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domingo, 12 de abril de 2015

Domingo de la Divina Misericordia. DOMINGO II DE PASCUA.

Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona

 SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
 DÍA DE LA
DIVINA MISERICORDIA



Rezo de la Coronilla

Origen del Movimiento
Tuvo su origen en las palabras que Jesús le dirigió a Santa Faustina Kowalska el mes de Junio de 1935: "Quiero que se establezca cuanto antes un movimiento apostólico que implore y anuncie la Misericordia de Dios en el mundo entero".


Santa Faustina Kowalska escribía más tarde: "Veo claramente que esta obra de apostolado será una gran asociación de fieles extendida por todo el mundo, a ella podrán pertenecer todos cuanto lo deseen: sacerdotes, religiosos y laicos. Ellos anunciarán con su palabra y sus obras, la infinita Misericordia de dios al mundo entero y la implorarán con su oración". (Diario de Santa Faustina, nº 436)

 El Movimiento, que nació en Polonia en el año 1935, se extendió rápidamente por toda Europa, América del sur, Central y del Norte, África, India y hoy podemos decir que está extendido por los cinc continentes. Es una realidad muy viva en toda la Iglesia, hoy son millones  de personas en todo el mundo las que nutren su vida cristiana en esta espiritualidad de la Divina Misericordia. Y muchos han descubierto el verdadero Rostro de Dios en ella y muchos alejados han vuelto a la Casa del Padre iluminado y atraídos por esta nueva llamada del Señor a confiar y vivir en s Misericordia. Su mensaje fundamental: "Dios es ante todo Amor y Misericordia infinitos", se revela como necesario para la Evangelización del Tercer Milenio. Así lo ha manifestado Juan Pablo II: "No hay nada de lo que el hombre actual tenga más necesidad que la Misericordia Divina, este Amor benigno, compasivo, que eleva al hombre sobre su debilidad hacia las alturas de la Santidad de Dios" (Homilía 10 de Junio de 1997)

En el año 2008, 2-6 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI, ha convocado a toda la Iglesia en Roma, para celebrar el I Encuentro Mundial de la Divina Misericordia, de cuya preparación se han encargado el Cardenal de Viena, Schönborn, y el Cardenal, Leonardo Sandri, de la Secretaría de Estado.


Palabras de Jesús a Santa Faustina Kowalska, sobre su imagen de Misericordia Divina:
"Estos rayos protegen a las almas de la ira de mi padre. Feliz el que vive bajo su sombra, porque la mano de la justicia de Dios nunca lo alcanzará. Deseo que el primer domingo después de Pascua Florida se celebre la Fiesta de la Misericordia.
 Pide a tu confesor (Padre Sopocko) que en ese día, comunique al mundo entero mi gran Misericordia; que cualquiera que se acerque a la Fuente de Vida, obtendrá la completa remisión de sus pecados y las penas merecidas.
 La Humanidad no obtendrá Paz hasta que se vuelva con confianza a mi Misericordia.
 ¡Oh, cómo me hiere la desconfianza de un alma! Aquella alma reconoce que soy Santo y Justo pero no cree que soy  Misericordia y no confía en mi Bondad. Hasta los diablos tiemblan ante mi justicia, pero no creen en mi Misericordia.
 Mi corazón se regocija con este título de Misericordia. Proclama que la Misericordia es el más grande atributo de Dios. Todas las obras de mis manos están coronadas con mi misericordia"

Juan Pablo II y el Movimiento

Junto con Santa Faustina Kowalska, el Papa Juan Pablo II es el más grande impulsor del Movimiento de la Divina Misericordia, de su espiritualidad y apostolado.
De joven conoció muy de cerca el mensaje de Jesucristo a Santa Faustina, y caló muy hondo en su espíritu, así lo ha manifestado:
"Desde mi juventud y siempre he apreciado mucho y sentido muy cercano el mensaje de la Divina  Misericordia. Es como si la Providencia lo hubiera inscrito en mi historia personal. Esta ha sido la experiencia que he llevado conmigo hasta la Sede de Pedro, en cierto sentido, forma la imagen de mi pontificado" (Discurso en el Santuario de Lagiewniki (Cracovia), 7 de Junio de 1997).


Lo primero que hizo al ser elegido Papa, fue dar una base doctrinal, bíblico-teológica, al movimiento, publicando la Carta Encíclica "Rico en Misericordia". En esta Encíclica hace urgente llamada a la Iglesia para que proclame, practique e implore con firmeza y valentía la Misericordia de Dios a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
En este momento es la base doctrinal, junto con los Evangelio y el Diario de Santa Faustina, del Movimiento de la divina Misericordia.


 El 30 de abril del año 2000 canonizó a Santa Faustina Kowalska, siendo la primera Santa canonizada en el Tercer Milenio, en su homilía dijo a toda la Iglesia:

"Con Santa Faustina el gran Mensaje de la Misericordia Divina atraviesa los sufrimientos del siglo XX para alcanzar a los cristianos del nuevo milenio... No es un mensaje nuevo, pero es de esencial necesidad e iluminación para actualizar en la Iglesia el Evangelio. Lo ofrezco como un rayo de luz y una fuente de vida para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo". (Homilía en la canonización de Santa Faustina, 30-04-200)

Ese mismo día instituyó la Fiesta Litúrgica de la Divina Misericordia desde el Santuario de Cracovia (Polonia). Por todo ello podemos considerar a Juan Pablo II como el más grande Apóstol de la Divina Misericordia, con sus palabras y sus acciones.


Espiritualidad
Aquella que brota del Misterio Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, entregado por y para la salvación de todos  los hombres. Este Misterio es el culmen de toda la Revelación y la suprema manifestación del Amor y la Misericordia del Padre.
Aquella que se explica en las Parábolas de la Misericordia: La oveja perdida (Lc 15, 4-7); La dracma perdida (Lc 15, 8-10) y sobre todo la del Hijo Pródigo y el Padre Misericordioso (Lc 15, 11-32)
De estas dos fuentes de la Revelación emergen los rasgos que conforman la espiritualidad de un apóstol de la Divina Misericordia:

"Señor mío y Dios mío"

Confianza ilimitada en Dios. Él me ha creado por amor. Me mantiene en la existencia por amor, a pesar de conocer mi naturaleza pecadora. No quiere mi muerte y mi desgracia, sino que viva y que sea feliz. Por ello ha entregado a su Hijo muy Amado, Jesucristo, para que yo pueda entrar en su vida.
Abandono en las manos del Padre que tanto me ama y que sólo busca mi bien. Este abandono no se puede dar sin fe y esperanza ilimitadas en Él.
Humildad, que es vivir en la verdad de lo que somos, con nuestra capacidad de levantarnos a lo más alto y descender a lo más bajo. La humildad nos lleva al conocimiento y reconocimiento de nuestro pecado y nos abre al arrepentimiento y a la misericordia de Dios. Y Dios nos responde, no conforme a la justicia, sino a su Misericordia.
Misericordia. El hombre que se sabe amado y perdonado de este modo, no puede más que comunicar y dar lo que él ha recibido como manifestación de su gratitud: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es Misericordioso".

"Cristo se ofrece por nosotros en el altar"

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