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Jesús
Mateo, sacerdote de Valladolid me envía el del Evangelio de cada
día, y yo con gran placer lo edito en mis blogs católicos de difusión. Sé
que hay muchas entradas porque muchos lo reciben y comparten para ayudarse en
su tiempo de oración.
P.
Javier Olivares.
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30
de agosto, miércoles 2023
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"AY DE VOSOTROS, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS" (Mt 23, 27-32)
Estas
palabras, ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a
los sepulcros blanqueados", son de las más duras que pronunció el Señor. Les
echa en cara que así como los sepulcros por fuera tienen buena apariencia pero
por dentro están llenos de huesos muertos y de podredumbre, del mismo
modo ellos por fuera parecen justos, pero por dentro están repletos de
hipocresía y crueldad.
Las
palabras "sepulcros blanqueados" me hacen pensar en la tibieza y me
recuerdan aquellas impresionantes palabras del Apocalipsis: "Porque no
eres ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca". Las
personas tibias son personas perezosas y abandonadas que podrían dar más y se
conforman con ir tirando. Gente floja. No escuchan ni quieren escuchar la voz
de Dios que les pide más. Sin
flojas en la lucha interior. Van descuidando lo pequeño y van descendiendo
lentamente, casi sin percibirlo, en su entrega a Dios. Su vida se ve invadida
por la apatía y la rutina. A Dios le da mucha pena el alma tibia porque le
falta amor. Vive el aburguesamiento. Su modo de vivir es egoísta, cómodo,
disipado y superficial. Huye de todo lo que signifique sacrificio.
Mira. Te voy a ser sincero. Me da miedo, mucho miedo de que tú y yo estemos metidos en este estado del alma que es la tibieza. Vamos a examinarnos con la luz de Dios: ¿No eres ni frío ni caliente? ¿Te conformas con ir tirando? ¿Escuchas la voz de Dios que te está pidiendo más y no le haces caso?
¿Caes
en la apatía y en la rutina? ¿Huyes de todo lo que te suponga sacrificio?
¿Haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor? ¿Sólo
piensas en ti y en tu comodidad? Todo ello es síntoma de tibieza. Di a la
Virgen conmigo: ¡no quiero tibieza!
Jesús Mateo. Sacerdote.
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Que el Señor nos bendiga y nos
guarde con Santa María la Virgen y con San José su castísimo esposo.
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