Blog católico de Javier Olivares-baionés jubilado-Baiona
1 El trabajo, un don de Dios.
La Iglesia, al presentarnos hoy a San José como modelo, no se limita a valorar una forma de trabajo, sino la dignidad y el valor de todo trabajo humano honrado. En la Primera lectura de la Misa2 leemos la narración del Génesis en la que se muestra al hombre como partícipe de la Creación. También nos dice la Sagrada Escritura que puso Dios al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara y guardase3. El trabajo, desde el principio, es para el hombre un mandato, una exigencia de su condición de criatura y expresión de su dignidad. Es la forma en la que colabora con la Providencia divina sobre el mundo. Con el pecado original, la forma de esa colaboración, el cómo, sufrió una alteración: Maldita sea la tierra por tu causa -leemos también en elGénesis4-; con fatiga te alimentarás de ella todos los días de tu vida... Con el sudor de tu frente comerás el pan...
Durante mucho tiempo se despreció el trabajo material como medio de ganarse la vida, considerándolo como algo sin valor o envilecedor. Y con frecuencia observamos cómo la sociedad materialista de hoy divide a los hombres «por lo que ganan», por su capacidad de obtener un mayor nivel de bienestar económico, muchas veces desorbitado. «Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación
2 Sentido humano y sobrenatural del trabajo.
II. El Evangelio de la Misa8 nos muestra, una vez más, cómo a Jesús le conocen en Nazareth por su trabajo. Cuando vuelve Jesús a su tierra, sus vecinos decían: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es su madre María?... En otro lugar se dice que Jesús siguió el oficio del que le hizo las veces de padre aquí en la tierra, como ocurre en tantas ocasiones: ¿No es este el carpintero, hijo de María?...9. El trabajo quedó santificado al ser asumido por el Hijo de Dios y, desde entonces, puede convertirse en tarea redentora, al unirlo a Cristo Redentor del mundo. La fatiga, el esfuerzo, las condiciones duras y difíciles, consecuencia del pecado original, se convierten con Cristo en valor sobrenatural inmenso para uno mismo y para toda la humanidad.
3 Amar el propio quehacer profesional.
III. La obra bien hecha es la que se lleva a cabo con amor. Apreciar la propia profesión, el oficio al que nos dedicamos es, quizá, el primer paso para dignificarlo y para elevarlo al plano sobrenatural. Debemos poner el corazón en lo que tenemos entre manos, y no hacerlo «porque no hay más remedio».
San José nos enseña a amar el oficio en el que empleamos tantas horas: el hogar, el laboratorio, el arado o el ordenador, el traer y llevar paquetes o el cuidar de la portería de aquel gran edificio... La categoría de un trabajo reside en su capacidad de perfeccionarnos humana y sobrenaturalmente, en las posibilidades que nos ofrece de sacar la familia adelante y de colaborar en obras buenas en favor de los hombres, en la ayuda que a través de él prestamos a la sociedad...
San José tuvo delante a Jesús mientras trabajaba. A veces le pedía que le sostuviera una madera mientras aserraba y, otras, le enseñaba a manejar el formón o la garlopa... Cuando estaba cansado miraba a su hijo, que era el Hijo de Dios, y aquella tarea adquiría un nuevo vigor porque sabía que con su trabajo estaba colaborando en los planes misteriosos, pero reales, de la salvación. Pidámosle hoy que nos enseñe a tener esa presencia de Dios que él tuvo mientras ejercía su oficio. No olvidemos a Santa María, a la que vamos a dedicar, con mucho amor, este mes de mayo que hoy comenzamos. No olvidemos ofrecer cada día alguna hora de trabajo o de estudio, más intensa, mejor acabada, en su honor.
LEERLA COMPLETA:
Meditación diaria de Hablar con Dios, Francisco Fernández-Carvajal
FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL
FRANCISCO FERNÁNDEZ-CARVAJAL
¿Imagen sacada tal vez de los evangelios apócrifos?
Jesús fue un niño normal que no jugaba con los angelitos.
Los ángeles ciertamente le guardaban.
ORACIÓN
Jesús fue un niño normal que no jugaba con los angelitos.
Los ángeles ciertamente le guardaban.
ORACIÓN
A SAN JOSÉ OBRERO
Nos dirigimos a ti, San José trabajador, nuestro patrono, que con amor paternal y esponsal supiste llenar tu trabajo diario con esperanza y amor desinteresado. Con ese mismo amor familiar, haz que nuestro trabajo, se llene, de generosidad frente al egoísmo, de renuncia frente a la avaricia de austeridad frente al consumismo, de valores frente al materialismo. Haz que nuestro corazón busque en nuestras manos el fruto del trabajo y sea para los demás un signo claro de la presencia de tu Hijo. Haz que nuestros hijos, se aparten –por nuestro testimonio- de lo corrupto, de lo injusto y lo mentiroso. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error. Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder construir, con tu ayuda, el Reino en nuestro hogar. Amén
Muerte de S. José en los brazos de
Jesús y de María
Pidamos siempre a S. José
una buena y santa muerte.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.
Confeccionado por Franja.
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