Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
PRIMER DOMINGO DE SAN JOSÉ
PRIMER DOMINGO DE SAN JOSÉ
Libro:
Dolores y
Gozos de San José
Primer dolor y gozo
Jesús Martínez
García
Ed. Rialp. Madrid,
2000
Primer dolor y gozo
Castísimo Esposo de
María, glorioso san José. Así como fue terrible el dolor y la angustia de tu
corazón cuando creíste que debías separarte de tu Inmaculada Esposa,
experimentaste después un vivo gozo cuando el Ángel te reveló el misterio de la
Encarnación.
Por este dolor y
gozo, te suplicamos te dignes consolar nuestras almas ahora y en nuestros
últimos momentos; alcánzanos la gracia de llevar una vida santa y tener una
muerte semejante a la tuya, en compañía de Jesús y de María.
(Padrenuestro,
Avemaría y Gloria)
Primer dolor
Estando desposada su
madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su
seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18)
José se sabía
verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba
como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y
agradece los designios de la Providencia divina.
En medio de su deseo
por agradar a Dios y amar a su esposa observa con sorpresa que María espera un
niño. ¿Qué significa aquello? María era una mujer muy especial y en ese momento
sospecha que algo grande ha debido suceder; un misterio divino como tantos otros
que recoge la Biblia.
José piensa que
tiene que desaparecer de la escena y dejar que Dios haga como desee. Pero
sufre, sufre muchísimo porque eso supone dejar a quien más quiere en el mundo.
En ocasiones no se
entiende lo que sucede. ¿Qué hacer entonces? Mirar a Dios y esperar. Dios es
fiel; quien se apoya en él no quedará defraudado.
Primer gozo
El ángel del Señor
se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a
María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo y le pondrás por nombre Jesús (Mt 1, 20-21).
Cuando se consideran
las cosas en la presencia de Dios se pueden ver como Dios las ve. A José se le
hace entender que María ha concebido virginalmente y no sólo no debe
abandonarla, sino que, siendo su esposo, el Salvador nacerá en el seno de una
familia, de la cual él será el padre, pues debe poner el nombre al Niño.
Gozo inmenso al
conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide -¡nada menos!- no
separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante
y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación.
Antes José se sentía
afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor.
José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él
para contemplar y participar en tales sucesos divinos.
REFLEXIÓN:
¿Comprendo que Dios
tiene unos planes para mí y que yo debo conocerlos?
¿Entiendo que Dios
llama a todos a la santidad, que toda vida es respuesta y que toda mi vida debe
ser una respuesta afirmativa a Dios?
¿Me doy cuenta de
que la vocación nunca puede suponer un fastidio porque es lo que da sentido
sobrenatural y eterno a nuestro paso por la tierra?
¿Sé que todos los
santos han tenido que pasar por la oscuridad, la prueba, la renuncia a los
planes personales, pero que, precisamente por su abandono total en Dios, Él les
ha dado la luz, la alegría y la paz que el mundo no puede dar?
¿Hay algo más grande
en el mundo que servir a Dios? ¿Rezo por las vocaciones sacerdotales? ¿Qué me
pide Dios a mí ahora?
PROPÓSITO:
Pedir estos días por
las vocaciones, especialmente por la mía propia.
ORACIÓN:
San José, patrono de las vocaciones en la Iglesia, ayúdame a descubrir lo que Dios espera de mí, a ser fiel todos los días de mi vida hasta la muerte, especialmente en las pequeñas llamadas que Dios me hace a lo largo del día, y a entender la importancia de servir con generosidad a los planes de Dios. Así sea.
San José, patrono de las vocaciones en la Iglesia, ayúdame a descubrir lo que Dios espera de mí, a ser fiel todos los días de mi vida hasta la muerte, especialmente en las pequeñas llamadas que Dios me hace a lo largo del día, y a entender la importancia de servir con generosidad a los planes de Dios. Así sea.
Jesús, José y María,
os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María,
asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María,
con vos descanse en paz el alma mía.
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