Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
LA ASCENSIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS
PREPARA, MARIA
Un camino por el que pueda llegar al cielo
Un lugar donde, yo, pueda descansar en el cielo
Un rincón, desde el que yo pueda contemplar a Dios
Un oasis, donde pueda vivir en paz
Un asiento, donde pueda escuchar la voz del Señor
PREPARA, MARIA
Una goma, para que Dios borre mis pecados
Un traje de fiesta, para que me pueda presentar ante Dios
Un corazón grande, para que Dios pueda habitar en él
Un calzado nuevo, para que no ensucie las calles del cielo
PREPARA, MARIA
Con tu asunción, la hora en la que yo sea llamado
Con tu asunción, el momento en el que yo
sea partícipe de la gloria de
Dios
Con tu asunción, una escalera por la que acceda al Paraíso
Con tu asunción, un anuncio de lo que estamos llamados a vivir
PREPARA, MARIA
Con tus manos, mi alma dispuesta para Dios
Con tus ojos, miradas limpias para ver a Dios
Con tus pies, caminos por los que encuentre al Señor
Con tu humildad, actitudes de acogida y de perdón
PREPARA, MARIA
Con tu Asunción, el día en el que, pueda presentarme ante Dios
Sin más tesoro que la fe
Sin más inversiones que la caridad
Sin más pretensiones, que la esperanza
Tu Asunción, María, es un destello de luz
Que nos enseña el futuro que nos espera.
Gracias, María.
Javier Leoz.
de las homilías de Betania.
Icono de la Dormición y Asunción
En la Asunción de María se
renueva la esperanza
La Iglesia celebra hoy la
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
Lo hace proponiendo en la
liturgia la lectura del pasaje evangélico de la Visitación de María a su prima
Isabel tal como lo describe Lucas. Esta fiesta es una ocasión para renovar
nuestra esperanza, pues “en la Asunción de María contemplamos lo que estamos llamados
a alcanzar en el seguimiento de Cristo Señor y en la obediencia a su Palabra,
al final de nuestro camino en la tierra” (Benedicto XVI, 15-8-09).
Conformación con Jesús: toda la
vida de María se puede leer bajo el prisma de su conformación con Jesús, de su
identificación con el Señor en la total disponibilidad de la fe a la voluntad
del Padre. Esta identificación con Jesús se cumple plenamente en la Asunción,
como enseña el Concilio Vaticano II: “Terminado el curso de su vida en la
tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono
por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su
Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la
muerte” (Lumen gentium, 59).
Sagrada prisa: Comentando que
Lucas destaca que María partió “sin demoras” a visitar a su prima luego de la
Anunciación, el Papa explica que “toda la vida es una ascensión, toda la vida
es meditación, obediencia, confianza y esperanza, incluso en medio de la
oscuridad; y toda la vida es esa “sagrada prisa”, que sabe que Dios es siempre
la prioridad y ninguna otra cosa debe crear prisa en nuestra existencia”
(Benedicto XVI, 15-8-09).
La esperanza que necesitamos:
junto con esta prisa por seguir el plan de Dios, en medio de las tensiones de
la vida, “camino que se recorre constantemente en la tensión de la lucha entre
el dragón y la mujer, entre el bien y el mal”, nos dice Benedicto XVI que
“María es la estrella que nos guía hacia su Hijo Jesús, sol que brilla sobre
las tinieblas de la historia y nos da la esperanza que necesitamos: la
esperanza de que podemos vencer, de que Dios ha vencido y de que, con el
bautismo, hemos entrado en esta victoria. No sucumbimos definitivamente: Dios
nos ayuda, nos guía. Esta es la esperanza: esta presencia del Señor en
nosotros, que se hace visible en María elevada al cielo”.
La victoria definitiva: así,
Benedicto XVI señala que podemos aprender en la fiesta de la Asunción que la
vida entera es un camino de seguimiento de Jesús con una meta bien precisa: “la
victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, y la comunión plena con
Dios, porque —como dice san Pablo en la carta a los Efesios— el Padre “nos
resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús” (Ef 2, 6)”.
Confeccionado por Franja
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