Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
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Un abrigo blanco
destaca entre las chabolas
· El Papa Franciso en Pietralata
visita un barrio pobre y celebra en la parroquia de San Miguel Arcángel ·
9 de Febrero de
2015
Desde la puerta
laminada sobresale un abrigo blanco: «¡Es el Papa! ¡Es el Papa!». La visita que
no te esperas. Un rayo de sol en una vida llena de penurias. Antes de llegar a
la parroquia de San Miguel Arcángel en la zona de Pietralata para la programada
visita del domingo 8 de febrero por la tarde, el Papa Francisco quiso detenerse
en el campo Arcobaleno situado en Ponte Mammolo, un barrio pobre en la
periferia nororiental de Roma, en las inmediaciones del río Aniene. Acompañado
por el párroco de San Miguel, don Aristide Sana, poco antes de las 16 el Papa
Francisco llegó al campo que alberga nómadas y refugiados asistidos por
voluntarios de la Comunidad de San Egidio. Tras la sorpresa y el desconcierto
al inicio, el Pontífice estuvo literalmente envuelto por el abrazo de los
pobres; familias enteras, conmovidas e incrédulas salían de sus casuchas, los
niños le rodeaban. El Papa preguntó ¿Quién habla castellano? Y a gran voz el
grupo de latinoamericanos respondió ¡Todos! El Papa Francisco entonces se
detuvo para intercambiar algunas palabras con cada uno, regalar caricias a los
más pequeños, luego invitó a todos a rezar juntos el Padrenuestro y concluyó
con la bendición. Al salir del Campo el Pontífice encontró a una familia de
Ucrania y quiso afectuosamente detenerse algunos minutos también con ellos. Les
dijo: «oro todos los días por la paz en vuestro país».
Así es como comenzó
–con la sencillez de un gesto de atención a quien ha tenido que dejar su tierra
y buscar con fatiga reconstruir su futuro en un país extranjero– la tarde
romana del Papa Francisco. No se necesitaron grandes discursos. La fuerza de
los gestos va más allá que las palabras.
Maurizio Fontana
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