Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Reflexiones acerca de la Eucaristía
¿Qué nos perdona Dios en la Eucaristía?
Libro
Jesús nos pide, para recibir el fruto de la eucaristía,
tener un
corazón lleno de perdón, reconciliado, compasivo.
Por: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Recordemos que uno de los fines de la eucaristía y de la misa es
el propiciatorio, es decir, el de pedirle perdón por nuestros pecados. La misa
es el sacrificio de Jesús que se inmola por nosotros y así nos logra la
remisión de nuestros pecados y las penas debidas por los pecados,
concediéndonos la gracia de la penitencia, de acuerdo al grado de disposición
de cada uno. Es Sangre derramada para remisión de los pecados, es Cuerpo
entregado para saldar la deuda que teníamos.
Mateo 18, 21-55 nos evidencia la gran deuda que el Señor nos ha
perdonado, sin mérito alguno por nuestra parte, y sólo porque nosotros le
pedimos perdón. Y Él generosamente nos lo concedió: "El Señor tuvo lástima
de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda". Así es Dios,
perdonador, misericordioso, clemente, compasivo. Es el atributo más hermoso de
Dios. Ya en el Antiguo Testamento hay atisbos de esa misericordia de Dios, pero
en general regía la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente.
Se compadece de su pueblo y forma un pacto con él. Se compadece de
su pueblo y lo libra de la esclavitud. Se compadece de su pueblo y le da el
maná, y es columna de fuego que lo protege durante la noche. Se compadece y
envía a su Hijo Único como Mesías salvador de nuestros pecados. Y Dios, en
Jesús, se compadece de nosotros y nos da su perdón, no sólo en la confesión
sino también en la eucaristía.
San Pio da Pietrelcina, celebrando la Santa Misa
¿Qué nos perdona Dios en la Eucaristía?
Nuestros pecados veniales. Nuestras distracciones, rutinas,
desidias, irreverencias, faltas de respeto. Él aguanta y tolera el que no
valoremos suficientemente este Santísimo Sacramento.
En la misma misa comenzamos con un acto de misericordia, el acto
penitencial (“Reconozcamos nuestros pecados”). En el Gloria: “Tú que quitas el
pecado del mundo...”. Después del Evangelio dice el sacerdote: "Las
palabras del Evangelio borren nuestros pecados...”. En el Credo, decimos todos:
“Creo en el perdón de los pecados...”. Después de las ofrendas y durante el
lavatorio el sacerdote dice en secreto: "lava del todo mi delito, Señor,
limpia mis pecados". En la Consagración, "...para el perdón de los
pecados". "Ten misericordia de todos nosotros . . ." En el
Padrenuestro: "perdona nuestras ofensas..." "Este es el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo..."
Por tanto, la misa está permeada de espíritu de perdón y
contrición.
La eucaristía nos invita a nosotros al perdón, a ofrecer el perdón
a nuestros hermanos. La escena del Evangelio (cf Mt. 18, 21-55) es penosa: el
siervo perdonado tan generosamente por el amo, no supo perdonar a un siervo que
le debía cien denarios, cuando él debía cien mil.
El perdón es difícil. Tenemos una naturaleza humana inclinada a
vengarnos, a guardar rencores, a juzgar duramente a los demás, a ver la pajita
en el ojo del hermano y a no ver la traba que tenemos en nuestros ojos.
Perdonar es la lección que no nos da ni el Antiguo Testamento no las
civilizaciones más espléndidas que han existido y que han determinado nuestra
cultura: la civilización grecolatina. Sólo Jesús nos ha enseñado y nos ha
pedido perdonar.
¿Cómo debe ser nuestro perdón a los demás?
Rápido, si no se pudre el corazón. Universal, a todos. Generoso,
sin ser mezquino y darlo a cuentagotas. De corazón, de dentro. Ilimitado.
No olvidemos que Dios nos perdonará en la medida en que nosotros
perdonamos. Si perdonamos poco, Él nos perdonará poco. Si no perdonamos, Él
tampoco nos perdonará. Si perdonamos mucho, Él nos perdonará mucho.
Vayamos a la eucaristía y pidamos a Jesús que nos abra el corazón
y ponga en él una gran capacidad de perdonar. María, llena de misericordia,
ruega por nosotros.
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