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¿Cuáles son las obras de misericordia?
El 8 de diciembre comenzó el año Jubilar de la Misericordia,
convocado por el Papa Francisco, que ha recomendado durante ese tiempo realizar
las obras de misericordia pero, ¿en qué consisten y cuáles son?
1. ¿Qué son las obras de misericordia?
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las
cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.
Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de
misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de
misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento,
dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a
los presos, enterrar a los muertos). Entre estas obras, la limosna hecha a los
pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también
una práctica de justicia que agrada a Dios. Catecismo de la Iglesia Católica,
2447
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el
Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo
para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la
pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los
pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia
para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos.
Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento,
dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los
enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las
obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al
que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas,
soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por
los difuntos. Papa Francisco, Bula Misericordiae Vultus.
2. ¿Cuáles son las obras de misericordia?
Hay catorce obras de misericordia: siete corporales y siete
espirituales.
Obras de misericordia corporales:
1) Visitar a los enfermos
2) Dar de comer al hambriento
3) Dar de beber al sediento
4) Dar posada al peregrino
5) Vestir al desnudo
6) Visitar a los presos
7) Enterrar a los difuntos
Obras de misericordia espirituales:
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Las obras de misericordia corporales, en su mayoría surgen de
una lista hecha por Jesucristo en su descripción del Juicio Final.
La lista de las obras de misericordia espirituales la ha tomado
la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y
enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo,
soportar el sufrimiento, etc.
Las obras de misericordia corporales y espirituales.
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3. ¿Cuál es el efecto de las obras de misericordia en quien las
practica?
El ejercicio de la obras de misericordia comunica gracias a
quien las ejerce. En el evangelio de Lucas Jesús dice: “Dad, y se os
dará". Por tanto, con las obras de misericordia hacemos la Voluntad de
Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará
también a nosotros lo que necesitemos.
Por otro lado, una manera de ir borrando la pena que queda en el
alma por nuestros pecados ya perdonados es mediante obras buenas. Obras buenas
son, por supuesto, las Obras de Misericordia. “Bienaventurados los
misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia" (Mt.5, 7), es una de
las Bienaventuranzas.
Además las Obras de Misericordia nos van ayudando a avanzar en
el camino al Cielo, porque nos van haciendo parecidos a Jesús, nuestro modelo,
que nos enseñó cómo debe ser nuestra actitud hacia los demás. “En Mateo, se
recogen las siguientes palabras de Cristo: “No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón". Al seguir esta enseñanza del Señor cambiamos los
bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.
Las obras de misericordia corporales: breve explicación
San Mateo recoge la narración del Juicio Final (Mt 25,31-16): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre,
rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono
de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará
a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y
pondrá a las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá
el rey a los de derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del
Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve
hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, era forastero
y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis,
encarcelado y fuisteis a verme'. Los justos le contestarán entonces: 'Señor,
¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos ver?'. Y el rey les dirá: Os aseguro
que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo
hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí,
malditos; id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque
estuve hambriento y no me disteis de comer, sediento y no me disteis de beber,
era forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo
y encarcelado y no me visitasteis. Entonces ellos le responderán: Señor ¿cuándo
te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y
no te asistimos?' Y él les replicará: Os aseguro que, cuando no lo hicisteis
con uno de aquellos más insignificante, tampoco lo hicisteis conmigo. Entonces
irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
1) Dar de comer al hambriento y 2) dar de beber al sediento.
Estas dos primeras se complementan y se refieren a la ayuda que
debemos procurar en alimento y otros bienes a los más necesitados, a aquellos
que no tienen lo indispensable para poder comer cada día.
Jesús, según recoge el evangelio de san Lucas recomienda: «El
que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para
comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11).
3) Dar posada al peregrino.
En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de
vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso
hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa,
no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera
necesidad.
4) Vestir al desnudo.
Esta obra de misericordia se dirige a paliar otra necesidad
básica: el vestido. Muchas veces, se nos facilita con las recogidas de ropa que
se hacen en Parroquias y otros centros. A la hora de entregar nuestra ropa es
bueno pensar que podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero
también podemos dar de lo que aún es útil.
En la carta de Santiago se nos anima a ser generosos: «Si un
hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de
vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos", pero no les dais lo
necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (St 2, 15-16).
5) Visitar al enfermo
Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos,
tanto en el aspecto físico, como en hacerles un rato de compañía.
El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola
del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose
directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció
pagarle. (ver Lc. 10, 30-37).
6) Visitar a los encarcelados
Consiste en visitar a los presos y prestarles no sólo ayuda
material sino una asistencia espiritual que les sirva para mejorar como
personas, enmendarse, aprender a desarrollar un trabajo que les pueda ser útil
cuando terminen el tiempo asignado por la justicia, etc.
Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la
antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por
prisioneros inocentes.
7) Enterrar a los difuntos
Cristo no tenía lugar sobre el que reposar. Un amigo, José de
Arimatea, le cedió su tumba. Pero no sólo eso, sino que tuvo valor para
presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. También participó
Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)
Enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de
hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser
un mandato muy exigente. ¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo
humano? Por que el cuerpo humano ha sido alojamiento del Espíritu Santo. Somos
“templos del Espíritu Santo (1 Cor 6, 19).
Las obras de misericordia espirituales: breve explicación
1) Enseñar al que no sabe
Consiste en enseñar al ignorante en cualquier materia: también
sobre temas religiosos. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de
palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente.
Como dice el libro de Daniel, "los que enseñan la justicia
a la multitud, brillarán como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan.
12, 3b).
2) Dar buen consejo al que lo necesita
Uno de los dones del espíritu Santo es el don de consejo. Por
ello, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía
con Dios, ya que no se trata de dar opiniones personales, sino de aconsejar
bien al necesitado de guía.
3) Corregir al que se equivoca
Esta obra de misericordia se refiere sobre todo al pecado. De
hecho, otra manera de formular esta obra es: Corregir al pecador.
La corrección fraterna es explicada por el mismo Jesús en el
evangelio de Mateo: “"Si tu hermano peca, vete a hablar con él a solas
para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano". (Mt. 19,
15-17)
Debemos corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y humildad.
Muchas veces será difícil hacerlo pero, en esos momentos, podemos acordarnos de
los que dice el apóstol Santiago al final de su carta: “el que endereza a un
pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de
muchos pecados"(St. 5, 20).
4) Perdonar las injurias
En el Padrenuestro decimos: “Perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden""y el mismo Señor
aclara: “si perdonáis las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial os
perdonará. En cambio, si no perdonáis las ofensas de los hombres, tampoco el
Padre os perdonará a vosotros (Mt. 6, 14-15).
Perdonar las ofensas significa superar la venganza y el
resentimiento. Significa tratar amablemente a quien nos ha ofendido.
El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de
José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran tratado de matarlo y luego
venderlo. “" Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese el haberme vendido
aquí; pues para preservar vidas me envió Dios delante de vosotros" (Gen.
45, 5).
Y el mayor perdón del Nuevo Testamento es el de Cristo en la
Cruz, que nos enseña que debemos perdonar todo y siempre: “"Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen". (Lc. 23, 34).
5) Consolar al triste
El consuelo para el triste, para el que sufre alguna dificultad,
es otra obra de misericordia espiritual.
Muchas veces, se complementará con dar un buen consejo, que
ayude a superar esas situación de dolor o tristeza. Acompañar a nuestros
hermanos en todos los momentos, pero sobre todo en los más difíciles, es poner
en práctica el comportamiento de Jesús que se compadecía del dolor ajeno. Un
ejemplo viene recogido en el evangelio de Lucas. Se trata de la resurrección
del hijo de la viuda de Naím: “Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad,
sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que
acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella,
y le dijo: No llores. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se
pararon, y él dijo: Joven, a ti te digo: Levántate. El muerto se incorporó y se
puso a hablar, y él se lo dio a su madre."
6) Sufrir con paciencia los defectos de los demás
La paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de
misericordia. Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos
defectos causa más daño que bien, con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la
advertencia.
7) Orar por vivos y difuntos
San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por
gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que todos se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad". (ver 1 Tim 2, 2-3).
Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras
oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus
pecados. (ver 2 Mac. 12, 46).
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