Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
21 de Noviembre
La Presentación de la Santísima
Virgen María
en el Templo de Jerusalén
Hoy, celebramos junto con toda
la Iglesia, la Presentación en el Templo de la niña Santa María.
Es en una antigua y piadosa
tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el
escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de Santiago". Este relato
cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa
Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto
con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la
religión y a todos los deberes para con Dios.
Históricamente, el inicio de
esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en
Jerusalén en el año 543. Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde
el siglo VI, inclusive el emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una
Constitución de 1166.
Más adelante, en 1372, el
canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en
calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con
que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la
introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.
Oración:
Santa Madre María, tú que desde
temprana edad te consagraste al Altísimo, aceptando desde una libertad poseída
el servirle plenamente como templo inmaculado, tú que confiando en tus santos
padres, San Joaquín y Santa Ana, respondiste con una obediencia amorosa al
llamado de Dios Padre, tú que ya desde ese momento en el que tus padres te
presentaron en el Templo percibiste en
tu interior el profundo designio de Dios Amor; enséñanos Madre Buena a ser
valientes seguidores de tu Hijo, anunciándolo en cada momento de nuestra vida
desde una generosa y firme respuesta al Plan de Dios.Amén
ÉSTA ERA UNA NIÑA
Himno de Laudes:
HIMNO
Ésta era una niña
con aire de flor,
agua más que el río,
fuego más que el sol.
Vivía en el templo
del rey Salomón,
oyendo en los salmos
ecos de otra voz.
Quemaban su pecho,
con célebre ardor,
palabras magníficas,
silencio de Dios:
"¡Oh Padre que habitas
en alto explendor,
envía el rocío
del Hijo de Dios!
¡Ábrase la tierra:
brote el Salvador!
¡Lloved, rojas nubes,
al Dios de Jacob!
¡Floreced, collados,
al Justo, al Señor,
lucero del alba,
flor de la creación!"
Y al solio del Padre
subía su clamor,
cual nube de incienso
plegaría sin voz. Amén.
Fiesta de hoy-
La Presentación de Nuestra Señora al Templo-21 de noviembre
La Presentación de Nuestra Señora al Templo-21 de noviembre
La Presentación de Nuestra Señora al Templo
Fiesta, 21 de noviembre
Autor: Mario Sgarbossa y Luiggi Giovannini |
Fuente: Un Santo para cada día?
Fuente: Un Santo para cada día?
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre.
Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”.
El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa.
Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.
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