Santa Maria de Baiona diócesis tuy- vigo blogspot.com
LA BALANZA Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza,
entró a una tienda, se acercó al dueño y de manera humilde preguntó si podía
llevarse algunas cosas a crédito; con voz s…
Publicado
por Alba Alvarez Pedrosa el diciembre 7, 2012
a las 7:43pmVer blog
LA
BALANZA
Una mujer
pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza, entró a una tienda,
se acercó al dueño y de manera humilde preguntó si podía llevarse algunas cosas
a crédito; con voz suave explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no
podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida.
El dueño
no aceptó y le solicitó que abandonar a la tienda.
Sabiendo
la necesidad que estaba pasando su familia la mujer rogó:
-"Por
favor señor, se lo pagaré tan pronto como pueda
El dueño
le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía una cuenta de crédito en su
tienda.
De pie,
cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchaba la conversación
entre el dueño de la tienda y la mujer.
El
cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que el se haría cargo de lo
que la mujer necesitara para su familia;
Entonces
el dueño, amoscado, preguntó a la mujer:
-"
¿Tiene usted una lista de compras?".
La mujer
dijo:
-;"Si señor";
-;"Si señor";
-Esta
bien," dijo el dueño. "Ponga su lista en la balanza de platos y lo
que pese su lista le daré en comestibles".
La mujer
titubeó por un momento y cabizbaja buscó en su cartera un pedazo de papel,
escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.
Los ojos
del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza
donde estaba el papel, se hundió hasta el fondo y se quedo así.
El dueño,
sin dejar de mirar la balanza dijo:
-"No
lo puedo creer"...
El
cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles en el otro plato de la
balanza.
La
balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comestibles, hasta
que se llenó.
El dueño
se quedó pasmado de asombro.
Finalmente,
tomó el pedazo de papel y lo miró todavía más asombrado....
No era
una lista de compra!. Era una
oración que decía:
-"QUERIDO
SEÑOR, TÚ CONOCES MIS NECESIDADES Y YO VOY A DEJAR ESTO EN TUS MANOS"
El dueño
de la tienda le entregó los comestibles que había pesado y quedó allí en
silencio.
La mujer
agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó un billete de cincuenta
dólares al dueño y le dijo:
-"Valió
cada centavo de este billete; ahora sabemos cuánto pesa una oración
Cuento atribuido a varios.
Si os ha gustado podéis compartirlo.
Franja
1 comentario:
Bonita reflexión. Ojalá sepamos ser más generosos y no pensar siempre en nosotros mismos. Ojalá sepamos confiar plenamente en el Señor y abandonarnos en sus manos.
Publicar un comentario