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martes, 29 de julio de 2014

Explicación del Avemaría

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona



Explicación del Avemaría
Escrito por  P. Evaristo Sada LC23 Jul 2014

Después de haber respondido a la pregunta ¿Cómo rezar bien el Avemaría? vamos a comentar el avemaría con la intención de que al pronunciar cada frase lo hagamos con pleno sentido.
En el año 1525 se encuentra ya el avemaría en los catecismos populares, pero la fórmula definitiva tal y como nosotros la rezamos la fijó Pío V en 1568, con ocasión de la reforma litúrgica.



Dios te salve
Imagínate cómo es la mirada de Dios sobre la mujer que Él creó y eligió para que fuera su madre: una mirada llena de amor, de predilección, de gozo y complacencia. Hasta donde te sea posible, cuando comiences el avemaría apropia la mirada de Jesús sobre su Madre y salúdala con las palabras del Arcángel Gabriel en la anunciación (Lc. 1,28). Desde lo más profundo de tu corazón dile: "alégrate María".



María
Pronunciar el nombre de María te llena de amor y de confianzaMaría significa la amada del Señor, Señora, estrella del mar, la que orienta a los navegantes y los dirige a Cristo. San Alfonso María de Ligorio dice que es un "nombre cargado de divinas dulzuras" y Tomas de Kempis afirma que los demonios temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara.



Llena eres de gracia, el Señor es contigo
Porque Dios está con ella María está completamente impregnada de gracia, como una esponja bajo el agua. María está llena de la presencia de Dios y Dios es la fuente de la gracia. El poder del Altísimo la cubrió con su sombra (Lc 1,35), es decir, Dios descendió para habitar en ella. María es "la morada de Dios entre los hombres" (Ap 21,3) Dios se da por completo a María, la colma de belleza, y ella, que desborda Gracia divina, la entrega a la humanidad.



Bendita tú entre las mujeres
Isabel fue la primera en decirle a María: "Tú eres bendita entre todas las mujeres" (Lc 1,42) Es benditaporque Dios la eligió con amor eterno, porque es la madre de Dios, porque es madre y virgen, porque es inmaculada, porque fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celeste.


Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús (cfr. Lc 1,42)
María es la viña fecunda que nos entrega el mejor de los frutos, el alimento que sacia. El fruto de su vientre es fruto del amor de Dios, de la maravillosa y fecunda colaboración entre el Espíritu Santo y esa pobre jovencita de Nazareth. A mí me ayuda mucho contemplar el icono de la "Madre del signo" que nos muestra a Jesús en el vientre de María en forma de Eucaristía: "el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre" (Jn 6, 51).



Santa María, Madre de Dios
Comenzamos la segunda parte del avemaría exaltando su santidad y el gran motivo de su dignidad. La portadora de Dios es santa. Ella creyó en la Palabra del Señor y se entregó como la esclava del Señor, y gracias a eso el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Como madre alimentó a Jesús, lo protegió, lo educó. ¡Qué digna representante del género humano que le da a Dios todo el amor que su pequeñez es capaz de dar! Nos duele escuchar: "Y los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) pero María sí lo recibió y hoy nosotros, cultivando la vida de gracia, queremos recibirlo como lo hizo ella.



Ruega por nosotros pecadores
Su maternidad espiritual se extiende a todas las generaciones, a todos los hermanos de Jesús, y ella ruega por nosotros, vela por nuestras necesidades. Como en las bodas de Caná va una y otra vez con Jesús y le dice: "No tienen vino", y obtiene abundantes bienes para sus hijos. Ella protege con particular predilección a los más pequeños, a los indefensos, a los enfermos, a los que tienen heridas morales, a los pecadores. Vemos lo espléndida que es en los Santuarios Marianos: Guadalupe, Lourdes, Fátima, El Pilar, Loreto, Luján, Aparecida, La Vang, Medjugorje... Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, me declaro pecador, necesito que desbordes sobre mí tu corazón misericordioso.



Ahora
En el momento presente, en todo momento presente. Cuando todo va bien y cuando no, cuando estoy en gracia y cuando no, cuando me siento bien y cuando no, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las tristezas, en la luz y en la oscuridad: siempre. El "ahora" abarca toda mi vida, porque el momento presente recoge el pasado, el presente y el futuro: todo lo pongo en tus manos. En el presente reparo por mi pasado, te ofrezco mi futuro, vivo según el Evangelio. Decirle ruega ahora por mí, es decirle: te necesito siempre a mi lado María, siempre; no te separes de mí.



Y en la hora de nuestra muerte
Así como estuviste junto a Jesús en la hora de su muerte (cf Jn 19, 27), así desde ahora te pido que cuando termine mi vida terrena estés conmigo. Si paso mis últimos días enfermo, quiero que como buena madre me acompañes de día y de noche. Al morir quiero tener un Rosario en la mano y sentir tu mejilla en mi frente, mientras me dices al oído: No tengas miedo, que no te aflija cosa alguna, ten confianza, ¿qué no estoy yo aquí que soy tu Madre? Quiero que mis últimas palabras sean: "María, Jesús", y que habiéndolas pronunciado me cargues en tus brazos y me pongas en los brazos del Padre.Quiero que tú me lleves con Jesús, y que al despertar allá en el cielo tenga mi cabeza reclinada sobre Su pecho, y estar sintiendo tus caricias por toda la eternidad.



Es una palabra aramea (la lengua de Jesús) que significa fuerza, solidez, fidelidad, seguridad. Se usa para afirmar y confirmar. Decir Amén es decir que sí, que así es, que estamos de acuerdo y afirmamos con fuerza y seguridad lo que creemos. Decir amén al final del avemaría es decirle: "Sí, Madre, yo sé que cada vez que te dirijo esta oración tú trabajas mi corazón, me estás formando, me vas modelando poco a poco, me vas ayudando a crecer en las virtudes de la humildad, la pobreza, la caridad, la pureza, la prudencia, la generosidad, la misericordia.... Sí, Madre, hazlo con toda libertad, te lo suplico: amén."
La semana entrante ofreceré algunas sugerencias de cuándo rezar el Avemaría.


 Autor: P. Evaristo Sada, L.C. https://www.facebook.com/PadreEvaristoSadaLC
 El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet siempre y cuando se cite su autor y fuente originales: http://www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.
http://www.la-oracion.com/articulos/como-rezar/item/4308-explicacion-del-avemaria.html

AVE MARÍA



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Confeccionado por Franja

domingo, 27 de julio de 2014

El avemaría. Cómo rezarla bien.

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Cuando encontramos un artículo provechoso,
 da mucho gusto difundirlo, 
como en este caso.

 El avemaría. Cómo rezarla bien.
Franja


Cómo rezar bien el avemaría
Escrito por  P. Evaristo Sada LC16 Jul 2014

Cuando queremos hablar con la Virgen María podemos decirle lo que queramos de manera sencilla y natural, lo que brote del corazón, y cuanta más devoción pongamos, mejor

La fórmula del avemaría es un excelente vehículo, probado millones de veces durante siglos, para tener un encuentro filial con nuestra Madre del cielo. El avemaría nos ofrece palabras y actitudes adecuadas para venerarla, invocarla, decirle algo que sabemos que a ella le agrada y que a nosotros nos hace bien.

Propongo algunos pasos para rezar bien el avemaría o para renovar el modo en que lo hacemos. Rezando esta oración con la debida calma y con viva conciencia, poco a poco el Espíritu Santo irá afinando la sensibilidad de nuestra relación filial con Ella, de tal modo que apenas pronunciemos las primeras palabras del avemaría, brotarán del corazón profundas resonancias que favorecerán el contacto de fe y amor con la Santísima Virgen.

La recordamos
Lo primero es acordarse de élla. Simplemente con la memoria o con la ayuda de una imagen nos colocamos espiritualmente en su presencia. Se trata de ponerse delante de la Virgen María que está en el cielo, no de una estampa o de una estatua de mármol o de yeso, sino de su persona; las imágenes sólo nos hacen presente a la persona, como las fotografías de los grandes momentos o de nuestros seres queridos.

Acto de fe, amor y confianza filial
Teniéndola ya presente, establecemos un contacto de fe y amor con María; si no, la oración mariana por excelencia no será oración. Nos acercamos a ella con la confianza y el cariño con los que todo buen hijo se acerca a su madre, con el deseo de darle afecto, mostrarle gratitud y también de obtener de ella lo que necesitamos, seguros de que nos mirará con amor y nos escuchará con atención.

La veneramos
Le decimos que estamos aquí para expresarle afecto, respeto, admiración. Adoramos sólo a Dios, a María la veneramos como Madre de Dios, esposa del Espíritu Santo, Madre de Cristo, Su cooperadora en la Redención y también madre nuestra. Ella nos lleva siempre a Jesús, que es "el único Mediador, es el Camino de nuestra oración; María, su Madre y nuestra Madre es pura transparencia de Él: María muestra el Camino, es su Signo" (Catecismo 2674)

La Constitución Dogmática Lumen Gentium, nos enseña que: "ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. 

La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador."
Te propongo que antes de seguir leyendo, te prepares de esta manera y reces luego un avemaría. Verás cuánto ayuda. Y esto vale igual para las personas más avanzadas en la vida de oración.

La alabamos
En la primera parte del avemaría la exaltamos, la elogiamos, celebramos a la humilde esclava del Señor por las maravillas que ha hecho Dios en ella y por medio de ella, en todos los seres humanos. Usamos las palabras del arcángel Gabriel, las de santa Isabel, y nos unimos a su asombro, a su admiración llena de afecto, al contemplar un alma tan bella y dócil al Espíritu Santo, tan humilde esclava del Señor.


Dios te salve, María.
Llena eres de gracia.
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Le suplicamos
En la segunda parte del avemaría la invocamos. María dio su sí a Dios en la Anunciación, lo sostuvo durante la infancia y la juventud de Jesús en su vida oculta en Nazaret, y al acompañarlo discretamente en la vida pública, y lo renovó en silencio manteniéndose en pie hasta el final junto a su Hijo crucificado. Desde entonces, Ella se ha ocupado de proteger e interceder como la mejor de las madres por los hermanos de su Hijo.

La Lumen Gentium lo explica así: "Una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino quecontinúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora."


Santa María, Madre de Dios.
Ruega por nosotros pecadores.
Ahora y en la hora de nuestra muerte.

La semana entrante ofreceré una explicación del Avemaría, palabra por palabra.

Confeccionado por Franja

Autor: P. Evaristo Sada, 



sábado, 26 de julio de 2014

El tesoro escondido en el campo, y el Reino de los cielos

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona


El reino de los cielos  y el tesoro escondido en el campo



¿DÓNDE ESTÁS, SEÑOR?

Que me dicen que, hace un tiempo,
te sembraron en mi corazón…y no te encuentro
Que pregonan que, en el cielo te hayas,
y cuando levanto la vista no te alcanzo
Me repiten que, en los destrozos del mundo,
es donde especialmente sales a su lado
y… no llego a percibir tu presencia.

¡Dónde estás, Señor!

¿Qué tengo que vender para poder comprarte?
¿Qué tengo que dejar para poder conseguirte?
¿Qué parte de mi hacienda he de regalar
para que, Tú, seas la definitiva riqueza y valor a mi vida?

¡NO ME CONTESTES, SEÑOR
!
Mis ojos no te ven porque andan distraídos
Porque prefieren verse seducidos
por el gran capital que el mundo oferta
Mis manos disfrutan mucho más
cuando acarician los lingotes del oro del bienestar
de lo que cuenta y vale en la sociedad
del prestigio o del dinero
del buen nombre y buena vida…sin mínimo esfuerzo

¡NO ME CONTESTES, SEÑOR!

¡Demasiado bien sé dónde se encuentra tu tesoro!
En el silencio,
que tanto hiere porque tanto me dice
En la humildad,
donde la pequeñez tanto me asusta
En la sinceridad,
que me convierte en diana de tantos dardos

Ayúdame, oh Cristo, a no perder el campo de tu tesoro:
La fe que es llave para poder amarte y descubrirte
El amor que es bono seguro que cotiza en el cielo
Mi perfección, para no convertirme en algo vulgar y solitario

¡NO ME CONTESTES, SEÑOR!

Soy yo, quien hoy más que nunca,
necesito buscarte por mí mismo
y ponerte en el lugar que te corresponde:

¡EN EL CENTRO DE MI TODO!
Amén

P. Javier Leoz





 ¿Cómo valoras tu, lector o visitante de este blog, 
el tesoro escondido en el campo, 
y el tesoro de la fe escondido en tu corazón?
¿Qué haces para comprarlo, 
qué estás dispuesto a dar, 
y de lo qué tienes que desprenderte por incompatible 
para comprarlo?
Franja



EL NIÑO ENFERMO

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona


EL NIÑO ENFERMO

Estaba una vez un niño jugando al futbol con sus amigos, cuando de pronto al meter el pie en un hueco del campo se rompió la pierna. Pronto le escayolaron toda la pierna y tuvo que guardar reposo en la cama en su habitación. Tenía que estar todo el día en la cama sin poder moverse. El pobre sufría mucho por ello, al no poder correr y jugar con sus amigos, y por ello empezó a dejar pasar los días triste y decaído, mirando al cielo a través de la ventana.

Pasó algún tiempo, y cada vez estaba más desanimado y enfadado, hasta que un día se abrió la puerta de su habitación, y de pronto vio una extraña sombra : era un pingüino comiendo un bocata de chorizo, entró a la habitación, le dio las buenas tardes, pego una serie de extraños saltos  y se fue por donde había entrado. El niño se quedó muy extrañado, y aún no sabía qué había sido aquello, cuando vio aparecer por la misma puerta un mono en pañales inflando un globo. El niño no podía entender lo que pasaba y se preguntaba qué sería aquello, pero poco a poco, y mientras seguían apareciendo los más locos personajes por aquella puerta, ya no podía dejar de reír, al ver un cerdo tocando la pandereta, un elefante saltando en cama elástica, o un perro con gafas que sólo hablaba de política …

El niño estaba tan sorprendido de todo este desfile que dudaba si eran reales o producto de un maravilloso sueño, así que decidió no contárselo a nadie, aunque aquellos personajes terminaron alegrando el espíritu y el cuerpo del niño, y en muy poco tiempo este mejoró notablemente y pudo volver al colegio.

Cuando llegó se decidió a contarle todo a sus amigos, narrando las cotidianas visitas que recibía y las cosas tan raras que había visto. Todos le miraban extrañados, menos su mejor amigo, que sonreía con gran felicidad, y entonces se percató que algo extraño asomaba de su mochila. Le preguntó qué era, y tanto le insistió, que finalmente pudo ver el contenido de la mochila:

¡¡allí estaban todos los disfraces que había utilizado su buen amigo para intentar alegrarle!!

Eso se le quedó grabado y cuando su amigo y él se hicieron mayores utilizaban parte de su tiempo en visitar a los niños que estaban enfermos en los hospitales, para vestirse con toda clase de disfraces, y conseguir que todos los niños sonriesen,  y fueran  felices con su actuación. Para ellos arrancar una sonrisa de los niños era lo más maravilloso del mundo

http://www.cuentosinfantiles.net/cuentos-nino-enfermo.html


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