Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
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D. Jesús Mateo, es un sacerdote amigo de
Valladolid, que manda diariamente un lindo comentario del Evangelio, que vale
la pena meditarlo y compartirlo también
con los seglares.
Yo lo pongo ahora todos los días en uno de mis Blogs. Franja.
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24 de Julio, miércoles
2019
Comentario: "LA PARÁBOLA
DEL SEMBRADOR"(Mt 13, 1-9)
Conoces muy bien esta parábola, ¿verdad?
Vamos a ver diversas clases de tierra para caer en la cuenta a
cuál de ellas pertenecemos.
-Almas disipadas, vacías, abiertas por completo a lo externo,
incapaces de recoger sus pensamientos y guardar los sentidos, sin orden en sus
afectos, poco vigilantes en los sentimientos, con la imaginación puesta con
frecuencia en pensamientos inútiles.
Escuchan la palabra divina, pero con suma facilidad el Diablo la arranca
de sus almas.
-Personas negligentes, tibias. Su negligencia y tibieza se manifiestan en la falta de contrición y de
arrepentimiento, y de una falta de lucha
decidida contra los pecados veniales.
-Almas superficiales, con poca hondura interior,
inconstantes, incapaces de perseverar.
Tienen buenas disposiciones, incluso reciben la gracia con alegría, pero
llegado el momento de hacer frente a las dificultades, retroceden, no son
capaces de sacrificarse por llevar a cabo los propósitos que un día hicieron
- Personas obsesionadas con las riquezas, con una visión
desordenada de influencia o de poder, por una excesiva preocupación por el
bienestar y el confort, y por la vida cómoda.
Están ciegos para lo que
verdaderamente importa.
-Almas que oyen la palabra de Dios y la entienden, y fructifican
y producen el ciento o el sesenta, o el
treinta.
Es la tierra buena. El Señor se vuelca con el Alma en la medida
en que encuentre acogida.
Cualquier alma se puede convertir en un vergel, aunque antes
haya sido desierto, porque la gracia de Dios no nos falta y sus cuidados son
mayores que los del más experto labrador. Supuesta la gracia, el fruto solo depende del hombre, que es
libre de corresponder o no.
Hemos de pedir al Señor constancia en los propósitos y espíritu
de sacrificio.
Hemos de comenzar y recomenzar una y otra vez, con santa tozudez empeñándonos en llegar a la santidad a la
que Jesús nos llama, y para la que nos da las gracias necesarias.
Jesús Mateo. Sacerdote
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Que Dios pague ese esfuerzo diario y que Santa María la Virgen
no nos abandone nunca. Franja.
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Confeccionado por Franja
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