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Algunas noticias recopiladas que algunos no conocen
El
sucesor de Benedicto XVI se mostró al mundo a las 20:25 h. del miércoles 13 de
marzo de 2013, desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro: Cardenal
Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, de 76 años.
Desde
ese día, el Trono de San Pedro está ocupado por un Papa del continente
americano. Es el primer Papa argentino, el primer Papa hispanoamericano y el
primer jesuíta. Y, ante todo, es el Papa Francisco. Nacido en el seno de una
familia de inmigrantes italianos, se dedicó durante largos años a la docencia y
estuvo en el año 1971 en la localidad madrileña de Alcalá de Henares.
En
su primera aparición pública, el Pontífice elevó una oración por su antecesor,
Benedicto XVI. Curiosamente, fue Bergoglio el principal rival de Ratzinger en
el Cónclave de 2005. Sin embargo, el argentino decidió retirarse en favor del
alemán y pidió "casi con lágrimas" a sus simpatizantes que se
abstuvieran de elegirlo.
El
flamante Pontífice obtuvo los 77 votos exigidos de los 115 cardenales reunidos
en Cónclave en la quinta votación. En el Cónclave de 2005, Joseph Ratzinger
logró la mayoría necesaria en la cuarta votación, apenas una hora y media antes
que su sucesor.
Momentos
antes de aparecer ante los miles de fieles que se concentraban en la Plaza de
San Pedro, el cardenal francés Jean-Louis Tauran fue el encargado, en calidad
de decano protodiácono, de pronunciar la famosa frase 'Habemus Papam' y de
presentar al mundo al nuevo Pontífice.
La
noticia de que se ponía fin a la Sede Vacante se dio a conocer exactamente a
las 19.07 horas de Roma, el 13-3-2013, cuando la chimenea de la Capilla Sixtina
emitió una intensa humareda blanca.
¡¡Felicidades
a todo el pueblo argentino, ya que de esta tierra procede Su Santidad
Francisco!!
BIOGRAFÍA
Jorge
Mario Bergoglio, S.I., el Papa Francisco, nació en Buenos Aires, Argentina, el
17 de diciembre de 1936, hijo de un matrimonio italiano formado por Mario,
empleado ferroviario, y Regina, ama de casa. Se graduó en Ciencias Químicas en
Buenos Aires, pero optó después por los estudios eclesiásticos y el 11 de marzo
de 1958 ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús.
Estudió
Humanidades en Chile y en 1963, de regreso en la capital argentina, obtuvo la
licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía del Colegio San José de
San Miguel. Ejerció como profesor de Literatura y Psicología entre los años
1964 y 1965 en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966, en el Colegio
de El Salvador de Buenos Aires. Entre 1967 y 1970 estudió Teología en la
Facultad de Teología del Colegio san José, en San Miguel, donde se licenció.
El
13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote.
El
22 de abril de 1973 hizo los votos perpetuos en la Compañía de Jesús, orden en
la que ocupó diversas responsabilidades como la de maestro de novicios,
profesor en la Facultad de Teología, consultor de la Provincia y rector del
Colegio Máximo.
En
el curso 1970-71, superó la tercera probación en Alcalá de Henares (España) y
el 22 de abril hizo la profesión perpetua.
Fue
maestro de novicios en Villa Barilari, en San Miguel (1972-1973), profesor de
la Facultad de Teología, Consultor de la Provincia y Rector del Colegio
Massimo. El 31 de julio de 1973 fue elegido Provincial de Argentina, cargo que
ejerció durante seis años.
Entre
1980 y 1986, fue rector del Colegio Massimo y de la Facultad de Filosofía y
Teología de la misma casa y párroco de la parroquia del Patriarca San José, en
la diócesis de San Miguel.
En
marzo de 1986, se trasladó a Alemania para concluir su tesis doctoral, y sus
superiores lo destinaron al colegio de El Salvador, y después a la iglesia de
la Compañía de Jesús, en la ciudad de Cordoba, como director espiritual y
confesor.
El
20 de mayo de 1992 fue designado por Juan Pablo II obispo titular de Auca y
auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio de 1992 recibió la ordenación
episcopal en la catedral de Buenos Aires de manos del Cardenal Antonio
Quarracino, del Nuncio Apostólico Monseñor Ubaldo Calabresi y del obispo de
Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich. El 13 de junio de 1997 fue nombrado
arzobispo coadjutor de Buenos Aires.
El
28 de febrero de 1998, Bergoglio se convirtió en el arzobispo de Buenos Aires,
y Primado de Argentina, puesto en el que sustituyó al fallecido Antonio
Quarracino. Bergoglio llegó como el primer sacerdote de la Compañía de Jesús
que ocupaba la titularidad de la principal sede de Argentina.
El
21 de febrero de 2001 fue creado cardenal en el octavo consistorio convocado
por Juan Pablo II y recibió la birreta roja y el título de San Roberto
Belarmino.
Jorge
Mario Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante 6
años (electo por primera vez en la Asamblea Plenaria de noviembre de 2003). No
pudiendo por reglamento ser elegido una tercera vez, el 8/11/2011 fue electo el
arzobispo José María Arancedo.
Como
miembro de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, formó parte de la
Comisión Permanente en representación de la Provincia Eclesiástica de Buenos
Aires, integrando además las comisiones episcopales de Educación Católica y de
Pastoral Social.
Es
Gran Canciller de la Universidad Católica de Argentina y en la Santa Sede forma
parte de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los
Sacramentos y de la Congregación para el Clero.
Goza
de buena salud. Sin embargo, sólo tiene un pulmón desde que era joven.
Su
preocupación por los pobres ha sido una constante en su vida. Todos los Jueves
Santos acudía a lavar los pies a los más enfermos de entre los enfermos de
Buenos Aires, como puede verse en la imagen.
Es
muy devoto de San José y de Santa Teresita de Lisieux.
El
Papa ha adoptado el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís.
La
Misa de inicio de pontificado tuvo lugar el 19 de marzo de 2013 a las 9:30 h.
de Roma. A ella asistió, por primera vez desde el año 1054, el Patriarca de
Constantinopla y otros líderes religiosos. Asistieron delegaciones procedentes
de 132 países del mundo.
ANÉCDOTAS
Alessandro
Forlani es un periodista italiano ciego que ha tenido la suerte de poder
saludar personalmente al Papa Francisco, durante el encuentro que el recién
elegido Pontífice ha mantenido este sábado con la prensa. De entre los 6.000
profesionales de la información congregados en el Aula Pablo VI, Forlani ha
sido uno de los elegidos para estrechar la mano del Papa. Pero el joven no iba
solo. Le acompañaba su perro guía, Asia, al que el Pontífice no ha dudado en
bendecir también.
«Quería
haber pensado qué decirle, pero llegado el momento no era capaz de decirle
nada», ha confesado Forlani después a varios medios. Según ha relatado, el Papa
le preguntó cómo se llamaba y a qué se dedicaba. Después, el periodista
italiano le pidió una «bendición especial» para su hija y su mujer. «El Papa
pensó en mi perro y dijo: "y una también para el perro", se inclinó y
lo acarició», ha asegurado.
Los
testigos coinciden en que Jorge Bergoglio es un hombre sencillo y cordial. Sus
recorridos por la ciudad, sus viajes en subte (metro), ser ferviente seguidor
del equipo de fútbol San Lorenzo y la sobriedad con la que vive hacen que sea
una persona muy cercana.
El
periodista Luis Moreiro relató varios detalles sobre la boda de su hija Emilia,
que el cardenal Bergoglio ofició a petición del novio, Gastón, que le conoce
desde hace años. La ceremonia sería en La Plata, a unos 60 km de la residencia
del arzobispo en la ciudad de Buenos Aires. Cuando, unos días antes le llamaron
para preguntarle a qué hora habían de mandarle un auto para llevarlo a la
iglesia, el cardenal respondió: “¿Auto? No, yo voy en el tren del Roca”. Solo
aceptó que le fueran a buscar a la estación de destino, pues temía perderse.
Al
terminar la boda, le invitaron a que saliera junto con los novios. “No quiso
–cuenta Moreiro–. ‘Emilia y Gastón son las estrellas de la noche. El protagonismo
y todos los saludos deben ser para ellos’, se excusó amablemente, y se perdió
por la puerta de la sacristía”. Y la semana pasada, justo antes de partir hacia
Roma, llamó por teléfono a Gastón para felicitarle por su cumpleaños.
Una
faceta conocida es la de hincha del equipo de fútbol San Lorenzo. En 2008, con
ocasión del centenario de la fundación del club, le regalaron una camiseta del
equipo y le nombraron “socio centenario”.
En
las chabolas
La
periodista Elisabetta Piqué define así al nuevo Papa: “Un cardenal austero, un
hombre común. Tan sencillo y cercano a los pobres como erudito y firme en sus
convicciones”. Sobre su austeridad, Piqué refiere una anécdota significativa:
“Cuando fue hecho cardenal por Juan Pablo II, en 2001, hubo fieles que
quisieron acompañarlo a recibir la púrpura, para celebrar el evento. Pero él
pidió que se quedaran en Buenos Aires y donaran ese dinero a los más pobres.
Tampoco quiso comprarse una vestimenta nueva: ordenó arreglar la que usaba su
antecesor Antonio Quarracino”.
A
la periodista le impresionan otros rasgos del estilo de vida de Bergoglio:
nunca quiso tener auto con chófer. Solía desplazarse en autobús o metro. Y
cuando viajaba en avión de Argentina a Roma elegía clase turista. Lo mismo dice
Carlos Pagni: “Los zapatos con que llegó a Roma fueron el regalo de la esposa
de un sindicalista fallecido, que no consiguió que aceptara un pasaje en
primera clase. Viajó en turista”.
Apasionado
lector de Dostoievski, Borges y los autores clásicos, añade Piqué, el nuevo
Papa tiene una “forma de hablar sencilla, directa y humilde, que llega al
corazón”.
Otro
reportaje de La Nación describe cómo se recibió la noticia de la elección del
Papa Francisco en la villa 21-24, un poblado de chabolas en el barrio porteño
de Barracas. En la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé conocen al Papa,
que ha estado allí muchas veces. Varios feligreses evocan esas visitas. “Yo
recibí los tres sacramentos con Bergoglio. Cuando mi patrón me señaló la tele y
vi la noticia, salté y lloré de la alegría”, dice Lidia Valdiviesa. “En el
barrio, todos recuerdan a Bergoglio caminando por los pasillos de la villa.
‘Sabe lo que es la pobreza’, sostiene Lidia”.
El
sacerdote Juan Isasmendi no duda en resaltar la cercanía de Bergoglio. “Es una
persona muy importante para el barrio. Cruzaba toda la villa caminando solo,
sin ningún problema, saludando a la gente que lo invitaba a pasar. Acá se le
quiere mucho”. “Si realiza una visita como papa a Buenos Aires lo vamos a
obligar a venir”, decía el párroco.
Misa
de Inicio de Pontificado
Siguiendo
al pie de la letra la petición del Papa Francisco de no venir a Roma sino
dedicar ese dinero a ayudar a los necesitados, su hermana Maria Elena se quedó
en Buenos Aires, segura de que un encuentro no tardará en producirse.
Pero
este martes Francisco no estuvo solo. Tenía tres invitados: Sergio Sánchez, uno
de los líderes de los «cartoneros» de Buenos Aires; José María del Corral,
director del programa educativo «Escuela de vecinos»; y la hermana Ana Rosa,
misionera en Tailandia, prima segunda del Papa. Los tres estuvieron muy cerca
del altar durante la ceremonia.
En
el Vaticano causó fuerte impacto el líder de los «cartoneros», las personas sin
empleo que se ganan la vida recogiendo cartón y periódicos para reciclar. Sergio
Sánchez explicó que «somos el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y nos
organizamos para superar la exclusión social de los cartoneros y los
trabajadores esclavos. Somos unas cuatro mil personas que recuperamos
materiales reciclables».
Como
el cardenal Bergoglio celebraba la misa para ellos, «nosotros le seguimos a
todos lados. Siempre ha luchado públicamente por la inclusión social». Al
término de la ceremonia el líder «cartonero» estaba emocionado pues «le saludé
antes que los presidentes porque éramos como su familia, y él nos saludó como a
su familia».
El
profesor Jose María del Corral, dirige la «Escuela de vecinos», que complementa
la educación de las aulas y ayuda a la integración religiosa y racial. Según
Corral, «empezamos juntando a un grupo de 70 jóvenes de escuelas judías,
musulmanas, ortodoxas, evangélicas, católicas, estatales y privadas. Montamos
la primera escuela para que aprendiesen a convivir con el prójimo, el de al
lado, como dice la tradición judía del Talmud».
En
ese marco, «los chicos empezaron a sacar el problema de la droga, de la
violencia, y nosotros les enseñamos cómo cambiar eso. Y terminaron presentando
un proyecto de ley a los diputados, que hoy es ley vigente en la Argentina».
Jose
María del Corral reconoce que Francisco «nos dijo que no viniésemos, pero yo en
algunas cosas no le hago caso. Cuando nos encontramos, de pronto, a la salida
del ascensor, nos abrazamos. Yo le pregunté, ¿Cómo te llamo ahora? Y me dijo
¿Pues cómo me vas a llamar? ¡Jorge! Y me eché a llorar».
La
hermana Ana Rosa, de las Hijas de Maria Auxiliadora, es misionera en
Thailandia, y solo veía a su primo segundo de vez en cuando en la capital
argentina. La simpática religiosa salesiana, explica que el nuevo Papa «es una
persona muy humilde y muy austera. Cada vez que voy a Buenos Aires, voy a
visitarlo. Siempre me dice: reza por mí y haz rezar a las religiosas ancianas.
¡Ahora le hará muchísima más falta!».
La
hermana Ana Rosa cuenta que «cuando el Papa me vio, me dijo: ¿Pero qué haces aquí?
¡Has venido! Ha sido emocionante poder hablarle y estar sentada al lado del
altar». Los tres invitados del Papa causaron sorpresa. Otra más, después de la
de haber ido a celebrar la misa del domingo a la parroquia de los empleados del
Vaticano. El Papa Francisco rompe moldes.
Juan
Pablo II y el Rosario
Cuando
falleció Juan Pablo II, en 2005, el cardenal Bergoglio escribió un sencillo
testimonio en el que recuerda cómo se decidió a rezar cada día los 15 misterios
del Rosario gracias a su ejemplo. “Si no recuerdo mal, debía ser el año 1985.
Una tarde fui a rezar el Rosario que dirigía el Santo Padre. Él estaba delante
de la gente, de rodillas. El grupo era numeroso”.
Bergoglio
cuenta con sencillez cómo, al sentirse guiado por su Pastor, comenzó a
distraerse. Se detuvo en la figura del Papa: en su piedad. “Su devoción era un
testimonio”, dice. “Empecé a imaginarme al joven sacerdote, al seminarista, al
poeta, al obrero, al niño de Wadowice... en la misma postura en que estaba
arrodillado en ese momento, recitando avemarías tras avemarías. Su testimonio
me golpeó”.
“Sentí
que este hombre, escogido para guiar la Iglesia, estaba siguiendo el camino
hacia su Madre en el cielo; un camino iniciado desde la infancia. Y entonces
comprendí la densidad de las palabras de la Virgen de Guadalupe a San Juan
Diego: ‘No tengas miedo, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre?’. Entonces entendí
la presencia de la Virgen en la vida del Papa”.
“Este
testimonio no se me ha olvidado ni un instante. En adelante he rezado siempre
los 15 misterios del Rosario cada día”.
EL
ESCUDO DEL PAPA
El
escudo del pontificado de Francisco es el mismo que tenía como arzobispo,
manteniendo además el lema “Miserando atque eligendo” Lo miró con misericordia
y lo eligió. Así lo informó en una conferencia de prensa en el Vaticano el
padre Federico Lombardi, portavoz de Su Santidad.
El
Escudo
En
los trazos esenciales el Papa Francisco decidió conservar el mismo emblema que
mantuvo desde su consagración episcopal, particularmente caracterizado por la
sencillez.
El
escudo azul aparece coronado por los símbolos de la dignidad pontificia iguales
a aquellos elegidos por su predecesor Benedicto XVI, a saber: la mitra colocada
al centro y en alto con las llaves entrecruzadas, una representada con el color
del oro y la otra con el de la plata, unidas (en la parte baja de la imagen)
por un lazo rojo. En alto, aparece el emblema de la orden religiosa de
proveniencia del Papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante con, al centro y
letras rojas, la inscripción IHS, el monograma de Cristo. Sobre la letra H se
apoya la cruz, en punta, con los tres clavos en negro colocados a la base.
En
la parte inferior se percibe la estrella y la flor de nardo. La estrella,
siguiendo la antigua tradición heráldica, simboliza a la Santísima Virgen
María, Madre de Cristo y de la Iglesia; mientras la flor de nardo evoca la
figura de San José, el patrono de la Iglesia universal. En efecto, en la
tradición iconográfica hispánica San José aparece representado con un ramo de
flor de nardo en la mano. Al colocar en su escudo estas imágenes, el Papa ha
querido expresar su propia y particular devoción hacia la Virgen Santísima y
San José.
El
Lema
El
lema del Santo Padre Francisco está tomado de las Homilías de San Beda el
Venerable sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio
evangélico de la vocación de San Mateo, escribe “Vidit ergo lesus publicanum et
quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me“, que evoca el
siguiente pasaje: «Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa
de cobro de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Lo vio más con la mirada
interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo
vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo
Sígueme, “Sígueme”, que quiere decir: “Imítame”. Le dijo “Sígueme”, más que con
sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo
debe andar de continuo como él y anduvo».
La
homilía de San Beda el Venerable, presbítero es un homenaje a la misericordia
divina y aparece reproducida en la Liturgia de las Horas en la fiesta de San
Mateo que además reviste un significado particular en la vida y en el
itinerario espiritual del Papa. En la fiesta de San Mateo del año 1953, el
joven Jorge Mario Bergoglio experimentó –a la edad de 17 años- en un modo del
todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después y tras una
confesión, se sintió tocado en el corazón y advirtió que sobre sí mismo
descendía la misericordia de Dios, quien con mirada de tierno amor, lo llamaba
a la vida religiosa, siguiendo el ejemplo de San Ignacio de Loyola.
Una
vez elegido Obispo, S. E. Mons. Bergoglio, en recuerdo de este particular
momento de su vida que lo marcó profundamente desde los inicios de su total
consagración a Dios en Su Iglesia, decidió elegir, como lema y programa de
vida, la expresión de San Beda “miserando atque eligendo” “Lo miró con
misericordia y lo eligió”, que ha querido reproducir también en el propio
escudo pontificio.
OBRAS
1982:
Meditaciones para religiosos
1986:
Reflexiones sobre la vida apostólica
1992:
Reflexiones de esperanza
1998:
Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro
2003:
Educar: exigencia y pasión
2004:
Ponerse la patria al hombro
2005:
La nación por construir
2006:
Corrupción y pecado
2006:
Sobre la acusación de sí mismo
2007:
El verdadero poder es el servicio
2012:
Mente abierta, corazón creyente
Homilía
íntegra del Papa Francisco en la misa de inicio de su pontificado (19 de marzo
de 2013)
Queridos
hermanos y hermanas
Doy
gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio
petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la
Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el
onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena
de afecto y gratitud.
Saludo
con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos,
religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia
a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a
los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo
un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones
oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.
Hemos
escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había
mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la
la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién?
De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como
ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y
se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y
protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y
modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).
¿Cómo
ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con
una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde
su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a
los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María,
su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el
viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en
el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo
en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el
taller donde enseñó el oficio a Jesús.
¿Cómo
vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la
atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no
tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en
la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la
fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa,
pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José «custodio» porque sabe
escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más
sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo
los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones
más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de
Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro
de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para
guardar a los demás, salvaguardar la creación.
Pero
la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que
tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a
todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos
dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener
respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es
custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor,
especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a
menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del
otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como
padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán
en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un
recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo,
todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos
afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.
Y
cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por
la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el
corazón se queda árido.
Por
desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman
planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.
Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en
el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena
voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en
la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los
signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro.
Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos.
Recordemos
que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir
entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de
donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que
destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la
ternura.
Y
aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar,
requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José
aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se
percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien
todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión,
de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de
la ternura.
Hoy,
junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo
Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente,
Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres
preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta
mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es
el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez
más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus
ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él,
abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y
ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los
más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al
hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado
(cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.
En
la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza,
creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda
esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz
de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada
hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio
de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza.
Y,
para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la
esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en
Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.
Custodiar
a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente
a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el
Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados,
para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios
nos ha dado.
Imploro
la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y
san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio,
y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.
El
papa Francisco ha saludado en la Basílica de San Pedro a las 132 delegaciones
extranjeras que asistieron a la misa solemne de entronización que ofició en la
plaza y a la que asistieron cientos de miles de personas. La primera en saludar
al papa fue la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. El
papa, flanqueado por el Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, recibió luego
al presidente de Italia, Giorgio Napolitano y a su esposa, y al primer ministro
dimisionario de Italia, Mario Monti y a su esposa. Después llegaron los reyes
de Bélgica, Alberto y Paola, vestida de blanco y tocada con mantilla del mismo
color como marca el protocolo pontificio que establece que las reinas son las únicas
que se pueden presentar ante el pontífice con trajes blancos. Los príncipes de
Mónaco, Alberto junto a su esposa, Charlène Wittstock, con vestido y mantilla
negra también recibieron la bendición del papa Francisco.
La
presidente de Brasil, Dilma Rousseff, con traje oscuro, fue la segunda
mandataria latinoamericana que saludó al primer papa latinoamericano y jesuita
de la historia. Tras ella, llegaron el presidente de Chile, Sebastián Piñera y
su esposa Cecilia Morel, quien portaba varios rosarios en la mano y el papa,
solícito, bendijo todos ellos. El papa Francisco departió más tiempo con las
delegaciones latinoamericanas que con el resto, y se mostró sereno y acogedor
con la larga fila de personalidades que acudieron a la Basílica de San Pedro.
La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, habló unos minutos con el papa
Francisco, mientras que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se presentó
ante él con su anciana madre a la que el papa besó en una mejilla. Después,
Correa mostró al papa Francisco una fotografía. También desfiló el presidente
de México, Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, quien regaló al
pontífice una papalina blanca, acompañados por sus dos hijas
Tras
el presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva y la representación europea
formada el presidente de la Comisión europea, José Manuel Durão Barroso, el del
Consejo Europeo, Herman Van Rompuy y el presidente del Parlamento europeo,
Martin Schultz, llegó la delegación española, encabezada por el príncipe
Felipe, vestido de gala, y la Princesa Letizia, con un vestido oscuro y con
mantilla negra sin peineta. Ambos se inclinaron ante el papa Francisco quien
charló un rato amigablemente con ellos y escuchó las palabras de un sonriente
Príncipe Felipe. Después, recibió al presidente del Gobierno de España, Mariano
Rajoy, con quien también mostró gestos de simpatía y cercanía.
La
canciller alemana, Angela Merkel fue la siguiente en saludar al papa argentino
y mantuvieron una pequeña conversación. El papa saludó al patriarca ecuménico
de Constantinopla, al ortodoxo Bartolomé; al metropolita (arzobispo) Hilarion,
de la Iglesia Ortodoxa Rusa; al metropolita Amfilohje, de la iglesia ortodoxa
serbia; al metropolita Siluan, y a numerosos miembros de otras iglesias
ortodoxas. Recibió asimismo al reverendo Olva Fykse Tveit, del Consejo Mundial
de Iglesias, a representantes de la Comunión Anglicana, de la Federación
Luterana Mundial y de la Alianza Mundial Evangélica, entre otros. Asimismo
acudió a saludar al papa, el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni; el
presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Italia, el imán Izzeddin
Elzir, y representantes budistas, sij, jainistas e hindúes. El papa Francisco,
de 76 años, mostró encontrarse en buena forma puesto que recibió de pie a la larga
fila de las legaciones durante más de hora y media.
¡¡Bendiciones para el Santo Padre Francisco!!.
ResponderEliminarQue Cristo Resucitado le siga dando ese don de humildad y cercanía que tanto necesita este mundo.
Damos gracias a Dios por haberlo elegido "PAPA".
Que sigamos teniendo esa comprensión tan entrañable
y gratificante de su persona para todos los que amamos a CRISTO.Que Dios le colme de ¡BENDICIONES!.