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comentario de peter seewald /www.aceprensa.com /+
artículo de marco tossati /http://vaticaninsider.lastampa.it /miércoles
20 de febrero de 2013
Seewald, que se entrevistaba con el Papa para preparar una
biografía, advirtió que su salud se había deteriorado: “Había perdido oído; no
veía por el ojo izquierdo; había adelgazado tanto que el sastre tenía
dificultades para ajustarle los trajes. Se mostraba muy delicado, todavía más
amable y humilde, muy reservado. No parecía enfermo, pero no se podía ignorar
el cansancio que se había apoderado de toda su persona, cuerpo y alma”.
“Nunca le había visto tan exhausto, casi postrado. (...) Mientras
dos años antes, a pesar de los primeros problemas de la edad, aparecía todavía
ágil, casi juvenil, ahora cada vez que llegaba de la Secretaría de Estado un
nuevo dossier, lo sentía como un golpe”. “Soy un hombre anciano y las fuerzas
me abandonan”, le dijo Benedicto XVI. “Pienso que basta con lo que he hecho”.
En un encuentro anterior, el pasado agosto en Castel Gandolfo,
Seewald le preguntó cómo le había afectado el asunto Vatileaks. “No me dejo
llevar por una especie de desesperación o dolor universal, simplemente me
parece incomprensible. Aun considerando a la persona (Paolo Gabriele), no puedo
entender qué se espera. No logro penetrar en su psicología”, dijo Benedicto
XVI. Sin embargo, “sostenía que el suceso no le había hecho perder el rumbo ni
le había hecho sentir el cansancio de su puesto, ‘porque siempre puede
suceder’”.
En el artículo Seewald hace algunas reflexiones sobre Joseph
Ratzinger. “Los años le han puesto a dura prueba. Era descrito como un
perseguidor, cuando realmente era un perseguido, el chivo expiatorio acusado
ante cualquier injusticia”. Pero “nadie le ha oído lamentarse”, ni “nadie le ha
oído un comentario negativo sobre otras personas”.
A juicio de Seewald, Ratzinger es “un penador radical y un
creyente radical, que en la radicalidad de su fe no empuña una espada, sino
otra arma mucho más poderosa: la fuerza de la humildad, de la sencillez y del
amor. Joseph Ratzinger es el hombre de las paradojas. Lenguaje moderado, voz
fuerte. Mansedumbre y rigor. Piensa a lo grande, pero presta atención a los
detalles. Encarna una nueva inteligencia para reconocer y revelar los misterios
de la fe, es un teólogo, pero defiende la fe del pueblo contra la religión de
los profesores, fría como las cenizas”.
Llama que vacila, por Marco Tossati
“En estos días se habla mucho de conspiraciones y de documentos
relacionados con la renuncia de Benedicto XVI. Todo es posible, naturalmente.
Pero he revisado una serie de apuntes que tomé a lo largo de los años sobre la
salud del Papa. Algunas confidencias de gente que lo conoce y que yo había
prometido no revelar mientras estuviera en el Trono de Pedro.
Después del anuncio de su renuncia, me siento libre de
compartirlos. Al revisar mis papeles, el contexto que surge es el de un
progresivo deterioro de su salud y de su energía, un cuadro que justifica
absolutamente la difícil decisión que tomó el Papa.
Hace dos años: «El Papa no puede dormir por la noche y no quiere
tomar medicamentos. Por eso a menudo tiene un aspecto cansado. Y los que le
quieren insisten en que no haya ninguna cita antes de las 17.00, para que se
pueda reposar un poco, sobre todo durante los viajes».
Pero los encuentros después del almuerzo no desaparecieron; a
partir de las 15.30. El médico, el doctor Polisca, dice que puede continuar
pero necesita tranquilidad, sobre todo no hay que perder de vista su presión.
Este, ahora, es el principal problema, pues está sufriendo justamente por la
presión. Polisca dijo: «cuidado con los aviones. Insisto en que pase el menor
tiempo posible en los aviones, porque los peligros nacen ahí».
Y efectivamente parece que pesaron mucho los viajes intercontinentales,
por lo que el próximo encuentro en Río de Janeiro por la Jornada Mundial de la
Juventud habría sido excluido.
Hace dos años, nuevamente: «Otro problema, durante los viajes, es
que se cae de la cama si es demasiado pequeña. En el Valle de Aosta, cuando se
rompió la muñeca, fue seguramente porque se cayó de la cama. En Malta le
prepararon una habitación bellísima, llena de objetos artísticos y de muebles
de época, con una cama napoleónica con su baldaquino, bellísimo, pero muy muy
estrecho. No pudo dormir durante toda la noche por el miedo de caer. Y al día
siguiente, durante la Misa, se quedó dormido y uno de los asistentes lo
despertó rozándole el brazo. “No dormí en toda la noche”, le dijo Benedicto XVI
disculpándose».
El biógrafo Peter Seewald confirmó en estos días lo que me
encontré en unos apuntes de hace un año y medio: «Está confirmado que casi ya
no ve con el ojo izquierdo, y esto acarrea problemas cuando hay escalones y
particularmente durante las Misas solemnes cuando tiene que caminar alrededor
del altar».
«Se cansa con rapidez», esta afirmación me la encuentro con cada
vez más frecuencia mientras voy llegando a mis apuntes más recientes. «Tiene
mucha dificultad para levantarse por la mañana; a veces duerme hasta nueve
horas de corrido. Porque necesita descansar». Y llegamos casi a los últimos
meses. Otoño de 2012: «Se siente débil y lo dice, mientras que antes no lo
quería decir». Usa el bastón también en la casa, porque le duelen la cadera y
la rodilla derechas.
Seguramente le habrán dado algunas veces cortisona para aliviar el
dolor. Los que lo observaban mientras los paseos de la tardecita notaron que
antes caminaba, iba a ver las flores nuevas que habían plantado los jardineros;
ahora da muy pocos pasos y luego se sienta en la banquita más cercana, como si
ya no tuviera energía, ni el estímulo ni la curiosidad para seguir adelante.
Los problemas de salud de Benedicto XVI son bastante conocidos (el
ictus de 1992, los marcapasos para el corazón, la presión, el insomnio, la vista,
la deambulación); en cambio, son menos conocidos los de su “brazo derecho” el
Secretario de Estado, que, desgraciadamente, parece también tener algunos
problemas de la vista y, según lo que se murmura en los pasillos vaticanos, fue
operado hace algún tiempo en una clínica de unas monjas de Génova”.
Marco Tosatti, vaticanista de ‘La Stampa’, se convirtió tras seguir a Karol Wojtyla [*Nota del editor: Sobre Marco Tossati, periodista y converso gracias a Juan Pablo II:
http://www.intereconomia.com/noticias gaceta/iglesia/marco-tosatti-vaticanista-%E2%80%98-stampa%E2%80%99-se-convirtio-seguir-karol-wojtyla]
Enlace a las dos noticias: y
http://www.aceprensa.com/articles/soy-un-hombre-anciano/ y http://vaticaninsider.lastampa.it/es/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/22478/
Nota:
Después de leer esas noticias, ¿no pensáis que queda aclarada y que además confirma la decisión de la renuncia del Santo Padre Benedicto XVI? Y... que toda la literatura vertida en los medios durante los días después de la renuncia, son fruto de muy poco amor a la Iglesia y además de cierto rencor contra El Santo Padre? Franja
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