Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
Veo,
veo
Publicado
el 18/02/2013
y
sigue siendo actual!!!
Niño
con un mando a distancia
Ojos que no ven, corazón que no siente. Si el refrán es
verdad, lo es también este otro: lo que ven los ojos afecta al corazón, y a la
mente, a la persona entera. Y más todavía si el que mira es un niño.
El
“veo, veo” es un juego simple, pero que activa la imaginación, centra la
atención y desarrolla el lenguaje. Se puede jugar en cualquier sitio, a
cualquier hora, en cualquier situación; no hace falta ningún material, ningún
accesorio; no tiene edad. “¿Qué ves?”, pregunta el que ha de adivinar “la
cosita” en cuestión, y esa pregunta resulta decisiva, no sólo para el juego,
sino, como veremos a continuación, también para la salud mental del niño.
Según
el informe Kids TV Report del panel Eurodata TV Worldwide, cuando un niño
español cumple doce años ha estado más de uno viendo la tele.
Nuestros pequeños
(de entre 4 y 12 años) se han pasado delante del televisor durante 2012 la
friolera de dos horas y cuarenta y cuatro minutos al día de media.
Además, la
relación con las pantallas se ha convertido ya en el principal pasatiempo
infantil, algo que va en proporción a la multiplicación de las alternativas
digitales y al incremento de canales especializados en el público infantil.
Lo
que entra por los ojos acaba en la imaginación y allí revolotea sin parar, se
mezcla con las ideas y se filtra en el inconsciente: queda dentro de alguna
manera. Si vigilamos lo que se llevan los niños a la boca (piezas pequeñas,
cosas sucias, utensilios peligrosos…), cómo no nos va a preocupar lo se llevan
a la cabeza. Si dejamos que miles de imágenes bombardeen a diario las retinas
de nuestros hijos, hemos de ser conscientes de que su mente y su corazón pueden
verse afectados.
En
el nuevo juego del “veo, veo”, no sólo es importante el “qué ves”, sino también
el cuánto, el cuándo, el cómo, el dónde y el porqué:
Para
valorar los contenidos de los cientos de alternativas que nos ofrece la
televisión, los padres disponemos de muchos medios informativos. Uno, en
concreto, nos puede ser de gran utilidad, se trata de la revista y la web
Contraste de la Federación de Teleespectadores que, dentro del Proyecto de
educación audiovisual Aprender a mirar, ofrece a los padres materiales de
información y actividades de formación sobre el universo audiovisual:
televisión, cine, videojuegos, etc.
El
demasiado nunca es bueno y, hay algo que nuestros hijos pequeños hacen
demasiado: ver la tele. El cuánto se controla con otro cuánto, es decir, poniendo
límites, haciendo un horario y manteniendo unos criterios firmes sobre el uso
de los medios audiovisuales en nuestra casa.
¿Cuándo
ver la tele? El momento es importante, además repercute en el cuánto y en el
cómo; sin embargo, nosotros no nos atrevemos a establecer una situación idónea,
sino, en todo caso, podemos aconsejar cuándo no es bueno ver la tele: antes de
ir a la escuela, porque se llevan las imágenes en la mochila; a la hora de las
comidas, porque impide toda conversación; mientras se hacen los deberes, porque
no se hacen, y antes de ir a dormir, porque, según qué tipos de imágenes vean,
pueden distorsionar sus sueños.
La
tele se ha de ver con unas condiciones físicas adecuadas (distancia, luz,
posición, volumen…), pero, lo que es más importante, en compañía de adultos.
Que los padres vean los programas televisivos con sus hijos no sólo es una
medida de precaución, sino una actividad educadora: se pueden aprender muchas
cosas delante de una pantalla, serán positivas si la actitud de los espectadores
es activa, pues el poder hipnótico de la tele nos invita a un goce pasivo.
Nuestras
casas están llenas de pantallas, de oportunidades para perderse en un universo
virtual que puede convertirse en una alternativa peligrosa. Los niños no deben
ver la tele en su habitación, sino en un lugar común, no sólo para poder
controlar lo que ven, sino también para evitar que conformen un ocio
individualista.
¿Por
qué tomarnos tan en serio el nuevo juego del “veo, veo”? Porque el problema de
dejar a los niños solos ante el televisor es, fundamentalmente, que los dejamos
solos. Convertir la tele en el canguro diario de nuestros hijos o el salón de
casa en una guardería infantil dirigida por el programa de turno, es como jugar
al “veo, veo” en solitario. Lo importante es que los padres estén con ellos
para darles alternativas que “empiecen, empiecen” por la “j” (juegos), la “l”
(lecturas), la “d” (deportes), la “v” (visitas), etc.
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Excelente articulo, vale la pena que los padres jóvenes lo tomen en cuenta.