia su Hijo Jesús, sol que brilla sobre las tinieblas de la historia y nos da la esperanza que necesitamos: la esperanza de que podemos vencer, de que Dios ha vencido y de que, con el bautismo, hemos entrado en esta victoria. No sucumbimos definitivamente: Dios nos ayuda, nos guía. Esta es la esperanza: esta presencia del Señor en nosotros, que se hace visible en María elevada al cielo”.


La victoria definitiva: así, Benedicto XVI señala que podemos aprender en la fiesta de la Asunción que la vida entera es un camino de seguimiento de Jesús con una meta bien precisa: “la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la comunión plena con Dios, porque —como dice san Pablo en la carta a los Efesios— el Padre “nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús” (Ef 2, 6)”.


Confeccionado por Franja

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