Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
XX Domingo del Tiempo Ordinario
19 de agosto de 2018
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58
En aquel tiempo,
dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo
que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Disputaban los
judíos entre sí:
«¿Cómo puede este
darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les
dijo:
«En verdad, en
verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su
sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne
y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que
vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come
vivirá por mí.
Este es el pan que
ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;
el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor
1.- ¿QUÉ
TIENE EL PAN DE DIOS?
Por Javier Leoz
Cuántas veces,
acontecimientos familiares o personales, queremos que sean iluminados por la
Palabra de Dios y, sobre todo, con la Acción de Gracias que es la Eucaristía.
1. - En estos dos
próximos domingos, la Iglesia, nos hace reflexionar sobre el tema eucarístico.
Entre otras cosas, porque la Iglesia, sabe que bebe y se alimenta de este
sacramento que, por lo que sea, algunos de nuestros hermanos o conocidos
dejaron de frecuentar.
La Eucaristía,
además de ser testamento del mismo Cristo, es alimento para todo creyente. Es
un punto en el que convergen Dios y el hombre. Un lugar en el que, la
debilidad, se transforma en fuerza invencible. Un momento, que cuando se vive
apasionadamente, se entra en comunión perfecta con Dios y se cae en la cuenta
de que estamos llamados a ser instrumentos de su amor en medio del mundo.
Si con la
Eucaristía, ya nos resulta a algunos mantener encendida la llama de la fe,
¡cuánto más difícil sería sin ella ser fieles a la verdad o en el seguimiento a
Jesús!
Hoy nos escandaliza
los suicidios que, muchas personas, buscan como única salida para su vida.
También, en la vida cristiana, existe la muerte espiritual: cuando dejamos de
participar en la asamblea dominical; cuando, hostigados por tanto enemigo,
dejamos de apetecer el pan de la vida y el vino de la salvación que es el
Cuerpo y la Sangre de Cristo; cuando preferimos tener una fe individual y sin
más referencia al evangelio que nuestra forma de ver las cosas, y al mismo
Dios, a nuestra manera y con nuestro propio criterio.
Cada vez que
comulgamos, además de llenarnos de Dios, nos sentimos llamados a ser sus
heraldos. Los pregoneros de su amor y de su poder. De su gracia y de su
ternura. Por el contrario, cuando no lo comulgamos, cuando nos dejamos
empalagar por el manjar del mundo, corremos el riesgo de quedarnos vacíos,
traídos y llevados por el zigzag de los caprichos.
2. - Pidamos al Señor que sea la vida de nuestra vida. La sangre que corra por
nuestras venas. El horizonte de nuestra existencia.
--Pidamos
al Señor que, su Cuerpo y su Sangre, sea alto
precio que El pague por nuestras debilidades, fracasos, traiciones o
deserciones.
--Pidamos
al Señor que, la Eucaristía, sea una
fiesta en la que nos sintamos hermanos. Ser cristiano, además de estar
configurados con Cristo, es saber que el que está a nuestro lado, no es un
adversario; es un hermano, un amigo, un hijo de Dios. Alguien que, siempre,
puede contar conmigo. Entre otras cosas porque tenemos un mismo Padre.
--Pidamos
al Señor que nosotros los sacerdotes
celebremos con la misma emoción del día de nuestra primera misa, cada
Eucaristía. Que no seamos meros funcionarios. Que sepamos transmitir, celebrar
y vivir todo el Misterio que rodea a este Sacramento. En definitiva, que
sepamos repartir a manos llenas el Pan de la Vida que es Jesús.
3.- LA FIESTA ERES TU, SEÑOR
Cada domingo, con la Eucaristía,
nos unimos en un mismo sentir,
en una misma esperanza.
Brota la alegría de creer
la esperanza del más allá.
Nuestra fiesta, la auténtica fiesta,
eres Tú, Señor.
Cada domingo, la mesa del altar,
se agranda de tal manera
que, nadie puede quedar sin pan;
sin el pan de la fraternidad
sin el pan de tu Palabra
sin el pan de tu presencia
¿Qué tiene tu pan, Señor?
Tiene el sabor de la eternidad
El brillo del cielo
El amor de Dios
La fuerza del Espíritu
¿Qué tiene tu pan, Señor?
Tiene el gozo de la vida cristiana
Es fiesta adelantada del cielo
Es pregón de lo que un día nos espera
Sí, Señor; ¡Eres fiesta, eterna fiesta!
Aquí, en esta mesa del altar,
aperitivo, un adelanto
de lo que estamos llamados a gustar
de una forma definitiva y eterna
junto a Ti, junto a Dios, en el Espíritu
con María, la Virgen, allá en el cielo.
Eres fiesta, cada domingo Señor,
eres fiesta que pone en vilo nuestras almas.
Amén
Confeccionado por Franja
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