Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Creo que en otra ocasión puse en este blog el
mismo artículo con otro nombre.
Hace ya tiempo ya que está en el Borrador y
repasando cosas lo he vuelto a encontrar como pidiendo permiso para entrar.
Estamos en unas fechas un poco llamativas en
las que la gente no se preocupa demasiado por los demás.
Esta es la razón de volver a editarlo, porque
puede ser un buen ejemplo para todo aquel que se pueda encontrar en unas
circunstancias parecidas.
Dale gracias a Dios si tienes sintonía con lo
que te dice este artículo, porque será una demostración palpable de que tu alma
no está todavía perdida o descaminada. Franja.
UN GESTO DE AMOR
Llovía
fuerte y era de noche, cuando Renato se dio cuenta que una señora, de avanzada
edad, estaba con su coche parado al costado de la carretera necesitando ayuda.
Así que, inmediatamente, detuvo su vehículo y se acercó. La señora pensó, que
podía tratarse de un ladrón, pues él no inspiraba confianza, tenía el aspecto
de un hombre pobre y hambriento. Renato rápidamente percibió el temor de la
mujer y le dijo:
“Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no entra a
su auto mientras lo reviso? Le extendió la mano y le dijo: un gusto, mi nombre
es Renato”.
Al
inspeccionar lo que pasaba, inmediatamente se dio cuenta, que la rueda estaba
pinchada entonces se agachó, colocó el gato mecánico, levantó el coche, cambió
la rueda y cuando estaba en la tarea de apretar las tuercas, ella abrió la
ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo
estaba de paso por allí y de lo agradecida que estaba por su valiosa ayuda.
Renato apenas sonrió mientras se levantaba. Ella le preguntó cuánto le debía,
reflexionando íntimamente en todas las cosas terribles que podían haber pasado
si él no se hubiese detenido para socorrerla. Renato era un hombre que no
pensaba solo en el dinero, le gustaba ayudar a las personas. Este era su modo
de vivir. Y le respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que se
encuentre con alguien que tiene una necesidad, bríndele a esa persona la ayuda
que necesite y en dicho momento, acuérdese de mí”.
Después
de andar algunos kilómetros, bajo una lluvia torrencial, la anciana decidió
parar en un pequeño restaurante al costado del camino. Rápidamente se le acercó
una camarera quien le trajo una toalla limpia para que pudiera secar su
cabello. La señora notó que la joven que la atendía, estaba con casi ocho meses
de embarazo, pero a pesar de eso, tenía una muy buena actitud de amoroso
servicio. Esto despertó la curiosidad de la señora, quien se preguntó, ¿cuál
será la razón, para que ésta joven que no me conoce, me trate tan bien? En ese
instante vino a su mente la imagen de Renato y lo bien que él había procedido
con ella.
Al
terminar de comer, y mientras la camarera buscaba el cambio, la señora se
retiró. Cuando la joven volvió, ya no la encontró y mientras empezaba a
preparar la mesa para el próximo cliente, encontró una nota en la servilleta y
4 billetes de 1.000 euros. Entre sorprendida y conmovida por semejante
generosidad, sus lágrimas comenzaron a bañar sus ojos, mientras leía lo que la
señora tiernamente le había escrito: “Hoy tuve un problema y alguien me ayudó,
de la misma forma yo quiero ayudarte a tí. Si tú realmente quisieras
reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo,
ayuda también a alguien más y acuérdate de mí”.
Aquella
noche, la joven llegó a su casa cansada, después de un largo día de trabajo, se
acostó y mientras observaba a su esposo quien ya se había dormido, se quedó
pensando en el dinero, en las palabras que le había escrito la señora y en lo
bien que les venía este regalo, porque el nacimiento de su hijo sería aproximadamente
en un mes. Se dibujó en su rostro una gran sonrisa, agradeció a Dios, se volvió
hacia su esposo que dormía a su lado, le dio un beso suave y susurró: -Todo
estará bien: ¡Te Amo Renato!
Esta
es la actitud que deberíamos tener todas las personas que hemos recibido a
Jesús en nuestro corazón, como nuestro único Señor y Salvador, porque aún
enfrentando momentos difíciles en nuestras vidas, deberíamos tener una sonrisa
en nuestros labios y paz en nuestros corazones, porque Dios prometió estar con
nosotros todos los días de nuestras vidas y jamás desampararnos.
Jamás
olvidemos que todo lo que damos, vuelve a nosotros. si sembramos el bien, eso
mismo recogeremos. acordémonos de Renato.
El
alma generosa será prosperada, el que sacie a otros será también saciado.
Proverbios 11:25
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