Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
4.-
UN POCO DE ALEGRÍA, POR FAVOR Por Javier
Leoz
No
es noticia, ya no lo es, que en algunas ciudades sus regidores (dígase
gobernantes) se han empeñado tanto en simplificar o descristianizar tanto las
luces de estas fechas que, en vez de luz, dan pues… eso: pena. Parece como si,
con la cantidad de problemas que tenemos, con los momentos de oscuridad que
estamos viviendo, algunos –los que mandan- se empeñaran además en quitarnos lo
que la iluminación navideña ha de ser y significar: alegría.
1.-
Un poco de alegría, por favor. ¡Es el Domingo de Gaudete! Y, la Navidad, porque
el Señor viene nos despierta y nos levanta. No es un júbilo simplón ni
superficial. Sabemos que, el Nacimiento de Cristo, marcó un antes y un después
en la historia de la humanidad y para aquellos que, lo estamos preparando en
este Adviento, es también una inyección de optimismo, esperanza, de agrado o de
ilusión: estamos contentos porque, el Señor, sigue naciendo en el pesebre de la
humanidad; aunque, algunos, se empeñen en vivir de espaldas a Él o, tal vez,
ser más felices e ir de “guay” con el solsticio de invierno, que con Aquel que
es mucho más que ese cambio, primavera, otoño y hasta el mismo verano:
Jesucristo.
2. Un poco de alegría, por favor. ¡Que
viene el Señor! Y este mundo nuestro es un campo minado por todos los lados. En
la sociedad (donde brota la desconfianza), en la clase política (cuando se
creen redentores de todo lo humano), en la familia (que ha dejado de ser mayormente
la transmisora de la fe) o en la misma Iglesia (cuando no es fuerte frente a
las pruebas, la crítica o la incomprensión).
¡Cómo
no va a venir el Señor! Necesitamos de su presencia como aquel hogar en el que,
después de muchos años, volvieron a escucharse las sonrisas a millares porque
había nacido un primogénito.
El
mundo, por si lo hemos olvidado, es ese hogar en el que –desde hace algún
tiempo- el laicismo beligerante y retorcido se empeña en apagar el llanto o el
gorjeo de un Niño que ha sido fuente de inspiración de poetas, músicos,
artistas y del mismo villancico.
No
podemos exigir a los que se empeñan en vivir la Navidad con cara
semi-acontecida que la vivan cristianamente. Ni tan siquiera podemos pretender
que, otros que hablan de “espíritu navideño”, den un paso adelante y tengan la
experiencia de unos días con Jesús el del pesebre.
Pero ¿y nosotros? ¿Cómo la vivimos? ¿Ya
pregonamos el secreto de la Navidad?
El
hecho de que algunas ciudades y pueblos sean adornadas con aderezos que no
dicen nada y que afean más que embellecen, no significa el que nosotros no
podamos manifestar hacia fuera lo que, en nuestras casas, se vive por dentro:
el Nacimiento de Cristo.
En
Navidad en Belén de Palestina, no había casa donde en la ventana o en el
balcón, no destellara una estrella de cinco puntas encendidas. Si los
cristianos no encendemos la luz de Navidad, no esperemos que sean los
ayuntamientos (muchas veces sin luz interior alguna) los que nos recuerden lo
qué celebramos en estos días: ¡La alegría de un Dios que sale a nuestro
encuentro!
3.
Los padres de la Iglesia escribieron “Cristo ha venido a animar una fiesta en
el corazón de la humanidad”. Aquí está “la prueba del nueve” ¿Qué es Jesús para
nosotros? ¿Qué sentimientos y sensaciones produce? ¿Cómo estamos preparando la
fiesta de la Navidad? Hemos comenzado, con toda solemnidad el Año de la
Misericordia (hoy en la mayoría de las Diócesis del mundo se abrirá la Puerta
Santa). ¿No es un motivo de INMENSA ALEGRÍA que, el gran acto, la gran apuesta
de DIOS por nosotros, el mayor exponente de su misericordia haya sido precisamente
que se nos ha dado, totalmente, en Jesucristo verdadero Dios y verdadero
Hombre?
¿Cómo
vamos a responderle a semejante apuesta? ¿Tal vez un poco de alegría?
Comencemos pues…a sonreír. Dios se le merece.
4.- MI ALEGRÍA ERES TÚ, SEÑOR
Vienes en
silencio y tus pasos, Señor,
producen
en mí, calma, seguridad y paz.
Necesito,
Señor, un poco de tu mundo:
De tu
gozo, para mi corazón triste
De tu
alegría, para mi alma esquiva
De tu
mano, en mis caminos inciertos
¡VEN,
SEÑOR!
Y hazme recuperar
la alegría perdida
El gusto
por vivir, despertando cada mañana
La
esperanza en tanta hora triste
Porque
Tú, Señor, eres alegría
haz que
mis dos ojos brillen
con el
resplandor de la felicidad
con el
encanto de la fe
con la
virtud de la caridad
MI ALEGRÍA
ERES TÚ, SEÑOR
Porque
vienes y te sientas a mi lado
Porque
compartes mi condición humana
sabiendo
lo frío, que tantas veces,
se
encuentra mi corazón y mi pensamiento.
Porque,
siendo Dios, apuestas fuerte por mí
Porque,
estando en el cielo,
plantas
tu tienda
en medio
de tanta incertidumbre y viento
que
sacude a nuestro viejo mundo
MI ALEGRÍA
ERES TÚ, SEÑOR
Por eso
te doy gracias y bendigo tu nombre
Espero tu
llegada y preparo mi interior
Anhelo la
Noche Santa de la Navidad
y afino
las cuerdas de mi alma,
con
la verdad, la espera, el silencio,
la
humildad o la vigilancia.
Sólo sé,
mi Señor, que mi alegría
con tu
llegada y por tu Nacimiento
eres Tú,
Señor.
Amén
Javier Leoz
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