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domingo, 12 de diciembre de 2010

Vocación Sacerdotal


 Primera Misa.

                                          16-VII-1054 en Ribadavia.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Mientras leía este artículo pensaba

 en mis 53 años de sacerdocio. 

 Lo mismo digo que mi amigo Javier Salazar. 

Vale le pena entregar al Señor la vida por la salvación de las almas,
 y más en este momento en el que tantos abandonan su fe.
 El Señor y su Santa Iglesia necesita de sacerdotes,
 como dice el Santo Padre.
¡¡¡ Vale la pena!!!.
 No lo he dudado nunca.
Franja. 

 

*

Opinión

12/12/2010

Javier Salazar

Vale la pena anunciar la buena nueva de la salvación

LATRIBUNADETOLEDO.ES
El pasado macro puente de la Constitución-Inmaculada subí a la Torre de mi Parroquia para ver el cielo libre de aviones antes de que el gobierno decretara el Estado de alarma y los controladores fueran obligados a volver a sus Torres. Yo podía haber sido uno de los miles de personas tirados por el suelo del Aeropuerto de barajas, pues hace un mes tenia programado con unos amigos un viaje a Roma, viaje que tuvimos que suspender. Mientras estaba en la Torre pensaba que tema traer a mi columna quincenal, en ese momento se ilumino la Catedral y recordé que esa mañana había recibido la invitación de Emmanuel que el próximo día 19 será ordenado sacerdote en la Santa Iglesia Catedral Primada. ¿Sacerdote? ¿Con la que esta cayendo? La Iglesia, el Papa, los obispos, los curas y los católicos en general parece que estamos en medio del pim-pam-pum general. En muchos medios de comunicación se nos pone a caer de un burro. La Iglesia es odiada y muchos cristianos también. No nos persiguen por nosotros mismos, sino por Cristo. Lo mismo que se rechazó a Jesucristo se rechaza también hoy a su Iglesia. Algunos hablan de cristofobia, porque no se entiende, por ejemplo, que retiren los crucifijos de las escuelas, que no se pueda hablar del Señor con normalidad. Ciertamente se da un rechazo del Evangelio por parte de algunos. Ese rechazo conlleva, en ocasiones, ataques contra los discípulos del Señor.
Tampoco son tiempos fáciles para los sacerdotes. Los abusos sexuales cometidos por curas, el creciente cuestionamiento en la sociedad al celibato y la falta de valoración del compromiso para toda la vida en una cultura que prioriza vivir el aquí y el ahora, nos lleva a remar contra la corriente 
El Papa en un reciente mensaje a los seminaristas decía: "Recientemente, hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio. Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, si vale la pena ser sacerdote. Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio ". El Papa termina diciendo: "El mundo mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre"
Soy sacerdote desde hace 23 años y estoy orgulloso de serlo, no solo porque he meditado muchas veces en la dignidad que tenemos por la gracia de Dios, el servicio del ministerio, sino también porque me emociona pensar en los ejemplos de mis hermanos sacerdotes. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. Pero a pesar de nuestros pecados y fragilidades, de nuestras infidelidades de los que formamos la Iglesia, siguen siendo innumerables los testimonios de sacerdotes, de fieles cristianos laicos que viven su fe con autenticidad, que esperan en Dios por encima de todo. Pienso en las iglesias recientemente quemadas en la India o en los cristianos asesinados en Irak o el sufrimiento soportado con mucha paciencia por los Coptos en Egipto. El testimonio abnegado de tantos de ellos debe ayudarnos a soportar con paciencia las pequeñas dificultades que encontramos en nuestra vida diaria y que podemos ofrecer a Dios para la salvación del mundo.
 ¡¡¡Vale la pena!!!. 

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