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Jesús Mateo, sacerdote
de Valladolid, me envía todos los días el Comentario del Evangelio que con todo
mi afecto se lo edito en el “Blog Católico de Javier Olivares, baionés
jubilado, Baiona”,
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17 de septiembre,
sábado de 2022.
Comentario: Conoces bien la parábola del Sembrado: “LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR” (San Lucas 8, 4-15)
Conoces bien la parábola del Sembrador. La semilla cayó en cuatro grupos de tierra: -Al pie del camino -En terreno pedregoso -Entre abrojos -En tierra buena.
En esta ocasión me voy a fijar en la semilla que cayó en tierra buena, que son "los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la paciencia". Tú y yo somos tierra buena porque así nos ha elegido el Señor y estamos llamados a dar fruto y fruto abundante. Tres son las características que señala el Señor en la tierra buena:
1. Oír con un corazón
bueno y generoso; con un corazón contrito y humilde las insinuaciones y requerimientos divinos. Dios
nos habla a través de nuestra conciencia. Son las mociones de la gracia y del
Espíritu Santo que sentimos en nuestro corazón.
2. Esforzarnos para que, con la oración y la mortificación, esas mociones y exigencias que notamos que Dios nos pide, calen en el alma.
3. Comenzar y recomenzar, sin desanimarnos si los frutos tardan en llegar, y si nos damos cuenta de que los defectos no acaban de desaparecer a pesar de los años y del empeño en la lucha por desarraigarlos
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Le pedimos al Señor "un corazón nuevo y un espíritu nuevo y que arranque de nuestra carne el corazón de piedra, y nos dé un corazón de carne". (Ez. 36, 26). Dios está dispuesto a cambiar en nosotros todo lo que sea necesario para transformarnos en tierra buena y fértil.
Hemos de luchar contra
el ambiente que en ocasiones nos puede; contra la superficialidad, el bienestar,
el materialismo, el confort. Dios nos ha elegido como tierra buena y para dar
frutos y frutos en abundancia.
Jesús Mateo. Sacerdote
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Que el Señor nos
bendiga y nos guarde con Santa María la Virgen y con San José su castísimo
esposo. Un abrazo. P. Franja
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