Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Cristo Rey
Consagración a Cristo Rey
Ordenada por S. S. Pío XI para el día de Cristo Rey
(último domingo del Año Litúrgico,
en este año de 2016, el 20 de noviembre.)
Oración:
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar; vuestros somos y vuestros queremos ser y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado.
Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sacratísimo.
Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.
Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino. Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.
Conceded, oh Señor, incolumnidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud, a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino. Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.
Conceded, oh Señor, incolumnidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud, a Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos! Amén.
¡ CHRISTUS VINCIT !
¡ CHRISTUS REGNAT !
¡ CHRISTUS IMPERAT !
Himno:¨ de
las 2 VÍSPERAS
OH
PRÍNCIPE ABSOLUTO DE LOS SIGLOS
*
Oh príncipe
absoluto de los siglos,
oh
Jesucristo, rey de las naciones:
te
confesamos árbitro supremo
de las
mentes y de los corazones.
*
En la tierra
te adoran los mortales
y los santos
te alaban en el cielo,
unidos a sus
voces te aclamamos
proclamándote
rey del universo.
*
Oh
Jesucristo, príncipe pacífico:
somete a los
espíritus rebeldes,
y haz que
encuentren el rumbo los perdidos
y que en un
solo aprisco se congreguen.
*
Para eso
pendes de una cruz sangrienta,
y abres en
ella tus divinos brazos;
para eso
muestras en tu pecho herido
tu ardiente
corazón atravesado.
Para eso
estás oculto en los altares
tras las
imágenes del pan y el vino;
para eso
viertes de tu pecho abierto
sangre de
salvación para tus hijos.
*
Por regir
con amor el universo,
glorificado
seas, Jesucristo,
y que
contigo y con tu eterno Padre
también
reciba gloria el Santo Espíritu. Amén.
Oración a Cristo Rey.
¡Oh Cristo Jesús! Os reconozco por Rey universal.
Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado para Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros
derechos. Renuevo mis promesas del
Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir
como buen cristiano. Y muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según
mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia.
¡Divino Corazón de Jesús! Os ofrezco mis pobres acciones, para que todos los corazones reconozcan vuestra Sagrada Realeza, y que así el reinado de vuestra paz se establezca en el Universo entero. Amén.
¡Divino Corazón de Jesús! Os ofrezco mis pobres acciones, para que todos los corazones reconozcan vuestra Sagrada Realeza, y que así el reinado de vuestra paz se establezca en el Universo entero. Amén.
Una hermosa meditación para este día
EL REY QUE HIZO SIERVO
Por Javier Leoz
1.- Hemos asistido al despliegue, a lo largo de
estos últimos doce meses, de la Palabra de Jesús: meditando su vida, saboreando
sus hechos y contemplando sus milagros. ¿Somos conscientes de a quién seguimos
y por qué le seguimos? Después de estas vivencias con dos palabras lo podemos
resumir y transmitir: ¡Cristo es nuestro Rey!
Cristo es el colofón de nuestro viaje aunque, sus
esquemas, no sean el “todo” de nuestra vida y, mucho menos, no hagamos de ella
un reino con los parámetros de su peculiar formar de entender la autoridad, el
servicio, el amor, etc. Acostumbrados a vitorear a reyes y príncipes (en tronos
de oro, con sangre azul y cómodamente situados) nos descoloca un Jesús que
presume de la cruz como bandera de entrega, perdón y sello de lo mucho que Dios
nos ama. ¿Se puede hacer y dar algo más por el hombre?
2. -Cuando se acerca el tiempo litúrgico de
Adviento me viene a la memoria aquella sugerente leyenda:
En cierta ocasión un rey decidió, por sí mismo,
descender de sus palacios para ver cómo vivía su pueblo. La corte que le
rodeaba, insistentemente, se empeñaba en informarle con variados intereses que
todo estaba bien. Pero el rey, una noche, se escapó del palacio real,
disfrazado de pordiosero y empezó a recorrer las calles y las plazas de sus
súbditos.
Al llegar a una casa, además de lamentos, escuchó
que no había pan para la numerosa familia. Y, siguiendo más adelante, comprobó
que una muchedumbre, se burlaba de los más desgraciados y de aquellos otros a
los que la buena suerte no les había acompañado en la vida. Para más sorpresa y
estupor del monarca le hicieron saber que, en aquellos aledaños del castillo,
existía hambre, miseria, soledades, tristeza e injusticias. Por ello mismo,
durante un largo tiempo, decidió quedarse para compartir y combatir aquella
misma suerte de los que consideraba sus hijos. Solo después, aquel pueblo que
se sintió acompañado por aquel rey humillado, gritó con voz potente: ¡Este si
que es nuestro Rey!
3. - Jesús, ni más ni menos, es aquel Dios que se
ha compartido nuestro mismo vestido de humanidad sufriendo y gozando con
nosotros el día a día. Es aquel que ha estado durante este pasado año en medio
de nosotros animándonos y mostrándonos el camino que conduce a la auténtica
felicidad.
**Jesús, simplemente Jesús, es aquel que nos ha
invitado –domingo tras domingo y día tras día- a entender las cosas de Dios
desde la verdad y con la fuerza de la verdad.
**Jesús, sólo Jesús, es aquel que nos ha ayudado a
descifrar misterios, dudas, batallas y sufrimientos que, a la luz de Dios,
recobran una dimensión nueva.
4.- Ciertamente, Jesucristo, es aquel original y
desconcertante rey que sin meter mucho ruido se ha colado en nuestras casas,
corazones y hasta en nuestra misma iglesia:
**para que sepamos que no andamos solos.
**que nuestras fatigas son sus cansancios;
**que nuestras cruces son astillas de aquella otra
gigantesca que El llevó
**podemos contar con El para enfrentarnos a un
mundo donde se vive como reyes pero donde se muere como pobres por no haber
sido siervos.
Llega el Adviento y, no puede ser de otra manera,
lo hemos de comenzar con el convencimiento firme y sereno de que Jesús es quien
mejor puede regir y dirigir los destinos del mundo. Sin El estamos llamados a
un viaje sin retorno.
Necesitamos, hoy más que nunca, de un punto de
referencia para el rearme moral y ético de nuestro mundo basado en la verdad,
la vida, la justicia, la santidad, la gracia, el amor y la paz.
No hay peor cosa que el vasallo que juega a ser
rey, o una familia descabezada. ¡Cuántos de los que nos rodean, hablan, dictan,
gobiernan, dicen y legislan viven muy lejos los auténticos problemas del pueblo
haciendo sufrir a sus súbditos!
¿Jesucristo Rey? ¡Por supuesto! Y hoy más que
nunca. Es quien mejor nos conoce, quién mejor nos gobierna y quien mejor nos
orienta para no arrodillarnos sino es sólo y exclusivamente ante Dios.
¡OH CRISTO, TÚ ERES MI REY!
Dame un corazón abierto y magnánimo para contigo.
Magnánimo en mi vida: escogiendo todo cuanto sube
hacia arriba, no lo que se arrastra hacia abajo.
Magnánimo en mi trabajo: viendo en él no una carga
que se me impone, sino la misión que Tú me confías.
Magnánimo en el sufrimiento: verdadero centinela
tuyo ante mi cruz, verdadero Cireneo para las cruces de los demás.
Magnánimo con el mundo: perdonando sus pequeñeces,
pero no cediendo en nada a sus máximas.
Magnánimo con los hombres: leal con todos, más
sacrificado por los humildes y por los pequeños, celoso por arrastrar hacia Ti
a todos los que me aman.
Magnánimo conmigo mismo: jamás replegado sobre mí,
siempre apoyado en Ti.
Magnánimo contigo: Oh Cristo Rey: consciente de
vivir para servirte, dichoso de morir, para perderme en Ti.
TÚ, SEÑOR, ERES…EL CENTRO
En el centro de la rueda,
Tú Señor, eres el eje
En el centro de la historia,
Tú Señor, eres la página central
En el centro de la humanidad,
Tú Señor, eres el corazón
En el centro de la Iglesia,
Tú Señor, eres su cabeza
En el centro de la vida cristiana,
Tú Señor, eres su motor
En el centro de la caridad,
Tú Señor, eres su empuje
En el centro del amor,
Tú Señor, eres la razón para regalarlo
En el centro de la alegría,
Tú Señor, eres la fuente que la ofrece
En el centro de la fortaleza,
Tú Señor, eres el secreto que la
produce
En el centro de la fe,
Tú Señor, eres su razón
En el centro de la Eucaristía,
Tu Señor, eres quien la hace real
En el centro de la oración,
Tú Señor, eres quien la hace verdadera
En el centro de la verdad,
Tú Señor, eres quien la hace buena
En el centro de la humildad,
Tú Señor, eres quien no la hace falsa
Tú, Señor, por ser Rey conoces nuestro vivir
De qué madera está construido el hogar
de nuestras almas.
Por dónde vamos y por qué y por quién nos movemos
Haz, Señor, que –como amigos tuyos- podamos seguir caminando hacia ese Reino de paz y de justicia
de verdad y de gracia, de alegría y de esperanza
Que, lo comenzamos a levantar y conquistar en la tierra,
pero lo viviremos y disfrutaremos eternamente
en el cielo.
¡Entonces cara a cara, sí que te veremos, gran Rey!
Javier Leoz
CONFECCIONADO POR FRANJA
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