Antes
de continuar hablando sobre el camino de nuestra santidad, permíteme que te
presente un pequeño cuestionario. No te asustes. Este no es un curso
universitario y no voy a calificar tus respuestas. Tú serás quien se
califique. Debes responder este cuestionario con toda sinceridad y con toda
calma. No te presiones, tómate tu tiempo, no tengo prisas. Pero insisto en
la sinceridad. No tengas miedo de conocerte cada día un poco más.
Hay que hacer un poco como en el entrenamiento de los deportistas
Programa de crecimiento interior
Cuestionario.
1. ¿Llevé a cabo el balance del día, tratando de descubrir el defecto
dominante? Sí____ No____
¿Por qué?
2. ¿Descubrí mi defecto dominante? Sí____ No____
¿Por qué?
3. ¿Ya tengo hecho mi programa de crecimiento interior?
Sí____ No____
¿Por qué?
4. ¿He revisado durante todas las noches mi programa de crecimiento
interior, mediante las preguntas de control?
Sí____ No____
¿Por qué?
¿Qué conclusión has sacado de las respuestas a este cuestionario? Y por
favor... he hecho estas preguntas no para descorazonarte sino simplemente
para que te sirvan como guía en el camino de tu santidad.
Muchas veces nos sucede que comenzamos un camino nuevo. Como en el Año
Nuevo o después de asistir a unas jornadas de oración, a un retiro o
asistir a un evento significativo (la muerte de un ser querido, un
accidente, el nacimiento de uno de nuestros hijos). Percibimos que Dios nos
pide algo más, nos damos cuenta que no podemos seguir siendo los mismos y
surge en nuestro interior el deseo de alcanzar la tan anhelada santidad.
Pero... más tardamos en hacer ese propósito que en comenzar a quebrantarlo.
Quizás te haya sucedido lo mismo con tu programa de reforma de vida.
Analizaste tu defecto dominante, apuntaste sus manifestaciones, escribiste
los medios, pasa el tiempo y te das cuentas que no avanzas. ¿Qué sucede?
¿No hay ilusión por cambiar? ¿No hay “campanas” en tu interior que te
muevan a ser mejor, a alcanzar las metas que te propusiste? Puede ser que
tengas esa ilusión, pero lo que ha faltado es fuerza de voluntad. Nos
sucede lo que Ovidio expresaba en una frase latina que ha quedado esculpida
para la eternidad: "Video meliora proboque sed deteriora sequor" “Veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor.”
Es dura esta frase, pero es muy cierta. Quieres alcanzar la santidad, pero
no has podido. Quieres combatir tu defecto dominante que es el que te tiene
atado y no te deja ser mejor. Ves el bien, estás de acuerdo con él, pero
has seguido el camino del mal, has seguido siendo el mismo, no has logrado
conquistar tus ideales. Ante todo calma, “Roma no se conquistó en
un día”. Estás comenzando a combatir a un enemigo que ya se había
convertido en un huésped permanente de tu corazón. ¿Y pretendes deshacerte
de él de la noche a la mañana? No va a ser fácil, pero no será imposible.
Lo que debes hacer es revisar que tal está tu fuerza de voluntad.
Alcanzar la santidad es alcanzar la meta, aunque lo importante es participar
Muchas veces sucede que vislumbramos perfectamente lo que debemos hacer
para alcanzar la santidad. La fe y la razón nos lo están diciendo: “Haz
esto, no hagas lo otro” Y lo hemos consignado en nuestro programa
de vida espiritual. Pero nuestros sentimientos nos pueden jugar una mala
pasada y cualquier eventualidad nos desmorona. Desde los cambios de clima
hasta los enojos más grandes nos hacen sentir mal. En una mañana lluviosa
nos cuesta más trabajo estar de buenas y ceder el paso a todos, sonriendo
de oreja a oreja. Si nos dejamos guiar por los sentimientos somos como una
hoja en tiempo de vendaval. En un momento podemos estar en un prado verde,
lleno de flores. Pero sopla el viento y nos lleva al techo de una casa.
Vuelve a soplar y nos encontramos en medio de la suciedad más grande. Si
nuestra vida gira al vaivén de las circunstancias y de lo más o menos
sensibles que estemos o de la forma en qué percibamos dichos factores
externos, no llegaremos muy lejos.
la fuerza de la voluntad no es una tortura como a esos pobres niños
La fuerza de voluntad no es más que la facultad capaz de impulsar la
conducta y dirigirla hacia un objeto determinado, contando siempre con dos
ingredientes básicos: la
motivación y la ilusión.
Escucha a S. Agustín:
Lo decisivo es la formación de la voluntad. Para que los tiempos sean mejores, formemos voluntades buenas. Nos sumus tempora; quales sumus, talia sunt tempora. Serán los tiempos como los hagamos nosotros. Utinam non abundarent mali, et non abundarent mala: Si no abundaran los malos, no abundarían los males. “Homines sunt voluntates” (Civ Dei XIV, 6), ha quedado como universal máxima culta, en el sentido de que la voluntad y la disciplina son capaces de lo que parece inalcanzable.
“El hombre es su voluntad”, repitió Rosmini, un escritor
espiritual del siglo XIX. Y es cierto. Tú eres lo que te propongas. No lo
que sueñes, no lo que te imaginas, no lo que tengas ganas. Necesitas un
poco de ilusión para querer alcanzar tu meta. Necesitas también la
motivación suficiente para seguir siempre cuesta arriba, como decían esos
versos del escritor inglés Rudyard Kipling: “Aunque vayan mal las
cosas, como a veces suelen ir. Aunque ofrezca tu camino, sólo cuestas que
subir. Aunque tengas poco haber, pero mucho que pagar. Un descanso, si
acaso debes dar, pero nunca desistir”.
Tener fuerza de voluntad no significa el no sentir las cosas, el no tener
dificultades, ser un iluso que no se da cuenta de que las cosas a veces nos
cuestan especialmente en el plano de la vida espiritual. La fuerza de
voluntad es una facultad, es una capacidad que tiene el hombre y la debe
cultivar. No es que unos hombres hayan nacido con más o menos fuerza de
voluntad que otros. Como facultad que es se desarrolla con la repetición de
actos. Como la fuerza física o la agilidad. Los atletas, los deportistas no
nacieron con esa masa de músculos en sus pechos o con agilidad en sus
piernas. La fueron desarrollando a través de unos ejercicios muy bien
pensados. Con la fuerza de voluntad nos sucede lo mismo. Tenemos que
desarrollar esa fuerza de voluntad todos los días, a través de la
repetición de actos, algunas veces sencillos, otras veces difíciles.
El problema radica en el hecho de que no hemos sido capaces de desarrollar
al máximo nuestra fuerza de voluntad. Si pudiéramos sacar una radiografía
de nuestra voluntad, ¿cómo se encontraría? No voy a someterte a otro
cuestionario, pero permíteme que te dé algunas pistas. ¿Eres capaz de
seguir con fidelidad un horario, desde la mañana hasta la tarde? ¿Haces
ejercicio con cierta regularidad? ¿Eres capaz de no escuchar la radio
cuando vas en el coche? ¿Te desesperas muchas veces en un restaurante
porque no te sirven la comida como a ti te gusta? ¿Un contratiempo
insignificante es capaz de arrancarte lágrimas de rabia y disgusto y
dejarte postrado, amilanado, triste o enojado por el resto del día?
Mejor no seguimos con las preguntas y te dejo a continuación unos tips para
fortalecer tu voluntad. Podrán parecerte tontos o ingenuos. ¿qué tiene que
ver el dejar de fumar a ciertas horas con mi defecto dominante? ¿En qué se
relaciona el levantarme a la primera y no quedarme acurrucado en la cama
durante diez quince o veinte minutos con mi pasión dominante? Decíamos que
la voluntad es una facultad. Al desarrollarla a través de esos actos, la
vamos preparando para combatir con mayor fuerza nuestro defecto dominante.
Así como un futbolista ejercita su resistencia su fuerza a través de un
campamento en la montaña, nosotros podremos ser más eficaces cuando
combatamos nuestro defecto dominante si contamos con una voluntad fuerte,
decidida, pronta a vencer nuestras inclinaciones más inmediatas.
Como te decía antes, es difícil el camino, pero no imposible. Te dejo esta
lista para que la practiques y la integres a tu vida. Verás como en unos
días serás diferente. NO tengas miedo. Nadie ha muerto por exceso de fuerza
de voluntad. Sin embargo muchos se han quedado a medias en su camino a la
santidad porque no han tenido una gran voluntad.
No me extiendo más. Te dejo la lista y nos vemos en el próximo artículo...
si tienes la fuerza de voluntad para seguir leyéndome.
Tips para fortalecer tu voluntad.
1. Levántate a la primera, sin esperar a que suene dos veces el
despertador.
2. No tomes alimentos entre comidas.
3. Deja de fumar durante ciertos días, o en ciertas horas.
4. No prendas el radio del coche durante ciertos días, o por lo menos
después de haber conducido durante diez minutos.
5. Sé puntual en todos tus compromisos (aunque sepas que otras personas van
a llegar tarde).
6. Revisa tu programa de reforma de vida todas las noches.
7. No tengas ni un minuto de ocio: habla por teléfono cuando sea necesario.
8. Propósito hecho, siempre cumplido.
9. Ten un horario en el día y no dejes nada a la improvisación.
Regresar a: ¿Cómo hacer un programa de vida? -PLAN DE VIDA-
Autor: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net
He puesto imágenes de deportistas y de entrenamientos, porque la santidad lleva un ejercicio diario como en el deporte.
No se necesitan las torturas como a algunos niños deportistas obligados, sino las motivaciones, para que poco a poco, con ilusión y alegría vayan superando las limitaciones y lleguen a conseguir unas alturas de perfección antes insospechadas. Ahí están los santos.
|
Pero hay que volver a repetir, que lo importante es participar.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario