Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Especial
de Pentecostés
Inicio
de la Iglesia Católica,
fiesta que se celebra 50 días después de la Pascua,
24
de mayo de 2015
Por:
Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Origen
de la fiesta
Los
judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después
de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la
celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.
En
esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las
tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos.
Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con
Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se
comprometió a estar con ellos siempre.
La
gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de
Pentecostés.
En
el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de
Pentecostés.
La
Promesa del Espíritu Santo
Durante
la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os dará otro
Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San Juan
14, 16-17).
Más
adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero
el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les
enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San Juan 14,
25-26).
Al
terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene que yo me
vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que
decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad,
os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por
venir” (San Juan 16, 7-14).
En
el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los
cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de
Pentecostés.
Explicación
de la fiesta:
Después
de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la Madre de
Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a
predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de fuego
se posaron sobre cada uno de ellos.
Quedaron
llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas desconocidas.
En
esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de
todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía
hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que
ellos hablaban.
Todos
ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo el
mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la gran
misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las naciones,
y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
Es
este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.
¿Quién
es el Espírtu Santo?
El
Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La
Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y
el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona.
El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera
perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros,
somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a
cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.
Señales
del Espíritu Santo:
El
viento, el fuego, la paloma.
Estos
símbolos nos revelan los poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una
fuerza invisible pero real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento
que limpia. Por ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas
hierbas y poder sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para
purificar a los instrumentos se les prende fuego.
El
Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y nos
purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.
Nombres
del Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento: el
Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Santificador.
Misión
del Espíritu Santo:
El
Espíritu Santo es santificador: Para que el Espíritu Santo logre cumplir con su
función, necesitamos entregarnos totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente
por sus inspiraciones para que pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en
la santidad.
El
Espíritu Santo mora en nosotros: En San Juan 14, 16, encontramos la siguiente
frase: “Yo rogaré al Padre y les dará otro abogado que estará con ustedes para
siempre”. También, en I Corintios 3. 16 dice: “¿No saben que son templo de Dios
y que el Espíritu Santo habita en ustedes?”. Es por esta razón que debemos
respetar nuestro cuerpo y nuestra alma. Está en nosotros para obrar porque es
“dador de vida” y es el amor. Esta aceptación está condicionada a nuestra
aceptación y libre colaboración. Si nos entregamos a su acción amorosa y
santificadora, hará maravillas en nosotros.
El
Espíritu Santo ora en nosotros: Necesitamos de un gran silencio interior y de
una profunda pobreza espiritual para pedir que ore en nosotros el Espíritu
Santo. Dejar que Dios ore en nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios
interviene para bien de los que le aman.
El
Espíritu Santo nos lleva a la verdad plena, nos fortalece para que podamos ser
testigos del Señor, nos muestra la maravillosa riqueza del mensaje cristiano,
nos llena de amor, de paz, de gozo, de fe y de creciente esperanza.
El
Espíritu Santo y la Iglesia:
Desde
la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es quien la
construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con sus dones.
El
Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas,
inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como
Iglesia entera, al proclamar la Buena Nueva de Jesús.
Por
ejemplo, puede inspirar al Papa a dar un mensaje importante a la humanidad;
inspirar al obispo de una diócesis para promover un apostolado; etc.
El
Espíritu Santo asiste especialmente al representante de Cristo en la Tierra, el
Papa, para que guíe rectamente a la Iglesia y cumpla su labor de pastor del
rebaño de Jesucristo.
El
Espíritu Santo construye, santifica y da vida y unidad a la Iglesia.
El
Espíritu Santo tiene el poder de animarnos y santificarnos y lograr en nosotros
actos que, por nosotros, no realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete
dones.
Los
siete dones del Espíritu Santo:
Estos
dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer que
crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo
para poder actuar con ellos.
SABIDURÍA:
Nos permite entender, experimentar y saborear las cosas divinas, para poder
juzgarlas rectamente.
ENTENDIMIENTO:
Por él, nuestra inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las
verdades reveladas y las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen.
Nos ayuda a entender el por qué de las cosas que nos manda Dios.
CIENCIA:
Hace capaz a nuestra inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de
acuerdo con su fin sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe
las cosas del mundo.
CONSEJO:
Permite que el alma intuya rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia
determinada. Nos ayuda a ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el
camino del bien.
FORTALEZA:
Fortalece al alma para practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible
confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos
ayuda a no caer en las tentaciones que nos ponga el demonio.
PIEDAD:
Es un regalo que le da Dios al alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a
los hombres como hermanos, ayudándolos y respetándolos.
TEMOR
DE DIOS: Le da al alma la docilidad para apartarse del pecado por temor a
disgustar a Dios que es su supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle
su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada
contra Él.
Oración
al Espíritu Santo
Ven
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego
de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la tierra.
OH
Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu
Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos rectamente y
gocemos de tu consuelo.
Por
Jesucristo, nuestro Señor
Amén.
Confeccionado por Franja.
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