Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
TERCER DOMINGO DE SAN JOSÉ
Libro:
Libro:
Dolores y
Gozos de San José
Tercer dolor y gozo
Jesús Martínez
García
Ed. Rialp. Madrid,
2000
Tercer dolor y gozo
Cumplidor obediente
de la Ley de Dios, glorioso san José. La vista de la sangre preciosa que el
Redentor Niño derramó en la circuncisión traspasó de dolor tu corazón; pero el
nombre de Jesús que se le impuso te llenó de consuelo.
Por este dolor y
gozo alcánzanos que, después de luchar en nuestra vida contra la esclavitud de
los vicios, tengamos la dicha de morir con el santo nombre de Jesús en los
labios y en el corazón.
(Padrenuestro,
Avemaría y Gloria)
Tercer dolor
Cuando se cumplieron
los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había
llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno (Lc 2,21).
«¡Que no le hagan
daño! -piensa José-, que para mí es más que un hijo». Pero hay que cumplir con
la Ley, porque así lo dispuso Dios para que Jesús formase parte del Pueblo
escogido. Y el Niño llora.
Si no hubiera habido
pecado los hombres no sufriríamos. Al principio, recién creados, los hombres
eran buenos, pero ellos se alejaron de Dios y se hicieron daño, a sí mismos y a
los demás. Pasados los siglos, Dios hizo una Alianza para que los hombres,
viviendo según los Mandamientos, fueran buenos. Y esa alianza se selló con
sangre.
El mundo llora, ¿y
por qué llora? A veces cumplir los mandatos del Señor supone sacrificio, pero
siempre es mayor el sufrimiento por no seguirlos. ¡Cuándo aprenderemos
definitivamente que la Ley de Dios es camino de libertad, de felicidad, de
amor!
Tercer gozo
Dará a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt
1, 21).
El nombre indica su
misión en esta tierra: Jesús, el Salvador. Pero este Niño no va a quitar los
males que aquejan a la humanidad, porque mientras haya pecados, el sufrimiento
podrá servir de purificación y de corredención.
La sangre de la
circuncisión evoca el precio de nuestro rescate. La sangre de la nueva Alianza
ofrecida en la Cruz perdona los pecados y nos da la vida sobrenatural. Ahora
sabemos, aunque nos cueste entenderlo, que detrás de nuestro sacrificio hecho
por amor está la santidad.
Le han puesto por
nombre Jesús, que significa «Dios salva». Toda su vida será camino salvador, y
especialmente en la Cruz y la Resurrección se abrirán las compuertas de las
aguas de la salvación. ¡Qué alegría saber que, unidos a Cristo en los
Sacramentos y en la Cruz de cada día, toda nuestra vida tiene sentido redentor!
REFLEXIÓN:
¿Veo en los
Mandamientos precisamente el orden adecuado para amar a Dios y a los demás; o,
por el contrario, me parece que limitan mis caprichos?
¿Sé que en el
sacrificio se demuestra el amor y, en él, el amor se hace más puro?
¿Noto en mi vida la
pobreza, la castidad, el orden, la comprensión, la obediencia? ¿Comprendo que
si no costara una virtud podría ser señal de que no se vive?
¿Entiendo que,
aunque no tenga que llegar al derramamiento de sangre, también a mí se me pide
ser mártir, es decir, amar dando lo que más cuesta?
¿Comprendo que con
mi vida de sacrificio tengo que completar –actualizar hoy– lo que falta a la
Pasión de Cristo? ¿Estoy dispuesto a redimir con Él?
PROPÓSITO:
Vivir estos días
alguna mortificación, quizá la puntualidad en algún detalle que habitualmente
me cuesta.
ORACIÓN:
Oh Dios que
concediste al bienaventurado José hacerle partícipe de la salvación a través
del cumplimiento puntual de sus obligaciones, haz que yo comprenda que la
mortificación es un medio de amar y de reparar los pecados. Dame la fuerza para
vivir como Tú deseas que viva. Así sea.
Jesús, José y María,
os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María,
asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María,
con vos descanse en paz el alma mía.
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