Encontré este artículo en un blog amigo, y lo he puesto
en nuestro blog, porque puede hacerle mucho bien
a algún joven, que en estos días de la
NOVENA DE LA INMACULADA
se le ocurra pensar en su posible
vocación al SACERDOCIO.
Yo les pregunto a los jóvenes, si quieren ser felices.
Después de escuchar...que si!!!...les pregunto,
si saben dónde está la felicidad....
Y me contestan ya con dificultad, o porque no lo saben explicar,
o porque lo hacen de un manera poco convincente.
Les digo, que la felicidad está en descubrir
lo que Dios quiere de uno...y decirle si, sin condiciones,
porque el Señor se vuelca en gracias y alegrías,
que dan la felicidad.
Y entonces llega la pregunta del millón:
¿Cómo puedo yo saber lo que Dios quiere de mi?
Y la única respuesta y certera, es que hay que tener
trato personal con Dios para descubrirlo.
Si no nos tratamos con Dios en la oración personal,
es imposible conocer cuál es el mejor camino
para ser felices.
Franja.
Este es el enlace:
¿Qué es un sacerdote católico? |
¿Qué es ser sacerdote? La mayoría los bautizados son llamados a servir a Dios en el matrimonio, o siendo solteros, a través de las actividades ordinarias que realizan. Esta llamada es grandiosa, como todas las llamadas que hace el Señor. Pero hay algunos hombres, que sin ser diferentes a los demás por sus cualidades o por sus capacidades humanas, Dios les llama para que sean sacerdotes. ¿Cuál es el objetivo de esa llamada? ¿En qué consiste ser sacerdote? En pocas palabras se puede decir que se trata de dejar que la gracia de Dios le convierta en “otro Cristo”, haciéndole presente al mismo Cristo entre los hombres de cada época. Esto significa que el sacerdote predica la Palabra a tiempo y a destiempo; que presta sus palabras y sus gestos al mismo Cristo para que actúe: cuando el sacerdote bautiza, es Cristo el que bautiza, haciendo nacer a nuevos hijos de Dios. Cuando el sacerdote en la Confesión, perdona los pecados, es el mismo Cristo el que perdona. Cuando el sacerdote celebra la Santa Misa, es el mismo Cristo el que actualiza su Muerte y su Resurrección sobre el altar. Y así con cada uno de los sacramentos. ¿Es fácil llegar a ser sacerdote? Las cosas más valiosas en la vida no son «fáciles» de conseguir. Para prepararse al sacerdocio un hombre debe dedicar una porción significativa de su vida. Primero debe discernir, con la ayuda de la dirección espiritual, la llamada divina que cree notar. Después estudia dos años de Filosofía, seguidos de cuatro años de estudios de Teología, a la vez que realiza prácticas pastorales como parte del proceso de formación. El sacerdote necesita adquirir una formación adecuada para ser un instrumento idóneo. Para ello cuenta con todas las gracias necesarias para alcanzar dicha meta. ¿Cuánto tiempo se necesita para llegar a ser sacerdote? Por regla general después del Bachillerato, se estudian dos años de Filosofía, cuatro de Teología y uno de experiencia pastoral, aunque es algo que puede variar en cada diócesis, sabiendo que la decisión última de ordenar a una persona corresponde al obispo. ¿Qué cualidades busca la Iglesia en un candidato? El candidato debe ser un creyente católico practicante, que participe en la Santa Misa con regularidad, que haga oración diaria, que observe los mandamientos y tenga un fuerte deseo de servir a los demás. Debe ser mental, emocional y físicamente sano. Debe tener niveles normales de inteligencia y sobre todo, debe estar abierto a la voluntad de Dios. ¿Es interesante la vida diaria de un sacerdote? ¡Por supuesto que sí! El sacerdote ayuda a la gente a buscar a Dios, y el trabajo con la gente es interesante e impredecible. Pocas vocaciones ofrecen tanto como lo hace el sacerdocio. Más aún, el sacerdote que ama a sus fieles y se compromete con ellos entregándose a su servicio sabrá que está realizando la obra del Señor. ¿Qué es una vocación? Una vocación es una invitación, una llamada de Dios a servirlo de una manera específica. La vocación primaria y común de todo bautizado católico es a ser santo: a amar a Dios y a los demás. Pero un candidato al sacerdocio está llamado a ir más allá de lo «ordinario» y a convertirse en pastor de otros que peregrinan hacia Dios. ¿Cómo saber a qué me está llamando Dios? Primero, pregúntale a Dios en la oración lo que Él quiere que tú hagas, luego ábrete y dispónte a responderle con generosidad. El llamado puede llegar de maneras sorprendentes o inesperadas: puede ser a través de comentarios o sugerencias o estímulos de otros, mediante una invitación específica, por medio de un incidente de gracia, cualquier cosa. Dios es el que llama y Él puede llamarte de la manera que Él escoja. Si un hombre es llamado al sacerdocio, él debe también someter esa llamada a la Iglesia en la persona del obispo diocesano o del Superior religioso. Para discernir la validez de una vocación, el obispo trabajará en estrecha comunicación con el sacerdote director de la Pastoral vocacional y con los formadores del seminario. ¿Soy lo suficientemente santo como para ser sacerdote? Cuando san Pedro fue llamado por Jesús a seguirlo, su reacción inmediata fue un rechazo: «Señor, apártate de mí, que soy un pecador». Pedro tenía la razón en esa ocasión, pero Jesús no invita a personas perfectas a seguirlo de cerca. Él llama a personas humildes, honestas, que se dejan guiar y enseñar, a aceptar su propuesta y a seguirlo. No hay un solo sacerdote que se haya sentido alguna vez digno del don del sacerdocio, ni siquiera después de años de servicio fiel a Cristo y a los demás. Todo sacerdote sabe que no es más que una «vasija de barro»; Cristo lo sabe también. Pero nosotros creemos que la gracia de Jesucristo nos dará aquello que nos falta para responder a su llamado. «No temas —dice Jesús— busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura». ¿Qué decir del celibato? El sacerdote célibe se consagra por completo con un corazón indiviso al servicio de Dios y al servicio de su pueblo. Para hacerlo, él renuncia al derecho de casarse y de tener una familia, no para permanecer solo y amargado, sino para tener como familia a la Iglesia. Él no renuncia a la amistad ni a la compañía de buenos amigos, tanto hombres como mujeres. De hecho se le estimula para que cultive amigos leales y dignos de confianza. El sacerdote puede vivir una vida célibe fructuosa y fecunda, si es un hombre de oración, si ama castamente a Dios y a su pueblo. El sacerdote es llamado a una forma particular de renuncia a sí mismo siguiendo las huellas de Cristo, que se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Son los sacerdotes felices? Sí que lo son. Es verdad que pueden tener días malos y períodos difíciles, como toda persona, pero la mayoría de los sacerdotes te dirán que son muy felices como sacerdotes. Ellos reconocerán, no obstante, que no siempre es fácil ser sacerdote, pero las recompensas personales y espirituales son inmensas y profundas. A veces los medios de comunicación difunden la impresión de que los sacerdotes sufren de infelicidad crónica, que son hombres frustrados y amargados. Eso simplemente no es verdad en la inmensa mayoría de los sacerdotes. El sacerdote que se entrega de lleno a Cristo y a vivir su ministerio sin reservas, encuentra que Cristo es la fuente cristalina y fresca de su felicidad. La llamada. Como en el pasado, Dios sigue llamando hoy a hombres como tú para servirlo como sacerdotes en la Iglesia Católica. A lo largo de la historia, muchos han sido llamados al sacerdocio. Ellos han vivido vidas ejemplares y han continuado la misión de Cristo de extender el Reino de Dios en el mundo. Hay muchas historias heroicas y ejemplares sobre sacerdotes que le han entregado plenamente la vida a Cristo. Sin embargo, hoy es más difícil que en el pasado discernir la llamada de Dios, en medio de tantas maneras valiosas que una persona puede escoger vivir su vida. Hay también tantas distracciones que hacen difícil discernir la voz de Dios. Discernir una vocación es un reto, no hay duda de ello. Puede ser particularmente duro hoy en día porque los otros, incluso los padres y los amigos, no siempre brindan su apoyo ni su estímulo. En todo el mundo en este tercer milenio, muchos tienen vivos deseos de encontrar una vida que los llene plenamente, anhelan descubrir un horizonte para sus vidas. La vida de un sacerdote se enfoca a ayudar a la gente a plantearse las preguntas más profundas sobre el sentido de su vida. Hoy se necesitan los sacerdotes más que nunca. Quizás el Señor te está llamando a ti a ser sacerdote. No lo sabrás con certeza a menos que consideres esa posibilidad. Si sientes su llamada, ¡no te dé miedo responderle! |
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