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QUINTO DOMINGO DE SAN JOSÉ
QUINTO DOMINGO DE SAN JOSÉ
Libro:
Dolores y
Gozos de San José
Quinto dolor y gozo
Jesús Martínez
García
Ed. Rialp. Madrid,
2000
Quinto dolor y gozo
Custodio del Hijo de
Dios hecho hombre. Cuánto tuviste que sufrir por defender y alimentar al Hijo
del Altísimo, particularmente en la huida a Egipto, y viendo los ídolos de los
egipcios; pero también fue grande tu alegría al tener a tu lado al Hijo de Dios
y a su Santísima Madre.
Por este dolor y
gozo alcánzanos la gracia de que, huyendo de las ocasiones de pecado, venzamos
al enemigo infernal, y no vivamos ya más que para servir a Jesús y a María.
(Padrenuestro,
Avemaría y Gloria)
Quinto dolor
El ángel del Señor
se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y
huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar
al niño para matarlo (Mt 2,13).
Es todavía de noche
cuando la Sagrada Familia tiene que huir de Belén hacia el lejano Egipto. Pero
José está acostumbrado a obedecer a Dios y lo hace con prontitud. No inquiere
sobre las razones que pueda tener Dios al ordenar ese viaje, porque Dios siempre
sabe más.
Obedeciendo a Dios
el hombre no se equivoca nunca. Sólo se equivoca cuando el príncipe de la
mentira distorsiona la realidad y hace que se vean con aparente claridad cosas
que no son verdad.
Bendita obediencia
que descomplica el alma y hace que el hombre tenga una especial confianza con
Dios. El sacrificio que comporta cumplir la divina voluntad traerá enseguida el
gozo.
Quinto gozo
Y estuvo allí hasta
la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el
profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mt 2,15).
Sin él saberlo, se
están cumpliendo las Escrituras sagradas. No conoce hasta cuándo tienen que
estar en Egipto. De momento está viviendo donde Dios quiere, como Dios quiere,
con quien Dios quiere, hasta que Dios quiera. Procurando trabajar y entablar
amistades, santificando lo que tiene que hacer en esos momentos. Porque ahí le
espera Dios.
Cuando se ama la
voluntad de Dios se es muy feliz. La imaginación -movida por la vanidad- puede
sugerir que en otro lugar o con otras personas seríamos más felices. No hay que
esperar al día de mañana o a que cambien las circunstancias para servir a Dios.
Ahora es cuando hemos de realizar sus designios.
Entonces se
cumplirán sus palabras y escribiremos una historia humana que será a la vez
historia santa, en medio de la vida corriente. Quien descubre esto, se llena de
gozo y seguridad.
REFLEXIÓN:
¿Comprendo que Dios
me ha hecho el gran regalo de la libertad para poder amarle, y que le amo
precisamente cuando le obedezco?
¿Me doy cuenta de la
delicadeza de Dios con los hombres que no nos obliga, sino que nos propone sus
planes?
¿Procuro llevar a la
oración las cosas que Dios me sugiere, sabiendo que, a veces, la cuestión no
está en entender sino en amar?
¿Sé que los santos
han entendido más porque han procurado cumplir la voluntad de Dios, es decir,
porque han amado más?
¿Me doy cuenta de
que mi vida -mi trabajo, mi descanso, mis amores- es tan importante que Dios
cuenta con ella?
¿Está sirviendo mi
vida a los planes de Dios o prefiero realizar el plan que yo me he forjado para
mí?
PROPÓSITO:
Rezar estos días
despacio el Padrenuestro con el deseo de cumplir su voluntad.
ORACIÓN:
Oh bienaventurado
José que acomodaste tu vida a los planes divinos, ayúdanos a obedecer a Dios en
nuestra vida ordinaria y a descubrir la trascendencia divina que tiene todo lo
que hacemos, para el bien nuestro y el de los demás. Así sea.
Jesús, José y María,
os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María,
asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María,
con vos descanse en paz el alma mía
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