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La Confesión: una guía paso a paso
La Confesión: una guía paso a paso
En esta breve guía encontrarás una ayuda para prepararte a
recibir con fruto el sacramento de la Reconciliación: incluye una explicación
de los pasos para acercarse a la Confesión, unos exámenes de conciencia y
textos para meditar en la grandeza del perdón que Dios nos quiere dar.
22 de Marzo de 2016
Opus Dei - La Confesión: una guía paso a paso
"La Confesión: una guía paso a paso", en pdf
San Josemaría solía llamar a la Confesión el sacramento de la
alegría, porque a través de él se recuperan el gozo y la paz que trae la
amistad con Dios, un don que solo el pecado es capaz de robar a las almas de
los cristianos.
* * *
¿Qué es la confesión?
“El sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación.
Cuando yo voy a confesarme es para sanarme, curar mi alma, sanar el corazón y
algo que hice y no funciona bien”[1].
¿Por qué confesarse?
Explica el Papa Francisco que “el perdón de nuestros pecados no
es algo que podamos darnos nosotros mismos. Yo no puedo decir: me perdono los
pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón
a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es
un don del Espíritu Santo”[2]
¿Es complicado confesarse?
No lo es tanto: en el Catecismo, la Iglesia nos propone cuatro
pasos para una buena confesión[3]:
1) Examen de conciencia;
2) Contrición (o arrepentimiento), que incluye el propósito de
no volver a pecar;
3) Confesión;
4) Satisfacción (o cumplir la penitencia).
Son cuatro pasos que damos para poder recibir el gran abrazo de
amor que Dios nuestro Padre nos quiere dar con este sacramento: “Dios nos
espera, como el padre de la parábola, extendidos los brazos, aunque no lo merezcamos.
No importa nuestra deuda. Como en el caso de hijo pródigo, hace falta sólo que
abramos el corazón”[4].
Explicamos a continuación estos cuatro pasos, que ayudarán para
vivir en toda su grandeza este sacramento de la misericordia de Dios.
* * *
1. Examen de conciencia
EL EXAMEN DE CONCIENCIA CONSISTE EN REFLEXIONAR SOBRE TODO
AQUELLO QUE NOS HAYA PODIDO ALEJAR DE DIOS
“¿Qué consejos le daría a un penitente para hacer una buena
confesión? –se pregunta Papa Francisco-. Que piense en la verdad de su vida
frente a Dios, qué siente, qué piensa. Que sepa mirarse con sinceridad a sí
mismo y a su pecado. Y que se sienta pecador, que se deje sorprender, asombrar
por Dios”[5].
El examen de conciencia consiste en reflexionar sobre aquellas
acciones, pensamientos o palabras, que nos hayan podido alejar de Dios, ofender
a los demás o dañarnos interiormente.
Es el momento de ser sinceros con uno mismo y con Dios, sabiendo
que Él no quiere que nuestros pecados pasados nos opriman, sino que desea
liberarnos de ellos para poder vivir como buenos hijos suyos.
Ofrecemos algunas preguntas para ayudarte a reflexionar sobre
qué puedes pedir perdón a Dios. Sirven solo como una orientación: lo más
importante es entrar en el propio corazón y admitir las propias faltas. Si
quieres, durante la confesión puedes pedir al sacerdote que te ayude
proponiéndote otras cuestiones.
- Examen de conciencia para niños
- Examen de conciencia para jóvenes
- Examen de conciencia para adultos
* * *
2. Contrición y propósito de no volver a pecar.
LA CONTRICIÓN, O ARREPENTIMIENTO, ES UN DOLOR DEL ALMA Y UN
RECHAZO DE NUESTROS PECADOS, QUE INCLUYE LA RESOLUCIÓN DE NO VOLVER A PECAR.
La contrición, o arrepentimiento, es un dolor del alma y un
rechazo de nuestros pecados, que incluye la resolución de no volver a pecar. Es
un don de Dios: por eso, si te parece que aún estás apegado al pecado –que, por
ejemplo, no te ves con fuerzas de abandonar un vicio, perdonar a una persona o
enmendar un daño causado–, pídele a Él que obre en tu corazón, para que
rechaces el mal.
A veces, el arrepentimiento llega con un sentimiento intenso de
dolor o vergüenza, que nos ayuda a enmendarnos. Sin embargo, no es
indispensable sentir ese tipo de dolor: lo importante es comprender que hemos
obrado mal, tener deseos de mejorar como cristianos y hacer el propósito de no
volver a cometer esas faltas.
“La contrición -explica el Papa- es el pórtico del
arrepentimiento, es esa senda privilegiada que lleva al corazón de Dios, que nos
acoge y nos ofrece otra oportunidad, siempre que nos abramos a la verdad de la
penitencia y nos dejemos transformar por su misericordia”[6].
Existen varias oraciones que sirven para manifestar la
contrición, por ejemplo la siguiente:
Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y
los aborrezco, porque al pecar, no solo merezco las penas que causan, sino que
principalmente te ofendo a ti, sumo Bien y digno de amor por encima de todas
las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en
adelante y huir de toda ocasión de pecado. Amén.
* * *
3. Confesar los pecados.
UNA BUENA CONFESIÓN ES DECIR LOS PECADOS AL SACERDOTE DE FORMA
CLARA, CONCRETA, CONCISA Y COMPLETA.
La confesión consiste en la acusación de los pecados hecha
delante del sacerdote.
“Confesarse con un sacerdote es un modo de poner mi vida en las
manos y en el corazón de otro, que en ese momento actúa en nombre y por cuenta
de Jesús. (...) Es importante que vaya al confesionario, que me ponga a mí mismo
frente a un sacerdote que representa a Jesús, que me arrodille frente a la
Madre Iglesia llamada a distribuir la misericordia de Dios. Hay una objetividad
en este gesto, en arrodillarme frente al sacerdote, que en ese momento es el
trámite de la gracia que me llega y me cura”[7].
Se suele decir que una buena confesión tiene “4 C”:
1. Clara: señalar cuál fue la falta específica, sin añadir
excusas.
2. Concreta: decir el acto o pensamiento preciso, no usar frase
genéricas.
3. Concisa: evitar dar explicaciones o descripciones
innecesarias.
4. Completa: sin callar ningún pecado grave, venciendo la
vergüenza.
La confesión es un sacramento, cuya celebración incluye ciertos
gestos y palabras de parte del penitente y del sacerdote. A continuación te
explicamos cómo se desarrolla, con un gráfico que puedes descargar aquí:
* * *
4. Cumplir la penitencia
EL SACERDOTE SEÑALA UNA PENITENCIA PARA REPARAR EL DAÑO CAUSADO.
La satisfacción consiste en el cumplimiento de ciertos actos de
penitencia (unas oraciones, alguna mortificación, etc.), que el confesor indica
al penitente para reparar el daño causado por el pecado.
Es una ocasión también para dar gracias a Dios por el perdón
recibido, y renovar el propósito de no volver a pecar.
* * *
Apéndice sobre la confesión
para ganar la indulgencia jubilar
El Santo Padre en la Bula de convocación del Año Santo explica
que: “En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que
realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados
tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece”. La
purificación interior es tarea de toda una vida. Las indulgencias son una ayuda
para este empeño de purificación frente a los rastros del pecado: “la
misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en
indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador
perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a
obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado”[8].
Durante el Año Santo, es posible recibir la indulgencia jubilar
al atravesar las Puertas de la Misericordia que se encuentran en distintas
iglesias y santuarios. Para eso:
1. Hay que visitar en peregrinación el lugar sagrado y allí, una
vez atravesada la Puerta Santa o Puerta de la Misericordia, participar en
alguna celebración sagrada o, al menos, permanecer por cierto tiempo en
oración, reflexionando sobre la misericordia;
2. Recitar la profesión de fe y alguna oración por el Papa y por
sus intenciones, en particular el Padre Nuestro. Además, se sugiere concluir el
momento de oración con una invocación al Señor Jesús Misericordioso (p. ej.,
“Jesús Misericordioso, en Vos confío”), siguiendo el espíritu propio de este
Año Santo.
3. Cumplir las demás disposiciones generales previstas por la
Iglesia: confesión sacramental y comunión eucarística (se pueden realizar una
semana antes o después de haber atravesado la Puerta Santa), además de la
exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.
“Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa
acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende
sobre toda la vida del creyente. Indulgencia es experimentar la santidad de la
Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo,
porque el perdón es extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega
el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de
los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa”[9].
[1] Francisco, Audiencia general, 19.II.2014.
[2] Idem.
[3] Cfr. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 303.
[4] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 64.
[5] Francisco, El nombre de Dios es misericordia.
[6] Francisco, Carta 30.V.2014.
[7] Francisco, El nombre de Dios es misericordia.
[8] Francisco, bula Misericordia vultus, n. 22.
[9] Idem.
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