Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
De libro:
PARÁBOLAS COMO DARDOS
DE
Manuel Sánchez Monge
Para mejorar la vida en
la pareja
INTRODUCCIÓN
La parábola del buen samaritano, obra del artista italiano
Giacomo Conti.
Iglesia de la Medalla Milagrosa, Mesina.
«En esto se levantó un jurista y le preguntó para ponerlo a
prueba: -Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
El le dijo:
-¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo es eso que recitas?
El jurista contestó:
-"Amarás al SeÑor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti
mismo"
El le dijo: Bien contestado. Haz eso y tendrás vida.
Pero el otro, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
-Y ¿quién es mi prójimo?
Jesús le contesto:
-Un hombre bajaba de Jerusalén a jerícó y lo asaltaron unos
bandidos; lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon dejándolo medio
muerto. Coincidió que bajaba un sacerdote por aquel camino; al verlo, dio un
rodeo y pasó de largo. Lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio; Un samaritano que pasó al
verlo, le dio lástima; se acercó a él y le vendó las heridas, echándoles aceite
y vino; luego lo montó en su propia cabalgadura, le llevó a una posada y lo
cuidó. Al día siguiente sacó cuarenta duros, y dándoselos al posadero, le dijo:
"Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta".
¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó
en manos de los bandidos?
El letrado contestó: El que tuvo compasión de él.
Jesús le dijo: Pues anda, haz tú lo mismo» (Le 10, 25-37)
Cuando he pensado en cambiar nuestras relaciones con los demás,
mi pensamiento ha volado espontáneamente a la parábola del buen samaritano.
Creo que Jesús nos da una lección magistral.
El
bon samarità (1838), de Pelegrí Clavé i Roquer.jpg
Hacerse samaritano requiere no perder el tiempo preguntándonos
quién es nuestro prójimo y desperdiciando mientras tanto las múltiples
ocasiones de acercarnos a los demás, de aproximarnos a ellos. El pensamiento
tiene que estar dirigido a la acción y no quedarse en la pura especulación.
No podemos pasar de largo ante las necesidades de los hombres.
Ni siquiera amparados por unas obligaciones de tipo religioso. Nunca llegará a
la cita con Dios quien no se entretiene en ayudar a sus hermanos necesitados.
Es preciso ver a los que recorren nuestro mismo camino, pero,
sobre todo, es necesario dejar que sus necesidades hieran nuestras entrañas. No
puede convertirse en samaritano de los demás quien no siente en su propia piel
los problemas ajenos. Ayudará a los demás, pero lo hará con frialdad, sin
corazón, desde lejos. Y no va por ahí el evangelio.
,Sólo ayuda bien quien se acerca, quien intenta compartir desde
el amor las condiciones de vida ajenas. Y quien se acerca, no para echar
discursos o teorizar, sino para prestar aquella ayuda que el prójimo
verdaderamente necesita y que está en nuestra mano prestar.
Esta parábola también nos habla -creo yo- de que es preciso
llegar al final sin quedarse siempre en los comienzos. No vale sólo con las
curas de urgencia. Es necesario llevar a la posada y cuidarse de que el enfermo
quede totalmente restablecido.
Por último, el buen samaritano sabe desaparecer, seguir su
camino, deja que el otro sea él mismo. Ha hecho lo necesario y no toma la
víctima consigo ni le indica qué debe hacer después. Sólo la sitúa en el
camino.
Confeccionó Franja
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