Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
¡Calma
mi paso, Señor!
Desacelera
los latidos de mi corazón, calmando mi mente.
Disminuye mi
ritmo apresado con una visión de la eternidad del tiempo.
En medio de
las confusiones del día a día, dame la tranquilidad de las montañas.
Retira la
tensión de mis músculos y nervios con la música tranquilizante de los ríos de
aguas constantes que viven en mis recuerdos.
Ayúdame a
conocer el poder mágico y reparador del sueño.
Enséñame el
arte de tomar pequeños descansos: reducir mi ritmo para contemplar una flor,
charlar con un amigo, acariciar a un niño, leer un poema, oír una música
preferida.
Calma mi
paso, Señor, para que yo pueda percibir en medio de la incesante labor
cotidiana de los ruidos, luchas, alegrías, cansancios o desalientos Tu
presencia constante en mi corazón.
Calma mi paso, Señor, para que yo pueda
entonar el cántico de la esperanza, sonreír para mi prójimo y callarme para
escuchar Tu voz.
Calma mi
paso, Señor, e inspírame a enterrar mis raíces en el suelo de los valores
duraderos de la vida, para que yo pueda crecer hasta las estrellas de mi destino
mayor.
¡Gracias,
Señor, por el día de hoy, por la familia
que me diste, mi trabajo y, sobretodo, por Tu presencia en mi vida.
Depende de tu visión de la vida,
porque los santos siempre tuvieron las dos
para ayudar a los demás
Franja
Siendo niños
éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por
qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines con nuestros pies? (Chersterton)
Confeccionó Franja.
Imágenes de Internet
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