Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Magnífica carta
abierta del Cardenal Antonio Cañizares.
Es necesario
conocer de primera mano lo que tergiversan los enemigos de la Iglesia Católica
a la que quieren amordazar o relegar al ámbito privado. Y ahora lo hacen
protestando y retorciendo las declaraciones del Sr. Cardenal-Arzobispo de
Valencia.
El cardenal
Cañizares, al PSPV:
«Nada de lo que ustedes afirman sobre mí es cierto»
El arzobispo de
Valencia dirige a los socialistas una carta ante la reprobación que proponen en
las Cortes Valencianas
03/06/2016 a las 13:47:57h. - Act. a las 16:28:39h.
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Comunidad Valenciana
El cardenal
arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha dirigido este viernes una carta
abierta al Sindic del grupo socialista en las Cortes Valencianas, Manuel Mata,
y a la diputada del grupo socialista en las Cortes Valencianas Rosa de Falastín
Mustafá Ávila, «que han promovido una declaración institucional» en las Cortes
Valencianas que se votará en los próximos días de reprobación contra el propio
cardenal por lo que califican como “manifestaciones contrarias a las leyes de
igualdad de género y el colectivo LGTBI" .
Este colectivo ha
presentado este jueves una denuncia contra el cardenal en los juzgados de
Valencia.
La carta, de la que
se ha enviado copia por parte del Arzobispado a los portavoces de los demás
grupos parlamentarios, es la siguiente:
«Estimadas
Señorías:
A lo largo de la
historia, desde el Siglo IV hasta hoy, esta Archidiócesis ha significado la
unidad de todos los valencianos y todos mis antecesores como yo, hemos
defendido a esta Comunidad, a Valencia, desde la búsqueda del bien común
reivindicando la libertad y la independencia del poder político, con la
necesaria cooperación con las autoridades civiles en todo lo que sea necesario
para el bien de esta tierra y de España.
He tenido
conocimiento, por su reciente rueda de prensa en las Cortes Valencianas, de su
intención de instar a todos los grupos parlamentarios a que se sumen a la
iniciativa que pretende la pública reprobación de mi persona en las Cortes
Valencianas.
Quisiera
recordarles que esa es la institución de la Generalitat Valenciana que representa
al pueblo valenciano, y desde la condición de Sindic y Diputada,
-respectivamente- que ustedes ostentan, no resulta especialmente meritorio
instar una iniciativa de este tipo basada en hechos falsos que se toman como
verdad de forma imprudente.
Me gustaría
invitarles a que, antes de tomar una decisión como esta, puedan contrastar la
información sobre la que van a basar sus actuaciones como representantes de los
ciudadanos, que no se queden en un mero titular cuando lo que pretenden es
llevar a cabo una actuación para descalificarme.
Es verdad que desde
sus aforamientos personales, por el hecho de su condición de Diputados de las
Cortes de Valencia, ostentan una posición jurídica de inmunidad, pero esa
condición no les da derecho a faltar a verdad imputándome afirmaciones que no
han sido realizadas por mí.
No tengo por menos
que lamentar públicamente sus declaraciones, pues los hechos que señalan no son
ciertos, y en este sentido les rogaría que rectificasen.
Me imputan, entre
otras cosas, de: “ser el líder de la oposición; estar realizando un permanente
llamamiento a la insumisión en contra de las leyes de violencia de género;
estar en contra de la igualdad entre hombres y mujeres; dirigir “como títeres”
algunas de las escuelas de la concertada, y la injerencia permanente en la
política”.
Bien, nada de lo
que ustedes afirman es cierto, nadie, repito, nadie como la Iglesia Católica
desde todos los medios que tenemos en el Arzobispado de Valencia nos hemos
entregado a la protección de la mujer y más aún de la maltratada y a la lucha
contra la lacra execrable de la violencia machista. No sólo desde CARITAS, sino
también desde otras instituciones de acción social que dispone la Archidiócesis
se trabaja sin descanso, en muchas ocasiones conjuntamente con la Generalitat y
los Ayuntamientos, como ustedes conocen perfectamente.
Respecto a la
aconfesionalidad, en la Iglesia Católica, desde el Concilio Vaticano II, la
entendemos como laicidad positiva, con la separación Iglesia-Estado, pero no
dándonos la espalda entre ambas potestades o reduciendo la libertad religiosa
al ámbito de lo privado. Como saben, el laicismo, es decir, que lo religioso no
tenga presencia pública, es la fórmula que algunos pretenden imponer en su
relaciones con las Iglesias y Confesiones Religiosas. Esta interpretación es un
grave error, puesto que va contra la Constitución y la situación que se vive en
la inmensa mayoría de los países europeos de nuestro entorno. Sin embargo, pese
a la idea que tengan algunos de “lo religioso”, las puertas de la Iglesia
Católica están siempre abiertas para todos, y el respeto y la colaboración con
las diferentes autoridades civiles es una máxima que siempre he mantenido y
mantendré.
Tengo que decirles
que confunden ustedes la “lacra de la violencia de género” con la “ideología de
género”. Contra esa “ideología de género” si estoy en contra. Mantengo una
posición conforme a Derecho, que supongo se puede exponer libremente en un país
democrático que ampara la objeción de conciencia cuando determinadas normas
afectan gravemente a la condición humana. En este sentido, se han expresado los
Tribunales de Justicia españoles cuando han tenido ocasión de juzgar asuntos de
colisión de derechos en este ámbito.
A los católicos nos
gustaría ver defendida por nuestros representantes políticos esta posición que
respeta los derechos humanos, y por ello, me permito reproducir las palabras
que escribió al respecto, hace ya algunos años, el entonces Cardenal Ratzinger,
antes de ser elegido como Sumo Pontífice Benedicto XVI: “La ideología de género
es la última rebelión de la criatura contra su condición de criatura. Con el
ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia
exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo
malo. Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias
exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora,
con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las
exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a
sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí
mismo”.
Aprovecho esta
oportunidad para decirles que, también, estamos en contra de las medidas que,
en materia de enseñanza y educación, limiten derechos e impongan una única
visión en contra de los derechos de las familias, de los estudiantes –incluidos
los universitarios-, y de los que carecen de medios económicos suficientes
limitando o suprimiendo becas. En esta materia no cabe otro camino que el
cumplimiento de la ley nacional e internacional que reconoce el derecho de los
padres a decidir sobre la formación y la educación de sus hijos, así como al
escrupuloso respeto al principio de igualdad de todos los alumnos, con independencia
del centro –público o privado- donde libremente cursen sus estudios. Es decir,
no es constitucional diferenciar a los estudiantes en base a recursos
económicos o a la titularidad –pública o privada- del centro donde estudian.
En este sentido,
defiendo tanto la enseñanza concertada, como la pública conviviendo juntas y en
armonía, haciéndose mejores y complementarias, pero no propugnando políticas
que llevarían a cerrar centros escolares y dejar sin trabajo a los
profesionales, que tan dignamente realizan su labor desde hace años y privando
a las familias de su derecho a decidir sobre la educación que deseen para sus
hijos.
Perdono como
Jesucristo, que es nuestro ejemplo y fin, cualquier malentendido que haya
podido producirse. Sin embargo, para que no quede ninguna duda sobre las ideas
que realmente, sin ningún tipo de error imprudente, puedan potencialmente
llevarme a ser reprobado en la institución de la Generalitat que representa al
pueblo valenciano, y a mí como hijo de esa tierra, les dirijo esta carta
abierta, para que continúen expresándose con entera libertad, pero con verdad y
que de mis palabras escritas, no tengan que interpretar sino simplemente
conocer mi opinión.
Rezo por ustedes,
como por todos nuestros representantes políticos, para que Dios les de fuerza y
acierto en su trabajo constantemente. Cordialmente, en Cristo Jesús».
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