EL PRÓXIMO DOMINGO,
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
ES EL DÍA DE LA
DIVINA
MISERICORDIA
Origen
del Movimiento
Tuvo su origen en las
palabras que Jesús le dirigió a Santa Faustina Kowalska el mes de Junio de
1935: "Quiero que se establezca cuanto antes un movimiento apostólico que implore
y anuncie la Misericordia de Dios en el mundo entero".
Santa Faustina Kowalska escribía más tarde:
"Veo claramente que esta obra de apostolado será una gran asociación de
fieles extendida por todo el mundo, a ella podrán pertenecer todos cuanto lo
deseen: sacerdotes, religiosos y laicos. Ellos anunciarán con su palabra y sus
obras, la infinita Misericordia de dios al mundo entero y la implorarán con su
oración". (Diario de Santa Faustina, nº 436)
El Movimiento, que nació en Polonia en el año
1935, se extendió rápidamente por toda Europa, América del sur, Central y del
Norte, África, India y hoy podemos decir que está extendido por los cinc
continentes. Es una realidad muy viva en toda la Iglesia, hoy son millones de personas en todo el mundo las que nutren
su vida cristiana en esta espiritualidad de la Divina Misericordia. Y muchos
han descubierto el verdadero Rostro de Dios en ella y muchos alejados han
vuelto a la Casa del Padre iluminado y atraídos por esta nueva llamada del
Señor a confiar y vivir en s Misericordia. Su mensaje fundamental: "Dios
es ante todo Amor y Misericordia infinitos", se revela como necesario para
la Evangelización del Tercer Milenio. Así lo ha manifestado Juan Pablo II:
"No hay nada de lo que el hombre actual tenga más necesidad que la
Misericordia Divina, este Amor benigno, compasivo, que eleva al hombre sobre su
debilidad hacia las alturas de la Santidad de Dios" (Homilía 10 de Junio
de 1997)
En el año 2008, 2-6 de
abril, el Santo Padre Benedicto XVI, ha convocado a toda la Iglesia en Roma,
para celebrar el I Encuentro Mundial de la Divina Misericordia, de cuya
preparación se han encargado el Cardenal de Viena, Schönborn, y el Cardenal,
Leonardo Sandri, de la Secretaría de Estado.
Palabras
de Jesús a Santa Faustina Kowalska,
sobre su
imagen de Misericordia Divina:
"Estos rayos
protegen a las almas de la ira de mi padre. Feliz el que vive bajo su sombra,
porque la mano de la justicia de Dios nunca lo alcanzará. Deseo que el primer
domingo después de Pascua Florida se celebre la Fiesta de la Misericordia.
Pide a tu confesor (Padre Sopocko) que en ese
día, comunique al mundo entero mi gran Misericordia; que cualquiera que se acerque
a la Fuente de Vida, obtendrá la completa remisión de sus pecados y las penas
merecidas.
La Humanidad no obtendrá Paz hasta que se
vuelva con confianza a mi Misericordia.
¡Oh, cómo me hiere la desconfianza de un alma!
Aquella alma reconoce que soy Santo y Justo pero no cree que soy Misericordia y no confía en mi Bondad. Hasta
los diablos tiemblan ante mi justicia, pero no creen en mi Misericordia.
Mi corazón se regocija con este título de
Misericordia. Proclama que la Misericordia es el más grande atributo de Dios.
Todas las obras de mis manos están coronadas con mi misericordia"
Juan
Pablo II y el Movimiento
Junto con Santa
Faustina Kowalska, el Papa Juan Pablo II es el más grande impulsor del
Movimiento de la Divina Misericordia, de su espiritualidad y apostolado.
De joven conoció muy de
cerca el mensaje de Jesucristo a Santa Faustina, y caló muy hondo en su espíritu,
así lo ha manifestado:
"Desde mi juventud
y siempre he apreciado mucho y sentido muy cercano el mensaje de la Divina Misericordia. Es como si la Providencia lo hubiera
inscrito en mi historia personal. Esta ha sido la experiencia que he llevado
conmigo hasta la Sede de Pedro, en cierto sentido, forma la imagen de mi
pontificado" (Discurso en el Santuario de Lagiewniki (Cracovia), 7 de
Junio de 1997).
Lo primero que hizo al
ser elegido Papa, fue dar una base doctrinal, bíblico-teológica, al movimiento,
publicando la Carta Encíclica "Rico en Misericordia". En esta Encíclica hace urgente llamada a la Iglesia para que proclame, practique e
implore con firmeza y valentía la Misericordia de Dios a los hombres y mujeres
de nuestro tiempo.
En este momento es la base doctrinal, junto
con los Evangelio y el Diario de Santa Faustina, del Movimiento de la divina
Misericordia.
El 30 de abril del año 2000 canonizó a Santa
Faustina Kowalska, siendo la primera Santa canonizada en el Tercer Milenio, en
su homilía dijo a toda la Iglesia:
"Con Santa
Faustina el gran Mensaje de la Misericordia Divina atraviesa los sufrimientos
del siglo XX para alcanzar a los cristianos del nuevo milenio... No es un
mensaje nuevo, pero es de esencial necesidad e iluminación para actualizar en
la Iglesia el Evangelio. Lo ofrezco como un rayo de luz y una fuente de vida
para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo". (Homilía en la
canonización de Santa Faustina, 30-04-200)
Ese mismo día instituyó
la Fiesta Litúrgica de la Divina Misericordia desde el Santuario de Cracovia
(Polonia). Por todo ello podemos considerar a Juan Pablo II como el más grande
Apóstol de la Divina Misericordia, con sus palabras y sus acciones.
Espiritualidad
Aquella que brota del
Misterio Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, entregado por y
para la salvación de todos los hombres. Este
Misterio es el culmen de toda la Revelación y la suprema manifestación del Amor
y la Misericordia del Padre.
Aquella que se explica en las Parábolas de la
Misericordia: La oveja perdida (Lc 15, 4-7); La dracma perdida (Lc 15, 8-10) y
sobre todo la del Hijo Pródigo y el Padre Misericordioso (Lc 15, 11-32)
De estas dos fuentes de la Revelación emergen
los rasgos que conforman la espiritualidad de un apóstol de la Divina
Misericordia:
"Señor mío y Dios mío"
Confianza ilimitada en Dios. Él me ha creado por amor. Me mantiene en
la existencia por amor, a pesar de conocer mi naturaleza pecadora. No quiere mi
muerte y mi desgracia, sino que viva y que sea feliz. Por ello ha entregado a
su Hijo muy Amado, Jesucristo, para que yo pueda entrar en su vida.
Abandono en las manos
del Padre que tanto me ama y que sólo busca mi bien. Este abandono no se puede
dar sin fe y esperanza ilimitadas en Él.
Humildad, que es vivir en la verdad de lo que somos, con nuestra capacidad
de levantarnos a lo más alto y descender a lo más bajo. La humildad nos lleva
al conocimiento y reconocimiento de nuestro pecado y nos abre al
arrepentimiento y a la misericordia de Dios. Y Dios nos responde, no conforme a
la justicia, sino a su Misericordia.
Misericordia. El hombre que se sabe amado y perdonado de este modo, no
puede más que comunicar y dar lo que él ha recibido como manifestación de su
gratitud: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es Misericordioso".
"Cristo se ofrece por nosotros en el altar"
2 comentarios:
Muchas gracias por esta catequesis que nos da a través de estos medios que la modernidad nos permite.
Envolvente la música que suena y te eleva a una meditación intensa en la Divina Misericordia de Dios.
gracias por esta revelacion es la primera vez che la leo ....ya ke soy catolica y solo ahora veo y l eo el grande infinito amor che dios nos da .......gracias
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