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EL PUENTE,
una buena reflexión.
una buena reflexión.
Estamos en un
mundo de desavenencias no solo entre vecinos, sino entre familiares, entre
hermanos, entre padres e hijos...y hemos de buscarle una solución. La paz tiene
un valor incalculable, y a veces la perdemos por cosas bien pequeñas. Vale
la pena leer este pequeño cuento, que nos puede dar una idea de lo que
necesitamos para arreglar nuestros rencores. A veces está en nuestras manos la solución y sin demasiado gasto. Solo necesitamos un poco de buena voluntad. Franja.
Sigue leyendo:
"Cuando un abismo nos separa de los que amamos, lo único que
necesitamos es un puente."
Se cuenta que, cierta vez, dos hermanos que vivían en granjas
vecinas, separadas apenas por un río, entraron en conflicto. Fue la primera
gran desavenencia en toda una vida de trabajo uno al lado del otro,
compartiendo las herramientas y cuidando el uno del otro.
Durante años, trabajaron en sus granjas y al final de cada día,
podían atravesar el río y disfrutar uno de la compañía del otro. A pesar del
cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban. Pero ahora todo había
cambiado.
Lo que comenzara con un pequeño mal entendido, finalmente explotó
en un cambio de ásperas palabras, seguidas por semanas de total silencio.
Una
mañana, el hermano más viejo sintió que golpeaban su puerta. Cuando abrió vio
un hombre con una caja de herramientas de carpintero en la mano...
- Estoy buscando trabajo -dijo éste.- Quizás usted tenga un pequeño
servicio que yo pueda hacer.
- ¡Sí! - dijo el granjero - claro que tengo trabajo para usted. Ve
aquella granja al otro lado del río. Es de mi vecino. No en realidad es de mi
hermano más joven. Nos peleamos y no puedo soportarlo más. Ve aquella pila de madera
cerca del granero? Quiero que usted construya una cerca bien alta a lo largo
del río para que no tenga que verle más.
- Creo que entiendo la situación - dijo el carpintero. muéstreme
dónde están las palas que haré un trabajo que le dejará satisfecho.
Como necesitaba ir a la ciudad, el hermano más viejo ayudó al
carpintero a encontrar el material y se fue.
El hombre trabajó arduamente durante todo aquel día. Ya anochecía,
cuando terminó su obra. El granjero regresó de su viaje y sus ojos no podían
creer lo que veían. No había ninguna cerca. En lugar de eso había un puente que
unía las dos márgenes del río. Era realmente un bellísimo trabajo, pero el
granjero estaba furioso y le dijo:
- Cómo se ha atrevido usted a construir ese puente, después de todo
lo que yo le conté?
Sin embargo, las sorpresas no habían terminado. Al mirar nuevamente
hacia el puente, vio a su hermano que se acercaba desde el otro margen,
corriendo y con los brazos abiertos. Por un instante, permaneció inmóvil a su
lado del río. Pero de repente, en un impulso, corrió en dirección del otro y
los dos se abrazaron en medio del puente.
El carpintero se marchaba con su caja de herramientas, cuando el
hermano que lo contrató le dijo emocionado:
- ¡Espere! ¡Quédese con nosotros durante unos días!
El carpintero respondió:
- Me encantaría quedarme, pero, desgraciadamente tengo otros muchos
puentes que construir.
Y nosotros, estamos necesitando un carpintero? O somos capaces de
construir nuestro propio puente para aproximarnos a aquellos con los que hemos
roto el contacto?.
No busquemos construir cercas que nos separen de las personas de
las que nos encontramos distanciados.
Construyamos puentes, busquemos caminar en la dirección de aquellos
que por malos entendidos u ofuscaciones, se distanciaron de nosotros.
El puente de la relación es un poco frágil y se balancea a causa de
los vientos de la discordia, fortalécelo con los lazos del entendimiento y de
la verdadera amistad.
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