Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
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Jesús Mateo es un Sacerdote amigo de
Valladolid, que me manda diariamente un
lindo comentario del Evangelio, que vale la pena meditarlo y también compartirlo, además de con los sacerdotes,
con los seglares que lo soliciten.
Lo pongo también todos
los días en dos de mis Blogs católicos. Franja
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12 de Junio, viernes de
2020
Comentario "EN LA FIESTA DEL
CORPUS CHRISTI" ( II )
Una de las estrofas del
Himno Adoro te devote dice:
"No veo las
llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más
y más en Ti, que en Ti espere, que te ame".
El Apóstol Tomás no
estaba presente cuando se apareció Jesús
a sus discípulos. Y por más que le aseguraban que habían visto al Señor,
él se resistía a creer en la Resurrección del Maestro y les decía:
"Si no
veo la señal de los clavos, y no meto mi dedo en esa señal de los clavos, y mi
mano en su costado, no creeré". (Jn 20, 25).
Como sabes, a los ocho
días se apareció el Señor, de nuevo, a los Apóstoles. Estaba Tomás con ellos.
Entonces Jesús se dirigió a Tomás y le dijo: "Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente".
El Apóstol exclamó:
¡Señor mío y Dios mío"
(Jn 20,
26-29)
Fue un acto de profunda
fe y de entrega en la divinidad de Jesucristo.
Yo te invito a que tú y
yo las repitamos en el momento de la Consagración o al hacer una genuflexión
ante el Sagrario. Y al hacer un acto de fe le digamos que creemos firmemente en
su presencia real y que puede disponer
de nuestra vida entera.
Y si alguna vez nos viene
alguna duda o falta de fe, ojalá que escuchemos el reproche cariñoso como el de
Tomás: "No seas incrédulo sin creyente", y nuestra respuesta sea como
la suya: "Señor mío y Dios
mío".
No sé a ti, pero a mí me
dan mucha alegría las palabras que dijo Jesús a continuación.
"Tomás: Porque has
visto has creído; bienaventurados los que sin haber visto han creído" (Jn
20, 29).
Nosotros, tú y yo,
creemos en Él y le amamos sin haberle visto y le confesamos como a nuestro Dios
y Señor.
En este momento de oración
le pedimos: "Haz que yo crea más
y más en Ti, con una fe más firme; que en Ti espere con una esperanza más
segura y alegre; que te ame con todo mi ser".
Jesucristo, en la
Eucaristía, en el Sagrario, es nuestro Amor, nuestro consuelo, nuestra paz,
nuestro descanso y nuestra alegría.
Cantemos, una vez más, uno
de los cánticos más conocido:
"Cantemos al Amor de
los amores. Cantemos al Señor. Dios está
aquí, venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor”.
Jesús Mateo. Sacerdote.
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Que Dios pague este esfuerzo diario y que Santa María la Virgen
no nos abandone nunca. Franja.
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Confeccionado por Franja.
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