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Cada día de mayo
UNA FLOR A MARÍA
Una llamada a defendernos
menos
Ron Rolheiser (Trad.
Julia Hinojosa) -
Lunes 29 de Abril del 2013
Hoy en día entre muchos de nosotros, los
fieles, existe una creciente tendencia a defendernos a nosotros mismos en lugar
de arriesgarnos a ser crucificados por el mundo. Tenemos buena intención al
hacerlo. Sin embargo, a pesar de esa buena intención, nuestras acciones son
opuestas a las de Jesús.
El amó al mundo lo suficiente como para dejarse
crucificar en lugar de protegerse a sí mismo.
Hoy en día vemos esta
tendencia hacia la auto-defensa la vemos en cualquier lugar dentro de nuestra
iglesia, aunque no sin razones. En la mayoría de las partes del mundo la
iglesia está siendo acosada de alguna manera, ya sea debido que hay una
persecución activa o simplemente porque no está siendo respetada, es
injustamente percibida y tratada de manera injusta. La cultura
secularizada lleva dentro de sí misma un cierto sesgo anti-cristiano y
anti-eclesial, y mucha gente siente que este sesgo es el último prejuicio que
sigue siendo intelectualmente válido para nuestra cultura.
Y esto no es simple
paranoia. Hay algo en el fondo. La cultura secular tiene sus virtudes, y sin
embargo, también es claramente inmadura y narcisista en su relación con la
herencia judeo-cristiana. No muy diferente a un adolescente que sintiendo
por primera vez sus propias potencialidades puede ser demasiado crítico e
extremadamente injusto con su propia familia. Los adolescentes son a
menudo muy duros con los padres, de la misma manera que la cultura secular
suele ser muy dura con su herencia judeo-cristiana.
Ante este hecho, puedo
entender por qué tantos líderes y miembros de la iglesia hoy en día se
ponen cada vez más a la defensiva. Sin embargo, si bien entiendo el instinto
que hay detrás de esto, no puedo estar de acuerdo con la respuesta, es decir,
nuestra tendencia a cerrar filas, cerrar escotillas, y ver la cultura como un
enemigo frente al cual tenemos que protegernos a nosotros mismos, y no como el
mundo por el que Jesús murió y que estamos llamados a amar y preservar.
¿Por qué está mal esta tendencia a defendernos, cuando hay razones que justifican
esta actitud?
Lo que está mal en
nuestra propensión a la auto-defensa, es que es exactamente lo contrario de lo
que Jesús hizo. Esto lo vemos muchos lugares de los Evangelios. Los
discípulos de Jesús estaban siempre tratando de protegerlo de los distintos
grupos a los que consideraban indignos de su presencia, y Jesús fue siempre
claro en que él no lo necesitaba o no quería ser protegido: "¡Que vengan a
mí!" era uno de sus consejos, una de sus llamadas.
Por otra parte, y mucho
muy importante, sus discípulos trataban de protegerlo de las personas y las
cosas que ellos consideraban como una amenaza para él. E intentaron
disuadirlo de aceptar su crucifixión y, de hecho, en el momento de su arresto,
trataron de protegerlo a través de la resistencia violenta, la espada. Mientras
era arrestado, le preguntaron: ¿Debemos usar la fuerza para defendernos?
¿Debemos golpear con la espada? Lamentablemente, no esperaron por su respuesta
y Pedro, tratando de protegerlo, golpeo con la espada, cortando la oreja
de uno de los hombres que arrestaba a Jesús.
¿Cuál fue la respuesta
de Jesús a este esfuerzo de defensa? Conocemos sus palabras: ¡Nada más y nada
menos! Sin embargo no conocemos el tono de esas palabras. ¿Les habló enojado,
como una reprimenda fuerte? ¿Fueron pronunciadas con frustración, reconociendo
que Pedro, la roca, el futuro Papa, había entendido mal su mensaje? ¿O
bien, les habló en ese tono triste que una madre utiliza cuando les dice a sus
hijos que dejen de pelear y la resignación de su voz delata el hecho de que
sabe que nunca lo harán? Cualquiera que fuera el tono, el mensaje es claro: Sus
primeros discípulos no entendían una de las convicciones centrales de su
maestro: Jesús había pasado todo su ministerio curando gente, incluyendo la
curación de oídos enfermos para que la gente pudiera escuchar de nuevo; y en su
última noche en la tierra, el líder de sus apóstoles corta la oreja de una
persona en un intento por defenderle.
La lección está en la
ironía: la curación de sordos por parte de Jesús revelaba su deseo de diálogo y
Pedro al cortar una oreja revelaba su tendencia a cortar el diálogo. La
persona y el mensaje entero de Jesús habían encarnado y predicado la
vulnerabilidad, y la aceptación radical de la crucifixión en vez de
auto-defensa, y sus seguidores, en la primera muestra de hostilidad, habían
respondido con violencia y a la defensiva.
Esa lección no se debe
perder: Todo lo que sabemos acerca de Jesús nos habla de vulnerabilidad en
lugar de auto-protección. Nació en un pesebre, un comedero, un lugar
donde los animales vienen a comer, y termina en una mesa, "carne para la
vida del mundo", para ser comido por el mundo, las primeras palabras que
salieron de su boca fueron una llamada a conversión, lo contrario de la
paranoia, y al final él mismo se entrega a la crucifixión en vez de defenderse
legítimamente. Esa fue la respuesta de Jesús a un mundo que groseramente
le mal interpreto y violentamente lo maltrató. Abrió los brazos
haciéndose vulnerable en lugar de cerrar sus puños en defensa propia.
Y así es como,
idealmente, debemos responder al mundo cuando no es justo con nosotros. A
diferencia de Pedro, que instintivamente golpeó con la espada sin recordar el
mensaje de Jesús, no debemos dejar que una amenaza externa anule lo que era tan
importante tanto para la persona como la enseñanza de Jesús, y no
respondamos de manera antitética al Evangelio, hostilidad con hostilidad,
inmadurez con inmadurez.
Cuesta vivir así, pero
nos hace consecuentes con nuestra fe. ¡Hasta dónde somos capaces de dar la cara
por el Señor?
“El que me confiese delante
de los hombres…
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