Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Hace tiempo que salió esta carta y la persecución a la Iglesia continúa.
Por eso no es de extrañar que la volvamos a poner, para refrescar la memoria de aquellos , periodistas o no, que denigran a la Iglesia y no hacen nada para reconocer la labor inmensa de la Iglesia Católica a través de sus misioneros en todo el mundo. Franja
Sacerdote
al New York Times:
“Me siento feliz y orgulloso de mi vocación”
Carta
de un misionero desde Angola
24
de mayo de 2010 | 6422 hits
LUANDA,
lunes, 24 mayo 2010 (ZENIT.org).- “Soy un simple sacerdote católico. Me siento
feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como
misionero”. Así comienza una carta que el misionero salesiano uruguayo Martín
Lasarte envió al New York Times sin obtener respuesta. En la misma, explica la
labor silenciosa en favor de los más desfavorecidos de la mayoría de los
sacerdotes de la Iglesia católica que, sin embargo, “no es noticia”.
En
la carta remitida a ZENIT por el padre Martín Lasarte, explica que la envió el
6 de abril al diario neoyorquino y desde entonces no ha obnetido respuesta. En
ella expresa sus sentimientos ante la ola mediática que han despertado los abusos
de algunos sacerdotes mientras sorprende el poco interés que suscita en los
medios la labor cotidiana de miles y miles de sacerdotes.
“Me
da un grande dolor que personas que deberían de ser señales del amor de Dios
hayan sido un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique
tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar sino del lado de los
débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas
para la protección, prevención de la dignidad de los niños serán siempre una
prioridad absoluta”, afirma en su carta.
Sin
embargo, añade, “es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de
sacerdotes que se consuman por millones de niños, por los adolescentes y los
más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo”.
“Pienso
que a vuestro medio de información no le interese que yo haya tenido que
transportar por caminos minados en 2002 a muchos niños desnutridos desde
Cangumbe a Lwena (Angola) pues ni el gobierno se disponía y las ONG no estaban
autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre
los desplazados de guerra y retornados; que le hayamos salvado la vida a miles
de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 kilómetros
cuadrados, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos
dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000
niños...”, subraya.
“No
es de interés –añade- que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la
crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la
guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban las alimentos del
Gobierno y la ONU”.
Y
enumera a continuación una serie de acciones realizadas, muchas veces con
riesgo o pérdida de la vida, por compañeros suyos que son ignoradas por los
medios.
“No
es noticia que un sacerdote de 75 años, el padre Roberto, por las noches
recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a
una casa de acogida, para que desintoxiquen de la gasolina, que alfabetice
cientos de presos; que otros sacerdotes, como el padre Stefano, tengan casas de
pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y
buscan un refugio. Tampoco que Frei Maiato con sus 80 años pase casa por casa confortando
a los enfermos y deseperados”.
“No
es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, religiosos hayan dejado
su tierra, su familia para servir sus hermanos en leproserías, hospitales,
campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos
de padres que fallecieron con sida, en escuelas para los más pobres, en centros
de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobre todo
en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar”.
“No
es noticia que mi amigo, el padre Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes
durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y
volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano
Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales
más recónditas hayan muerto en un accidente en la carretera; que decenas de
misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una
simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina,
visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los
primeros sacerdotes que llegaron a la región... Ninguno pasa de los 40 años”.
“No
es noticia acompañar la vida de un sacerdote ‘normal’ en su día a día, en sus
dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad
que sirve".
“La
verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena
Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más
ruido un árbol que cae que un bosque que crece”, subraya.
Esto sigue sucediendo y la Iglesia Católica está allí y no es noticia
“No
pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes –añade--. El
sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su
humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y
fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada
criatura…”.
“Insistir
en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto
crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en las que me
siento ofendido”, afirma.
Y
concluye: “Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la
Belleza. Eso lo hará noble en su profesión”.
Por
Nieves San Martín
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